El capitalismo en el curso de su ascenso dio lugar al crecimiento y desarrollo de la clase obrera industrial, del proletariado, al nacimiento de la clase que ha de provocar su derrocamiento y superación, la clase de los proletarios que se convertirá en sus sepultureros.

Marx y Engels fueron enfáticos para señalar las condiciones objetivas que provocarían la revolución social: el desarrollo de las fuerzas productivas;  la superación de los estadios de la sociedad mediante la negación de los modos de producción viejos por nuevos periodos históricos; el desenvolvimiento de la acumulación y concentración de la riqueza; la explotación y opresión de la inmensa mayoría de los trabajadores por un puñado de propietarios, la clase de los capitalistas; el empobrecimiento creciente de las masas trabajadoras; el desarrollo de la lucha de clases como motor del progreso social y material; la incapacidad de la clase de los propietarios de detener el curso de la historia. Establecieron también, apoyándose en el desarrollo histórico de la humanidad, en la continua agudización de la lucha de clases que la clase obrera ha de transitar de su naturaleza de clase en sí a la condición de clase para sí.

Advirtieron certeramente la necesidad de que la clase obrera asuma su propia ideología, el papel de protagonista de su propia liberación y con esa acción, la liberación de toda la humanidad. Esas circunstancias no se pueden concretar sin la guía de la teoría revolucionaria, sin la actividad de los obreros avanzados organizados en el partido revolucionario del proletariado.

Para que las masas trabajadoras, los pueblos y naciones oprimidas emprendan el camino de la liberación y triunfen en esa guerra por la emancipación, es necesario, indispensable, la existencia del partido político de la clase obrera, del partido comunista.

Estas enseñanzas fueron sistematizadas con la publicación del Manifiesto del Partido Comunista en 1848.

En correspondencia con el desarrollo del movimiento obrero en los países capitalistas de Europa y en EE.UU. se fue posesionando en la conciencia y en la organización de los proletarios la teoría del socialismo científico. Los principios del comunismo se fueron convirtiendo en la guía revolucionaria del movimiento emancipador de la clase obrera.

Con la conformación de la Primera Internacional el socialismo científico fue adquiriendo, en los hechos, naturaleza internacional, fue acogido por los obreros y la intelectualidad avanzados de diversos países y regiones.

 

El socialismo y el movimiento obrero de Rusia

 

Las ideas del comunismo se expandieron por los diversos países, principalmente por aquellos en los que se desarrollaba el capitalismo y los trabajadores sumaban millones de esclavos asalariados. Llegaron a la vieja Rusia, al imperio de los zares, al país más grande de la tierra, donde se exacerbaba la explotación de los trabajadores con el desarrollo del capitalismo, donde se mantenían visibles y lacerantes la opresión y explotación de millones de campesinos, desde donde se desarrollaba una agresiva guerra de conquista sobre los pueblos y naciones desde el centro de Europa hasta el Océano Pacífico.

La lucha por la libertad de los trabajadores, la juventud y los campesinos de la Rusia zarista se desarrollaba secularmente. Grandes rebeliones en el campo, numerosas huelgas de la clase obrera por sus derechos, una intensa lucha de la juventud, de los sectores democráticos contra la autocracia tenían lugar, de manera intermitente.

En los últimos años del siglo XIX, se desarrollaba una intensa lucha de los trabajadores en contra de la explotación y opresión de los capitalistas; esos combates formaban parte de los anhelos de libertad y democracia, de justicia social, se dirigían contra la autocracia zarista, incorporaban a apreciables sectores de la juventud y la intelectualidad revolucionaria.

Simultáneamente entre los obreros, entre los combatientes por la emancipación social, entre los intelectuales revolucionarios tenía lugar un importante debate teórico político. De un lado, los populistas que proclamaban el rol dirigente del campesinado en la lucha por la libertad, la edificación del socialismo a partir de la comunidad campesina, que devinieran luego como partidarios del terrorismo individual y desarrollaron atentados; y, de otro lado, los partidarios del marxismo que proclamaban la lucha por el socialismo, la necesidad del partido de la clase obrera como condición indispensable para librar la lucha por la emancipación y conducirla a la victoria.

Ese debate culminó con el desenmascaramiento y la derrota de los populistas, sentó las bases fundamentales para la construcción del partido de la clase obrera, del Partido Bolchevique y el desarrollo de la lucha revolucionaria.

La historia del Partido Comunista Bolchevique es la historia de la Revolución de Octubre. No se puede entender ésta sin el protagonismo de aquél.

 

El Partido de la clase obrera

 

El Partido Obrero Social Demócrata de Rusia, el POSDR nació en el fragor de la lucha de la clase obrera contra la opresión y explotación de los capitalistas; fue la expresión de la fusión del socialismo científico con el movimiento obrero; fue resultado de un debate teórico y político entre los principios marxistas y las ideas populistas, entre el marxismo revolucionario y los “marxistas legales”, entre los revolucionarios y los economistas que incidían en el interior de la organización y lucha de los trabajadores.

Los revolucionarios marxistas, obreros e intelectuales, entre los que se destacó la figura de Lenin alcanzaron una primera gran victoria: desenmascararon y derrotaron al populismo, pusieron de pie un vigoroso movimiento obrero; colocaron las bases del partido de los proletarios.

El Primer Congreso del Partido Obrero Social Demócrata de Rusia se celebró en marzo de 1898, en Minsk. Se constituyeron las bases ideológicas y políticas del partido y quedó planteada su implantación y desarrollo.

 

“Un Partido de Nuevo Tipo”

 

Correspondía definir la naturaleza, la política, la organización y la práctica del Partido en el curso mismo de la lucha de la clase obrera y los pueblos contra la explotación capitalista y la autocracia.

El carácter de clase del partido, lo reivindica como el verdadero representante de los intereses inmediatos y mediatos de la clase obrera, como el combatiente consecuente por esos objetivos, como la organización política que propone y lucha contra la clase de los patronos y en oposición al Estado que representa esos intereses, que une en un mismo torrente la lucha contra la explotación y la lucha por el poder con el derrocamiento de las clases propietarias y la implantación del poder de los trabajadores y el pueblo.

