La guerra de rapiña que los imperialistas desataron en Ucrania cumple un año, sangrando a los pueblos que han involucrado como soldados, como objetivos militares y como sostenedores de la guerra contra su voluntad, a través de la plusvalía arrancada a los asalariados destinada para la fabricación y uso de armas.
Miles de vidas de trabajadores cobra hasta ahora y la guerra la continúan escalando para alcanzar el objetivo de repartirse ese territorio que no es suyo. Amenazando con el uso de armas nucleares las bandas de saqueadores del lado estadounidense (con Reino Unido, Alemania, Francia, etc.) y del lado ruso (con China e Irán, principalmente) ambos quieren establecer el dominio, pero también imponer su hegemonía sobre el mundo y Ucrania se convirtió en el lugar adecuado para esa disputa imperialista, pero también como la forma de desahogar los graves problemas económicos y sociales que enfrenta la economía capitalista-imperialista en su conjunto, que como sus voceros declaran “entrará en recesión este año 2023”.
Como la llamen, “operación especial” del lado ruso o invasión de rusa, de lado estadounidense; ambos son responsables de la muerte y devastación que están ocasionando en Ucrania y el planeta.
La guerra en Ucrania no brotó espontáneamente, lo mismo en Siria por mencionar otro país, sino es un entramado que se viene desarrollando desde hace años con el objetivo de extender el dominio imperialista a otros sitios por recursos, materias primas a menos costo para la producción capitalista que tiene fuertes y graves declives en su desarrollo, que al mismo tiempo muestra que se sigue agotando, desgastando y descomponiendo. Ya Lenin había escrito sobre el imperialismo y dejó trazado lo que hoy se confirma, que el capitalismo es la fase última y más purulenta del capitalismo.
Las potencias imperialistas están forzando a sus pueblos y a los del mundo a sostener la guerra con miles de millones de dólares, de rublos, de euros, de rupias, de yuanes, … de pesos, etc.; la producción industrial está privilegiando el uso militar, lo que somete a los trabajadores a un más sacrificios más, ahora para una guerra que no es de ellos y que no le dará ningún beneficio, por el contrario, crecen y agudizan las calamidades que sobre ellos pesan, empezando por la sobreexplotación. Por esa razón los trabajadores salen a las calles a protestar porque recienten y no aceptan que sus respectivos gobiernos, orienten su política a la guerra de rapiña y no atiendan las demandas que siguen sin resolver y se amplían.
La guerra ha agudizado la miserable vida de los trabajadores en todo el planeta, las mercancías de consumo básico siguen al alza, los salarios siguen reduciendo su capacidad de compra y los patrones continúan frenando cualquier intento de aumento de estos, la represión crece y las medidas de control y sometimiento de masas se extienden y profundizan con formas fascistizantes o abiertamente fascistas.
Los personeros del sistema capitalista-imperialista pretenden seguir engañando a las masas trabajadoras con las supuestas bondades de este, -donde unos usan falsamente los símbolos socialistas o comunistas- sobre todo con las nuevas tecnologías de la comunicación-información y de producción de bienes materiales, a través de la Inteligencia Artificial, la computación cuántica, la nanotecnología, la reproducción biológica artificial, y el consumismo delirante, que pretenden alejar a los asalariados de la necesidad de liberarse de esa esclavitud, de esa dictadura del capital; sin embargo la conciencia de clase se va forjando en la dirección emancipadora de la lucha.