Para muchas personas, ser trabajador implica   muchas preocupaciones; entre ellas está la jubilación o retiro. Si bien muchos han podido cotizar ante el IMSS o ISSSTE antes de 1997, los que comenzaron a hacerlo después de esa fecha, tuvieron que contratar una Afore o realizar ahorros personales. No obstante, tal situación no se trata de una simple decisión gubernamental: es la expresión del dominio del capital financiero a nivel internacional y su modelo neoliberal, que se le ha impuesto a los trabajadores.

El actual sistema de jubilación consiste en aportaciones individualizadas de una parte de sus ingresos. Si bien, estas cuentas son tripartitas, es decir, las cubren trabajadores-patrones-Estado, todo el peso recae en los primeros, pues las Afores cobran comisiones por atesorar el dinero. Además, el trabajador que cotiza en este sistema requiere de 1, 250 semanas para jubilarse y cerca de 60 años de edad.

Aunque en muchos países este experimento se llevó a cabo de manera parcial y paramétrica, en México el sistema de capitalización individual se mantuvo hasta nuestros días, dejando en una vana esperanza el sueño de una vejez tranquila, mediante una pensión suficiente. A este problema tenemos que agregarle el tema del desempleo, la poca estabilidad laboral, el detrimento del salario y el paso de muchos trabajadores al sector informal. Todo esto trae consigo que una reducida cantidad de trabajadores puedan siquiera llenar una cuenta de Afore con sus ahorros.

El 2020 llegó con una reforma que buscaba modificar toda una veintena de años de leyes antipopulares. El cambio que pretende traer es un aumento de las aportaciones que realiza el patrón en la cuenta de Afore, un sistema garantizado para una pensión mínima (de alrededor de $3,289 a $4,345), reducción de las 1,250 semanas de cotización a 750 (pero que irán aumentando gradualmente hasta alcanzar 1,000 semanas de cotización en el 2031) y una limitación a las cuotas que imponen las Afores (de 1.93% a 0.92%).

Sin embargo, vemos que no es una regresión al sistema público de contribución solidaria, sino una intervención mayor del Estado y casi nula participación de los patrones hacia las Afore.

Este es el panorama del retiro para las nuevas generaciones. Aunque se realicen estos cambios, eso no modificará la sangría que significará para los trabajadores pagar con su propio salario lo que se les había arrancado a los capitalistas, además si persiste la falta de empleo formal, flexibilización laboral, inflación y preponderancia de los intereses del sector privado en la economía, serán una pesada carga que mantendrá la reforma del 2020 y sólo seguirá la incertidumbre sobre su retiro.

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Por PCMML

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