El desarrollo de los combates de la clase obrera y de la juventud fue, en gran medida, obra, tarea de los militantes y las organizaciones del POSDR. En las ciudades y regiones en las que estaban implantadas las fábricas y las minas, en el ferrocarril se desarrolló, en grandes oleadas, un movimiento huelguístico que incorporaba a decenas y centenas de miles de trabajadores, que permitió el crecimiento y afirmación de la organización sindical, el desarrollo de la conciencia de las masas, la visualización de la conquista del poder por parte de los obreros avanzados. Ese fue el escenario del nacimiento y fortalecimiento del partido.

La conformación e implantación del Partido tuvo como condición indispensable la adhesión al marxismo, a sus postulados revolucionarios. Lenin habló siempre del papel indispensable de la teoría. Señaló “Sin teoría revolucionaria no puede haber tampoco movimiento revolucionario… Sólo un partido dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir su misión de combatiente de vanguardia” (Lenin).

En el interior del movimiento obrero y sindical, en las filas del partido concurrieron las ideas reformistas y conciliadoras, los teóricos del economismo y el espontaneísmo, las tesis de que el movimiento de los trabajadores debía ocuparse esencialmente de las reivindicaciones concretas, de la mejora de salarios, de la estabilidad, de los problemas y los asuntos que concernían directamente a los obreros.

En el segundo Congreso del Partido celebrado en 1903 se enfrentaron abiertamente las posiciones revolucionarias, verdaderamente marxistas con las ideas y las prácticas oportunistas. Se libró un duro combate ideológico y político en el que triunfaron las posiciones leninistas. Desde entonces en el interior del partido y en el seno del movimiento obrero, en los sóviets se expresaron dos políticas diferentes: las marxistas que por haber obtenido la mayoría se denominaron bolcheviques y, a los oportunistas que quedaron en minoría y por lo mismo fueron reconocidos como mencheviques.

Los revolucionarios proletarios al tiempo que impulsaban la lucha huelguística y por las libertades debieron librar duros combates contra esas tesis pregonadas en el interior del partido; debían bregar contra la dispersión y por la unidad del partido de la clase obrera.

Se trataba de una confrontación ideológica y política de gran envergadura que preocupaba a los verdaderos revolucionarios, a los marxistas consecuentes a cuya cabeza estaba Lenin. Esa batalla involucró a la gran mayoría de militantes, pese a la dispersión en gran número de grupos que no contaban con una dirección única y batallaban descoordinadamente.

Para enfrentar esta compleja situación Lenin elaboró un importantísimo material de carácter ideológico, político y organizativo, el “¿Qué hacer? Este trabajo tuvo una trascendencia decisiva en el desarrollo de la lucha de la clase obrera y en las definiciones ideológicas y políticas, en la unificación del Partido.

Desenmascaró y arrinconó en el seno del movimiento obrero y en las filas del partido a las posiciones oportunistas, economistas; demostró que son, esencialmente expresiones de subordinación al espontaneísmo que conspiran contra el desarrollo de la conciencia socialista. Recuperó integralmente la importancia de la teoría revolucionaria, del elemento consciente, del Partido como fuerza dirigente, como el organizador y formador político de la clase obrera; afirmó categóricamente que la clase obrera por si misma solo es capaz de apropiarse de una conciencia y un activismo sindical, que, para que se adueñe de la ideología y la política revolucionarias es necesario, indispensable el rol de los obreros avanzados organizados en el partido político de la clase obrera. A las masas trabajadoras, al pueblo la conciencia revolucionaria le debe ser “inyectada” desde fuera, desde la teoría revolucionaria, cuya expresión más relevante es el partido del proletariado. Para Lenin el partido marxista es la fusión del movimiento obrero con el socialismo.

Para Lenin y los bolcheviques  estuvo siempre claro que el Partido de la clase obrera debía corresponder integralmente a los intereses del proletariado y el pueblo, a sus aspiraciones y reivindicaciones inmediatas y a los objetivos estratégicos de la revolución y el socialismo, del comunismo. Esta comprensión y la necesidad de llevar hasta el fin la construcción del partido independiente de la clase obrera condujo a que en marzo de 1918 se cambiara el nombre del Partido Obrero Social Demócrata de Rusia por el de Partido Comunista (Bolchevique).

 

La propaganda y la lucha revolucionaria

 

Frente a la dispersión organizativa, a la existencia de numerosos grupos de socialistas en diversas ciudades y regiones, Lenin propuso un plan magistral que fue probado en la teoría y en la práctica. La publicación de un periódico que unifique a los militantes y a las organizaciones del partido con una sola política, en una única organización, para toda Rusia. De la propuesta leninista nace “La Iskra”, “La Chispa” que cumple su papel de agitador, de propagandista, de combatiente por el marxismo, de organizador. En todo el vasto territorio de Rusia surge y se entrelaza una gran red de corresponsales y distribuidores de La Iskra, se afirma en ellos y en las organizaciones del Partido la conciencia y la política revolucionaria, se estructura una organización política única, con una sola dirección, con una red de organizaciones que laboran y batallan en las fábricas y sindicatos, en el campo y en las fuerzas armadas del zar.

El partido de la clase obrera integra a su labor cotidiana, a la lucha de la clase obrera, a la confrontación ideológica contra el oportunismo, al debate teórico por la elaboración de la política revolucionaria el papel del periódico del partido. Los revolucionarios proletarios en Rusia concibieron el periódico del partido como una herramienta esencial para la agitación y propaganda revolucionaria, para la educación política de los obreros, para la construcción del partido, para la formación teórica política de la militancia, para el combate contra el oportunismo en todas sus manifestaciones. Todo el desarrollo de la Revolución de Octubre está signado por la labor del periódico del Partido. Centenas de periódicos circularon en las más diversas circunstancias, en la ilegalidad y la clandestinidad más absoluta, en los más mínimos espacios de la legalidad, y, abiertamente en los momentos de auge de la lucha revolucionaria. Una de las más grandes enseñanzas de la Revolución de Octubre y del Partido Bolchevique es el valor que le dieron a la propaganda revolucionaria y de manera especial al periódico del partido.

 

El Programa del Partido

 

La formulación del programa del Partido fue un jalón extraordinario del 2do Congreso, en 1903. Las definiciones programáticas tuvieron gran trascendencia en el proceso revolucionario. Ese Programa estuvo vigente hasta después del triunfo de la Revolución de Octubre. El Programa diseñaba los objetivos estratégicos e inmediatos de la revolución. Planteaba los objetivos estratégicos, o el Programa máximo, “el papel fundamental del partido de la clase obrera, la revolución socialista, el derrocamiento del poder de los capitalistas y la implantación de la dictadura del proletariado; y, lo que se denominó programa mínimo: el derrocamiento de la autocracia zarista, la implantación de la República democrática, la jornada de 8 horas para los obreros, la destrucción de todos los vestigios feudales en el campo, devolución a los campesinos de las tierras que les habían sido arrebatadas por los terratenientes. Más tarde, los bolcheviques sustituyeron esta última reivindicación por otra; por la de la confiscación de todas las tierras de los terratenientes”.

Esta gran tarea, la formulación del Programa del Partido, asumida y resuelta por el III Congreso del POSDR definió los objetivos ideológicos y políticos, las realizaciones espirituales y materiales que fueron propagadas y agitadas por los bolcheviques en las fábricas, en el campesinado, entre la juventud y los sectores democráticos; que permitieron al Partido ganar para la política revolucionaria a buena parte de la clase obrera, del campesinado, de los sindicalistas y de las masas incorporadas a los sóviets.

 

La organización leninista

 

El leninismo libró una enconada batalla para la definición de la naturaleza del partido. Una primera cuestión se refiere a la membresía en las filas del Partido.

Lenin propuso que para ser miembro del partido, había que cumplir como requisitos fundamentales el acuerdo con el programa y la lucha por su aplicación, pagar cuotas y militar en una de sus organizaciones. En oposición, los mencheviques abogaban por que se considere miembro del partido a quienes adherían al programa y la política del partido y pagaran cuotas. Los bolcheviques triunfaron con sus propuestas y el partido adquirió estatutariamente las características de un partido organizado.

El Partido se definía como la forma más alta de organización de la clase obrera, como un destacamento de vanguardia, como un sistema de organizaciones, como una organización disciplinada, como un partido centralizado, con una sola política y una única dirección, como la manifestación de sus miembros de ser parte de él, de manera consciente y voluntaria, como expresión de la democracia en el marco de la organización. Estos principios y su vigencia hacen parte del centralismo democrático.

Estas características dotaron al partido bolchevique de la fortaleza ideológica, de la claridad política y de la fuerza organizativa que le permitieron cumplir su rol en el proceso de organización de la revolución y en la conquista de la victoria; hicieron del partido bolchevique un gran partido, “un partido de nuevo tipo”, diferente de los partidos socialdemócratas de los países de Europa Occidental, un partido capaz de discernir y elaborar políticas concretas para enfrentar las diversas situaciones, para organizar los contingentes de la clase obrera, del campesinado y de los soldados y conducirlos a combates victoriosos, para unir a los inconformes con el régimen zarista en un solo torrente revolucionario, para discernir, desenmascarar y derrotar a las diversas manifestaciones ideológicas y políticas del oportunismo en el seno del movimiento obrero y en el interior del partido.

Desde entonces el centralismo democrático se convirtió en la piedra de toque para discernir entre un partido proletario y todo tipo de organización o movimiento pequeño burgués.

 

La vinculación del partido con las masas

 

La naturaleza del partido, su política y organización se probaron en el curso de la lucha de los obreros y campesinos por sus reivindicaciones, en los combates por la libertad y la democracia, por la derrota del zar; fueron ciertos en la medida que el partido pudo concebir y construir lazos indisolubles con la clase obrera y demás clases trabajadoras. La vinculación del partido con las masas dejo de ser un presupuesto teórico y se convirtió en una realidad. Fueron decenas y centenas de miles de trabajadores y campesinos los que asumieron como suya la política del Partido, los que batallaron con su dirección y conquistaron la victoria.

Los revolucionarios proletarios rusos nunca se marginaron de la clase obrera, de los contingentes de la juventud rebelde, de los problemas y los combates del campesinado, de la lucha por la libertad y la democracia, contra la autocracia del zar; fueron siempre combatientes de primera línea, los más abnegados organizadores de la huelgas y manifestaciones de los trabajadores, supieron ganar para las ideas de la revolución y el socialismo a importantes contingentes de la clase obrera y de la juventud.

Las ideas leninistas de construir un partido que cuente con núcleos selectos de cuadros  que asuman integralmente el papel de revolucionarios profesionales, que dispongan y dediquen sus capacidades intelectuales y físicas a la labor cotidiana de organizar los destacamentos de la revolución, de agitar y educar en los sindicatos, de dirigir la huelga y la movilización callejera, de participar activamente y de manera clara y convincente en las asambleas de las masas de sindicalistas y en los sóviets, de ser abanderados y dirigentes de los combates de clase, de ser organizadores de la violencia revolucionaria de las masas se fueron concretando en la estructura y funcionamiento y sobre todo en el batallar del Partido Bolchevique.

Hay que insistir que la idea leninista de los cuadros revolucionarios  profesionales está intrínsecamente ligada al trabajo del partido entre las masas. El partido nunca fue concebido como una secta. Por el contrario los cuadros y los organismos del partido estuvieron siempre estrechamente vinculados a las masas. Por esa razón pudieron percibir los intereses de las masas, sus anhelos, su estado de ánimo, aprender de sus enseñanzas; y, principalmente, supieron colocarse a la cabeza de sus intereses inmediatos y mediatos, de la lucha por alcanzarlos; tuvieron la capacidad de educarlas políticamente, de insuflarles la conciencia revolucionaria; y conducirlas de combate en combate para conquistar la victoria.

 

La Revolución de 1905

 

La política revolucionaria del Partido, guiada por el marxismo y concretada al desarrollo de los acontecimientos, así como, el trabajo tesonero de los dirigentes y militantes del Partido fueron determinantes para el auge del movimiento obrero y democrático que recorría las ciudades y los campos de la vieja Rusia. Para 1905 el movimiento huelguístico incorporó a millones de trabajadores, amenazó el establecimiento.

Una gran movilización obrera que se dirigía ante el zar para implorarle justicia y nuevas condiciones de vida fue sofocada con las armas provocando la muerte de más de mil manifestantes, el 9 de enero de 1905. Esa procesión fue organizada por otras fuerzas políticas, los bolcheviques advirtieron que las reivindicaciones no se logran con rogativas, que se alcanzan con la lucha, con la insurrección armada; pero, a sabiendas de esa realidad se incorporaron a la movilización para no aislarse de las masas y contribuir a su esclarecimiento político; decenas de bolcheviques pagaron el holocausto de sus vidas.

“El domingo sangriento” a pesar de la magnitud de la represión no provocó el desarme de la clase obrera, produjo más bien la indignación y la protesta de centenares de miles de trabajadores en distintas regiones y ciudades.

Se produjo un ascenso del movimiento obrero, el surgimiento de los sóviets de obreros y campesinos como expresión de la organización política de las masas. Para el otoño de 1905 el movimiento huelguístico crecía en grandes magnitudes, se producían huelgas políticas de las masas que planteaban el derrocamiento del zar.

Una vez más se planteaba el debate político entre los bolcheviques y los mencheviques. Los primeros planteaban la necesidad de organizar la insurrección armada y el papel dirigente de la clase obrera en la revolución democrática para asegurar su continuación al socialismo. Los mencheviques pregonaban que la burguesía era la única clase en capacidad de conducir la revolución democrática e implantar un Estado similar a los de Europa Occidental, los trabajadores debían respaldar a la burguesía puesto que no estaban planteadas las condiciones para la insurrección armada, para la revolución.

Los bolcheviques se volcaron a organizar la insurrección armada, a movilizar a la clase obrera y al campesinado. En diciembre de 1905 se produjo la insurrección en Petersburgo y en Moscú. Fue derrotada por la superioridad militar del zar y por las debilidades del movimiento obrero y del partido.

La revolución de 1905 fue derrotada y los bolcheviques aprendieron importantes lecciones. No concluyeron que la insurrección era inviable sino que no estuvo bien preparada, no renegaron de la lucha y se propusieron continuarla en las nuevas condiciones. A pesar de la derrota, en 1906 – 1907 el movimiento obrero tuvo importantes expresiones, se produjeron huelgas en numerosas ciudades y regiones.

Si bien la Revolución de 1905 fue derrotada, el zar se vio obligado a cambiar el modo de gobernar, a convocar al parlamento, la Duma que a pesar de las restricciones abrió fisuras al absolutismo.

 

Utilización de todas las formas de lucha

 

La derrota de la Revolución implantó un período de reflujo del movimiento obrero, el recrudecimiento de la reacción y la represión; un lapso que obligó a los trabajadores y los revolucionarios a adecuar las tácticas del combate a las nuevas condiciones.

La clase obrera, el campesinado, la juventud, las fuerzas democráticas sufrieron embates que impactaron en la organización y en la conciencia de los sindicalistas y de los miembros de los Soviets. Para los oportunistas y los mencheviques la lucha de la clase obrera y el pueblo había sufrido una gravísima derrota que implicaba su repliegue, las reclamaciones pacíficas y estrictamente sindicales. Para los bolcheviques esa derrota infringió serios daños a la organización y la conciencia del movimiento obrero, pero se trataba de un revés transitorio que se transformaría más adelante en un nuevo ascenso de la lucha obrera, en una nueva revolución.

El POSDR sufrió el impacto de la política represiva, del reflujo de la lucha social y política que implantó la reacción; decenas de miles de militantes desertaron de las filas del partido, en buena parte de los sindicatos y los Sóviets fueron reemplazados por los mencheviques y los socialistas revolucionarios.

En los hechos el escenario social y político había cambiado significativamente.

Esas circunstancias obligaron a modificar la táctica del partido. En las nuevas condiciones la política del Partido tenía en cuenta la situación de la clase obrera, sus demandas inmediatas, la utilización de los recursos legales para la elaboración de las demandas y la organización de la lucha por hacerlas realidad; la participación activa en las diversas organizaciones permitidas por la legalidad institucional. “Creaba organizaciones clandestinas. Editaba hojas ilegales. Desarrollaba una labor revolucionaria clandestina entre las masas. Y a la par con todo esto, iba penetrando cada vez más de lleno en las diversas organizaciones legales de la clase obrera”. (Historia del Partido Comunista Bolchevique).

La táctica del Partido tenía presente la necesidad de elaborar una política dirigida a la clase obrera, pero también, desde sus intereses, al conjunto de la sociedad. Frente a la convocatoria a elecciones para el parlamento (la Duma), a pesar de las restricciones impuestas por la autocracia, el partido llamó a la clase obrera y al pueblo a participar en esas contiendas y logró posesionar una bancada de parlamentarios bolcheviques que utilizaron esos espacios como tribuna para continuar la lucha política por la democracia y contra el autoritarismo, por la libertad y el socialismo. Esa política no fue inmutable, fue flexible, táctica, tuvo en cuenta las condiciones y en varias oportunidades participaron en la Duma y en otras se abstuvieron y la denunciaron.

El partido priorizaba el trabajo clandestino e ilegal, sin renunciar a utilizar los espacios permitidos por la institucionalidad. En esas duras condiciones el Partido Bolchevique sufrió la represión, la persecución, el apresamiento y el confinamiento de gran número de dirigentes y militantes, decenas de bolcheviques fueron asesinados. Pero, debido a una justa política, a la organización, a la disciplina y a la conciencia de los militantes el Partido fue recuperando fuerzas, creciendo, ganando la dirección de las masas; en el seno de la clase obrera y en el interior de sus filas tuvo la capacidad de batir las ideas oportunistas de los mencheviques, esclarecer el rumbo revolucionario y dirigir importantes luchas huelguísticas y movilizaciones que condujeron a un nuevo ascenso de la lucha revolucionaria de las masas a partir de 1912.

Un periodo duro y difícil que probó la naturaleza del Partido, la justeza de su política, las enseñanzas de Lenin.

El Partido demostró en los hechos que la fusión del marxismo con el movimiento obrero se concreta en la teoría y en la práctica.

No puede haber un partido obrero sin la guía del marxismo, sin la luz de la teoría. No puede existir un partido revolucionario sino traza una justa política que partiendo de los intereses de la clase obrera tenga en cuenta el escenario económico, social y político, una política que exprese los intereses y anhelos inmediatos de los trabajadores pero que recoja las ideas y los anhelos del conjunto del pueblo. No basta con difundir las ideas generales del socialismo y la emancipación, es necesario concretar la teoría en plataforma de lucha, en voz de orden para la movilización de las masas. No es posible la existencia de un Partido revolucionario que no asuma, en los hechos, la utilización de las diversas formas de lucha, de combinar el trabajo ilegal con el ilegal, la actividad pública con la clandestinidad. No puede haber un Partido de la clase obrera que abandone los vínculos de unión política, ideológica y organizativa con las masas; sólo un Partido íntimamente unido a las masas puede contribuir a su organización, a su educación política y será capaz de conducirlos a sucesivos combates hasta la victoria. No puede haber un Partido proletario si no afirma y prueba, en la lucha, la organización celular, la democracia y la disciplina, la decisión y el coraje de combatir hasta las últimas consecuencias.

El Partido Bolchevique desarrollo políticas concretas, referidas a los intereses de los trabajadores en las condiciones particulares, en el proceso de ascenso y auge de la lucha de clases, en las circunstancias del repliegue; para todas las circunstancias tuvo la capacidad de definir tácticas justas, oportunas y revolucionarias; y, jamás desvinculó esas propuestas y políticas de los objetivos estratégicos de la revolución y el socialismo. La experiencia demostró la existencia de un partido que tiene la capacidad de elaborar tácticas que tienen en cuenta la realidad concreta y mantiene la mira en los objetivos estratégicos de la revolución y el socialismo.

La consigna de construir un partido de nuevo tipo tiene presente, “un auténtico Partido marxista, irreconciliable en su actitud frente a los oportunistas y revolucionario en su actitud frente a la burguesía, un partido fundido en una unidad fuerte y monolítica, un partido que sea el Partido de la revolución social, el Partido de la dictadura del Proletariado”. (Historia del Partido Bolchevique).

 

La situación revolucionaria

 

El desarrollo de la lucha de clases en la Rusia zarista a partir de 1912 se expresó en un ascenso sostenido, fueron millones de trabajadores que se involucraron en la lucha huelguística, millones de seres que se volcaron a las calles a reclamar la libertad y la democracia; se produjeron levantamientos entre los soldados y en la Armada. Tenía lugar un importante auge de la lucha revolucionaria.

“Los de arriba no pueden gobernar como antes, los de abajo no están dispuestos a continuar como hasta ahora”. Las masas de obreros y campesinos están de pie, luchando por sus intereses, por la libertad y la democracia, contra el autoritarismo.

Se estaba produciendo una situación revolucionaria. Los bolcheviques asumieron con decisión la responsabilidad de conducir a la clase obrera, a los sóviets a la lucha por el poder.

 

La Primera Guerra Mundial

 

El desarrollo del capitalismo a nivel mundial había dado lugar al aparecimiento de una nueva fase, al imperialismo, un estadio superior respecto del capitalismo mercantilista pero también la última etapa.

El desenvolvimiento del imperialismo tiene manifestaciones concretas: el desarrollo desigual, la competencia elevada al nivel de los monopolios y los países imperialistas, la disputa de materias primas, de mercados, de zonas de influencia, las guerras de agresión a los países y los pueblos atrasados. Cuando no quedan países y regiones por descubrir, cuando no existen nuevos espacios que conquistar, los monopolios y los países imperialistas se ven enfrentados a provocar un nuevo reparto; deben disputar posiciones entre sí.

Las primeras décadas del siglo XX al tiempo que escenifican un importante desarrollo de las fuerzas productivas, de nuevas técnicas y tecnologías para el impulso de la producción y la productividad, dieron lugar al aparecimiento de los monopolios, a una gigantesca concentración de la riqueza creada por los trabajadores, al desarrollo de la industria armamentista, a nuevas guerras de conquista; y, provocaron el estallido de la guerra interimperialista, la Primera Guerra Mundial.

El movimiento obrero y los partidos obreros de Europa Occidental y Estados Unidos se enfrentaron en un debate intenso entre los internacionalistas que denunciaban el carácter imperialista, reaccionario de la guerra y, los oportunistas que proclamaban la “defensa de la Patria” y subordinaban al movimiento obrero a los designios y políticas de las burguesías.

En el interior del movimiento obrero de Rusia y en las filas del Partido Bolchevique las posturas internacionalistas más consecuentes fueron asumidas y defendidas por Lenin y los bolcheviques; las posiciones nacionalistas fueron exhibidas por los mencheviques y los socialistas revolucionarios.

Rusia participaba en la Primera Guerra Mundial aliada a Francia e Inglaterra; enfrentaban a la alianza de Alemania y Austria. La participación de Rusia en la guerra imperialista impuso nuevos sacrificios a los trabajadores y campesinos, a los pueblos; permitió al zar sofocar el auge de la lucha de la clase obrera y el pueblo, distraer la atención de los problemas internos y lanzar la consigna de luchar por el fortalecimiento y engrandecimiento de Rusia.

Los bolcheviques, de manera consecuente, condenaron la guerra y trabajaron al seno del pueblo y de las tropas por denunciar su carácter.

 

La Revolución de Febrero de 1917

 

Las ideas del Partido Bolchevique respecto de que la derrota de la Revolución de 1905 no significaba el fin de la lucha por la emancipación del movimiento obrero y del campesinado, de que advendría, nuevamente un auge de la lucha revolucionaria de la clase obrera y el pueblo fueron confirmadas por el desarrollo de los acontecimientos.

Los anhelos de libertad, de democracia de las masas obreras, la lucha huelguística de millones de trabajadores, las demostraciones de la juventud, los reclamos y levantamientos del campesinado fueron creciendo, igual que la organización y acción de los sóviets.

Ese incesante batallar incorporó a millones de seres, de fuerzas y partidos de la pequeño burguesía y de la burguesía para hacer frente al zarismo. Pronto se convirtió en un torrente que culminó con el derrocamiento del zar y la implantación de un gobierno burgués.

La victoria de la Revolución de Febrero echó abajo el dominio del zar pero implantó un gobierno de la burguesía. A pesar de ello esos acontecimientos constituían un jalón extraordinario en el proceso de la liberación social.

Una vez más se planteó en el movimiento obrero y en el interior del Partido un enconado debate. Los mencheviques, los socialistas revolucionarios y toda suerte de oportunistas sostenían que se había conquistado una gran victoria, que correspondía seguir el camino de los países europeos capitalistas, que la clase obrera debía subordinar sus aspiraciones a la vigencia de la democracia. Los bolcheviques señalaron que ese triunfo de la revolución era incompleto, que los capitalistas continuarían encadenando a los trabajadores de la ciudad y el campo a la explotación y opresión, seguirían comprometiendo al país a la guerra imperialista; proclamaron la necesidad de que la clase obrera dirija la revolución y la conduzca de manera interrumpida desde sus tareas democráticas al socialismo.

 

La dualidad de poderes

 

Lenin y el Partido señalaron certeramente que la Revolución de Febrero había implantado una nueva situación, inédita en la historia de Rusia y en el proceso de las revoluciones a escala internacional.

La derrota de la autocracia significó el ascenso al poder de la clase de los capitalistas pero también el fortalecimiento de los Sóviets y su papel en la sociedad.

La movilización de la clase obrera, los levantamientos campesinos, las sublevaciones de los soldados en los mismos frentes de batalla, la confraternización de las tropas con los insurrectos, fortalecieron el funcionamiento de los sóviets, impulsaron su activa participación en todos los acontecimientos,  su papel dirigente en las más grandes acciones, sobre todo, en Petersburgo y Moscú . Estas condiciones otorgaron a los sóviets las características de un poder alternativo al que había implantado la burguesía.

En los hechos se erigía un nuevo poder, un poder que ejercía el mando entre las masas de trabajadores, entre los campesinos y en una parte de los soldados.

Los bolcheviques a pesar de que no contaban con la hegemonía en la dirección de los sóviets trabajaron por acrecentar ese poder y por ganar posiciones en la conducción.

Lenin sostuvo de manera clara que esa situación planteaba en Rusia una “dualidad de poderes”. Existían dos centros de poder: el gobierno burgués y los sóviets. Advirtió que esa situación no podría subsistir por mucho tiempo, que debía ser superada con la eliminación del dominio burgués y lanzó la consigna “todo el poder a los sóviets”. Ese es el contenido esencial de las Tesis de Abril.

El análisis marxista de la situación, las políticas revolucionarias y la práctica impulsadas por el Partido Bolchevique le permitieron ganar a los soviets, a las masas de obreros combatientes, al campesinado más aguerrido y los soldados rebeldes.

 

La victoria de la insurrección armada en Octubre de 1917

 

La revolución de Febrero había derrotado a la autocracia zarista e impuesto la dictadura de la burguesía, celebrado como un gobierno “democrático y revolucionario” por los mencheviques y, como una expresión de la dominación de los capitalistas por los bolcheviques.

Los acontecimientos de febrero no resolvieron la crisis política; la clase obrera y el campesinado, la juventud y los soldados aprendieron a combatir, asumieron que tenían la capacidad de determinar el rumbo del proceso revolucionario. La política salió de los salones y las componendas de las clases dominantes y se convirtió en expresión de los intereses del pueblo; en todas partes, en los barrios y en las fábricas, en los sindicatos y los sóviets se debatían con entusiasmo los problemas del país, de la democracia, de la libertad, de la guerra. Las masas se convirtieron rápidamente en protagonistas de la historia, en hacedoras de su presente y porvenir.

El Partido Bolchevique se colocó a la altura de los acontecimientos, aprovechó intensamente los espacios abiertos por la derrota de la autocracia, utilizó con iniciativa y audacia todas las circunstancias. Stalin asumió la responsabilidad de dirigir el periódico “La Pravda” (La Verdad) y proyectarla como la voz de los rebeldes y revolucionarios, como la guía de la lucha por la libertad y el socialismo. En pocas semanas La Pravda se convirtió en la prensa del movimiento obrero, en vocero de las posiciones revolucionarias en los soviets. En toda Rusia, los bolcheviques fundaron y difundieron periódicos del Partido y de las Organizaciones de masas, así como de los Sóviets.

Los bolcheviques abanderados de las Tesis de Abril, de la consigna de “Todo el poder a los Sóviets” tuvieron la pericia para ganar espacios en la dirección de los mismos desplazando a los mencheviques que se habían apoderado de esas posiciones aprovechando que la gran mayoría de cuadros bolcheviques estaban prisioneros o deportados.

Son de gran valor, una enseñanza extraordinaria los debates que se desarrollaban en los soviets acerca de los rumbos para conquistar la libertad. Sin embargo, resalta la discusión en el Partido Bolchevique, en el Comité Central entre las tesis revolucionarias de organizar la insurrección armada defendidas por Lenin y Stalin y, las posturas oportunistas y conciliadoras que defendían el gobierno burgués como expresión de la democracia y señalaban que oponerse a él favorecía a las posiciones reaccionarias de la restauración de la autocracia.

La naturaleza del Partido Bolchevique, su temple revolucionario, las ricas experiencias alcanzadas en el fragor de los combates permitieron que las tesis leninistas de organizar la insurrección armada triunfaran en el debate interno y, se convirtieran en la voz de orden.

El 25 de octubre del viejo calendario (7 de noviembre del nuevo calendario), se hizo realidad la planificación de los bolcheviques. Se derrocó al gobierno burgués, los obreros, los jóvenes y los soldados insurrectos derrotaron a las tropas del gobierno burgués y se proclamó la Revolución.

Fue el asalto victorioso del poder, la asunción de la clase obrera y su partido de los destinos de Rusia. Se inició el proceso revolucionario más profundo y radical de la Historia de la Humanidad, por primera vez una revolución hecha por la mayoría era en beneficio de las propias mayorías, una revolución que conmovió los cimientos de la sociedad, que derrumbó todas las expresiones de la institucionalidad e implantó el gobierno de los obreros y campesinos, el poder popular, la dictadura del proletariado.

El Partido Bolchevique fue el mentalizador y el organizador de esta Revolución.

 

La dictadura del proletariado

 

Conquistado el poder se planteaba para la clase obrera y los bolcheviques la gran tarea de mantenerse en el poder.

Los bolcheviques encabezados por Lenin y Stalin definieron el rumbo: cumplir las grandes realizaciones sociales que impulsaron el combate de las masas obreras y campesinas, de vastos sectores de la sociedad y de los soldados:

Decretaron la vigencia de las 8 horas de trabajo, confiscaron los bancos y grandes empresas, ejercieron la justicia revolucionaria; confiscaron las tierras de los terratenientes y las entregaron a los campesinos; democratizaron la vida de la sociedad y del Estado; constituyeron la República de los Sóviets; dieron fin a la guerra imperialista.

Surgió un nuevo modo de vida, los hombres y mujeres sencillos, los trabajadores de la ciudad y el campo se erigieron en los protagonistas de la vida social y política; las clases trabajadoras, con la clase obrera a la cabeza asumieron en rol de clases dominantes; se dio vuelta a la sociedad y a la vida. Las relaciones de la clase obrera con los pueblos y nacionalidades de la vieja Rusia cambiaron de naturaleza, la “gran cárcel de pueblos” se transformó en la unión voluntaria de los pueblos y nacionalidades, dirigidos por la clase obrera, en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Los Soviets se convirtieron en los órganos de Poder, los sindicatos tenían plena vigencia, constituyeron los instrumentos para la administración de las fábricas, para el control obrero sobre la producción.

El Partido Comunista (Bolchevique) fue el inspirador y el guía político, sus militantes y jefes los hacedores de las grandes realizaciones de la revolución.

En el seno del Partido se libraron nuevas batallas ideológicas y políticas. Se desenmascaró y batió las ideas de que se debía recurrir a la vieja oficialidad de las fuerzas armadas para dirigir el Ejército Rojo, de que había que contar con los ingenieros y los técnicos del pasado para recuperar la producción. Batieron la tesis de que el sostenimiento de la Revolución exigía, de manera inmediata, que se produzca la revolución en los otros países de Europa, la teoría de la revolución permanente exhibida por los trotskistas. En la teoría y en la práctica se afirmó la concepción de que en las condiciones de entonces, era posible la construcción del socialismo en un solo país, en Rusia.

Esas grandes realizaciones fueron posibles debido a la instauración de la Dictadura del Proletariado que implicó el papel dirigente de la clase obrera en estrecha alianza con el campesinado, la conformación del Ejército Rojo, el establecimiento de una nueva institucionalidad, diferente de todas las existentes, la implantación de la democracia en la que los obreros y campesinos podían hablar y decidir; y, desde luego la represión de las clases reaccionarias que habían sido derrocadas del poder pero que saboteaban y conspiraban contra la revolución.

Al analizar la Comuna de París, Marx elucidó la teoría de la Dictadura del Proletariado como la forma de gobierno de la revolución proletaria. Los bolcheviques y la clase obrera de Rusia la convirtieron en una realidad, en la forma más avanzada de la democracia, en la expresión más eficaz y eficiente para el cumplimiento de los grandes objetivos de la emancipación de los trabajadores.

 

La guerra civil revolucionaria

Los terratenientes y capitalistas que fueron derrocados por la Revolución de Octubre no se resignaron a la pérdida de sus prebendas. Una y otra vez se alzaron en armas contra el joven poder soviético.

Los antiguos jefes del ejército zarista apoyados en los terratenientes y los campesinos ricos, los kulaks, auxiliados económica y militarmente, con armas y asesores por los países imperialistas se sublevaron en diversas regiones de la vasta Unión Soviética. Más adelante, una vez finalizada la Primera Guerra Mundial se constituye la Entente imperialista que agrupó a 14 países liderados por Inglaterra y Francia y, que inició una guerra de agresión, en estrecha coordinación con las fuerzas reaccionarias internas.

El Partido Bolchevique, los sóviets, la clase obrera, los campesinos pobres, la juventud rebelde asumieron la responsabilidad de la defensa de la revolución. Sin dejar de lado las realizaciones democráticas y liberadoras, las transformaciones en el ámbito de la estructura y de las superestructuras plantearon la necesidad de defender el socialismo, llevaron adelante “el comunismo de guerra”.

Teniendo como base las tropas que participaron en las acciones militares de Octubre, los apreciables sectores de soldados que confraternizaron con los insurrectos, las tropas que combatieron en la guerra imperialista y que se insubordinaron reconociéndola ajena a los intereses del pueblo; incorporando grandes sectores de la clase obrera que combatieron en las barricadas, a vastos sectores del campesinado que se sublevó contra los terratenientes se conformó el Ejército Rojo.

El Ejército Rojo, grandes contingentes de milicianos y guerrilleros dieron dura batalla a las fuerzas reaccionarias e imperialistas y los derrotaron en sucesivos combates que duraron un poco más de tres años.

Los comunistas fueron el alma de las fuerzas militares revolucionarias, los combatientes aguerridos, los jefes abnegados, los que condujeron a la victoria a la clase obrera, a los sóviets y al Ejército Rojo. La organización del Partido, los comisarios políticos, las tropas y el pueblo consolidaron la victoria de la Revolución de Octubre.

Solo un Partido armado de las ideas marxista leninistas, de la conciencia revolucionaria, de una gran devoción por los intereses de los trabajadores y el pueblo podía tener la capacidad de enfrentar una guerra tan devastadora y conducirla a la victoria. Solo un Partido con jefes probados como Lenin y Stalin podría conducir a la clase obrera y al pueblo a la victoria militar sobre los enemigos de la revolución.

 

El internacionalismo proletario

 

El carácter internacional de la dominación del capital y del imperialismo hace de la clase obrera una clase internacional. El Partido de la clase obrera es, de manera consecuente, una formación internacionalista. Estos principios emanan desde los inicios de la lucha de la clase obrera y de la constitución de los partidos comunistas; están plasmados en el Manifiesto del Partido Comunista.

Los bolcheviques con Lenin a la dirección conformaron desde siempre un partido internacionalista. Nunca renunciaron a esa responsabilidad. Participaron activamente en las actividades internacionales de la clase obrera y los partidos. Denunciaron el chovinismo y la traición de los Jefes de la Segunda Internacional cuando se coludieron con las burguesías de sus respectivos países y avalaron la incorporación de los trabajadores en la guerra imperialista, supuestamente, en defensa de la patria.

El triunfo de la Revolución de Octubre despertó un gran entusiasmo entre los trabajadores del mundo, los colocó de lado de su defensa. (Una de las razones para el desistimiento de su participación en la guerra de agresión a la Rusia Soviética, de varios gobiernos de los países imperialistas era el temor a que los soldados se nieguen a combatir a los comunistas y se pasen a su lado).

La Revolución de Octubre estimuló la conformación de partidos comunistas y obreros en un gran número de países de todos los continentes.

El Partido Bolchevique contribuyó, dio todo su apoyo a la conformación de la Internacional Comunista, en Moscú, en  marzo de 1919. La Unión Soviética se constituyó en la segura retaguardia de la revolución internacional del proletariado.

 

La insurrección armada y la conquista del poder

 

Los bolcheviques entendieron siempre desde los primeros intentos de la construcción del Partido y a lo largo de su intensa lucha social y política que el propósito central del movimiento obrero y de su partido era la lucha por el poder. Lenin fue abanderado de esas posiciones y educó a la militancia, a las masas trabajadoras y a la juventud en las ideas de conducir todas las luchas, todas las acciones hacia el objetivo de derribar el poder de la autocracia y la implantación de la dictadura del proletariado.

La cuestión de la conquista del poder estuvo vinculada siempre a la utilización de todas las formas de lucha, pero sobre todo, a la concepción de que solamente a través de la guerra revolucionaria sería posible el cumplimiento de ese objetivo.

La insurrección armada no fue solo un enunciado, fue siempre parte de la actividad de los comunistas. En 1905 en el clímax del auge de la lucha proclamaron abiertamente que los objetivos inmediatos y sobre todo, la emancipación se alcanzarían solamente con la insurrección armada. En 1917, en febrero y en octubre insistieron en esas propuestas y, de manera consecuente, se propusieron organizarla; lo hicieron de manera justa y correcta, y de esa manera asaltaron el poder, derrocaron a los capitalistas y terratenientes, implantaron la dictadura del proletariado.

La guerra civil revolucionaria que opusieron victoriosamente contra los reaccionarios internos y la agresión imperialista es una demostración de la utilización de la violencia revolucionaria para la conquista del poder y para su mantención, para la construcción del socialismo.

La Gran Guerra Patria que resistió heroicamente la agresión de la Alemania nazi y condujo luego a la derrota del nazi fascismo y entregó una extraordinaria contribución a la paz y a humanidad es otra manifestación de la justa organización y conducción de la guerra revolucionaria de las masas.

En el proceso de la lucha por el poder el Partido educó y organizó a la militancia para enfrentar las tareas militares de la revolución; trabajó intensamente en el interior de las fuerzas armadas, tomó posición por los derechos de la tropa, en contra de la guerra imperialista, impulso la conformación de los sóviets de soldados.

 

La lucha de las ideas en el interior del Partido

 

La Revolución de Octubre es un largo y duro proceso por la afirmación de las concepciones marxistas en la naturaleza y la práctica del Partido Bolchevique.

Para la constitución del partido Lenin y los revolucionarios tuvieron que librar una batalla teórico política para desenmascarar y el arrinconar los presupuestos de los populistas, del terror individual como forma de derrotar al zar, de los marxistas legales; para posesionar en la mente y la práctica de los revolucionarios proletarios las ideas de Marx y Engels.

Para colocar al Partido Bolchevique a la altura de las condiciones del desarrollo de la lucha de la clase obrera y el campesinado hubo necesidad de afirmar y desarrollar las tesis del marxismo, de echar por la borda las tesis de los economicistas que pretendían encasillar la lucha de la clase obrera a la demanda de las reivindicaciones inmediatas; de batir las ideas del desarrollo capitalismo para el advenimiento ulterior de la revolución y el socialismo.

Para la construcción de un partido con una sola organización y una misma política a nivel de todo el país, unido, disciplinado, aguerrido fue necesario deshacer las ideas del democratismo y la libertad de crítica; fue indispensable elaborar las concepciones organizativas del partido del proletariado, el centralismo democrático, y posesionarlas en las organizaciones de socialdemócratas que estaban dispersas en toda la vieja Rusia. Estas batallas ideológicas y políticas exhibidas y defendidas por los oportunistas fueron derrotadas en el debate y la práctica social.

Dirigir a la clase obrera en el combate cotidiano y proyectarlo a la lucha política exigió definir en el seno del Partido, en la clase obrera y en los Sóviets el papel, de la confrontación abierta para la conquista de los derechos y reivindicaciones, de la lucha por el poder, de la insurrección armada para alcanzar esos objetivos; debió desenmascarar y dejar de lado las posturas oportunistas y conciliadoras esgrimidas por los mencheviques y los revolucionarios pequeño burgueses.

Para la lucha por la transformación de la guerra imperialista en guerra revolucionaria fue necesario desenmascarar las posiciones defensistas, reivindicar las concepciones internacionalistas, batir a escala nacional e internacional las posiciones chovinistas y oportunistas de los mencheviques y demás congéneres incrustados en el movimiento obrero y comunista.

Para la construcción del poder popular, para la afirmación de la dictadura del proletariado, para la edificación de la sociedad de los trabajadores hubo necesidad de enterrar las ideas del trotskismo de la revolución permanente; afirmar en los hechos la tesis de la construcción del socialismo en un solo país, sujeto al cerco del imperialismo y la reacción internacional, pero contando con la solidaridad y el apoyo del movimiento obrero de todos los países.

La historia del Partido Bolchevique, su construcción, su capacidad de organizar y dirigir a millones de seres en la lucha por el derrocamiento de la autocracia y el capitalismo, solo se pudo alcanzar con la más firme y consecuente lucha ideológica en el interior del partido y de cara a la sociedad. Los bolcheviques con Lenin y Stalin fueron implacables con las ideas extrañas, con las desviaciones ideológicas y políticas del oportunismo. Comprendieron la lucha de las ideas como la implantación de las concepciones proletarias en la teoría y en la práctica del Partido; nunca conciliaron para “preservar la unidad”, jamás permitieron el brote y surgimiento de las posiciones antimarxistas.

 

Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador

Ecuador, marzo de 2017.

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Por PCMML

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