Cipriano Martos fue asesinado por la Guardia Civil el 17 de septiembre de 1973, a sus 28 años, por luchar contra la dictadura franquista.  Nació en Huétor-Tájar (Granada) el 5 de julio de 1945, en el seno de una humilde familia de jornaleros del campo que tuvo que emigrar pronto para huir de la miseria de la posguerra.

Trabajó desde los 11 años en el campo, se fue pronto de casa: Fue jornalero en Morón de la Frontera (Sevilla), minero en Teruel, empleado en fábricas textiles de Sabadell y Terrassa y, por último, encofrador en Reus. Ya por entonces, espoleado por la situación de precariedad, opresión y represión de la dictadura, forjó su espíritu revolucionario en la OSO (Oposición Sindical Obrera).

Como comunista, militó en el Partido Comunista de España (marxista – leninista) prácticamente desde su formación, así como en el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota). Trabajaba para la empresa Ramón Cubero, S.A., y precisamente allí fue donde le detuvieron.

El atestado de su detención dice: «Acudió sobre las 14 horas de hoy 25 de agosto de 1973, siendo detenido y trasladado hasta este acuartelamiento de Reus para ser interrogado sobre el lanzamiento de propaganda anti régimen». Esto firmado por Braulio Ramos Ferreruela, por aquel entonces Teniente de la Línea de la Guardia Civil de Salou, y que en aquellos días también era el «mando accidental de la primera compañía de Reus».

En julio de 1973, año de auge de huelgas y lucha revolucionaria en la calle contra el fascismo franquista, el FRAP realiza en todo el estado una labor de agitación en la que se incluyen centenares de pintadas de repulsa a la dictadura y la corona.

En ese contexto es detenido Cipriano, acusado de haber repartido «propaganda subversiva» en Igualada la noche del 10 de aquel mes de agosto. Fue detenido en el marco de una redada en Reus y otros puntos de la provincia como La Selva del Camp o Tarragona.

Esta redada implicó integrantes de aquel círculo de comunistas en el que Cipriano, pese a llevar sólo unos meses en la ciudad, ya se desenvolvía desarrollando su labor revolucionaria.

Otros camaradas como P. Carrilero, R. Falcón y J. López también fueron detenidos e interrogados. Ellos aparecen, junto a Martos, como «elementos principales de una célula» que repartía propaganda por diversos puntos.

La documentación también hace referencia al complicado estado de salud de Cipriano: tras dos días de tortura en la casa cuartel, fue obligado a ingerir el llamado ‘cóctel de la verdad’. Este método de tortura fue importado desde la CIA: Hacer ingerir al detenido ácido sulfúrico (o salfumán) mezclado con gasolina. Aquel veneno le abrasó por dentro y fue trasladado al Hospital Sant Joan. El informe del doctor y el parte del centro hablan de «un pronóstico grave»: «vómitos oscuros, dolor abdominal, quemaduras de aspecto blanquecino en cara interna de labios y lengua».

Aún sin recuperarse, fue trasladado de nuevo a las dependencias de la Guardia Civil. Allí continuaron los interrogatorios con violencia e incluso se le suministró otra dosis del líquido letal. En la documentación no aparecen los nombres de sus asesinos.

El resultado fue que Cipriano ya no se pudo recuperar. Estuvo luchando varios días por su vida, hasta que finalmente falleció en el Hospital Sant Joan el 17 de septiembre de 1973. Murió sin delatar a ninguno de sus compañeros y camaradas, como un auténtico comunista.

Según su certificado de defunción, la causa de la muerte fue el clásico «hemorragia interna». Su muerte dejó a unos padres y hermanos destrozados que no pudieron despedirse de él. Su madre y su hermano ni siquiera pudieron verlo en el hospital.

Cipriano fue enterrado en una fosa común en el Cementerio General de Reus el 20 de septiembre de 1973. Lo sepultaron sin la presencia de sus seres queridos y en un total secretismo, en un intento de silenciar su caso.

Su cuerpo continúa en el cementerio de Reus, donde nuestro Partido erigió una losa en su memoria. Allí ha ido a visitarle su hermano Antonio en varias ocasiones, en actos de homenaje y denuncia, siempre con la voluntad de que se haga justicia y reparación.

45 años después, aún no se sabe quién le suministró el líquido corrosivo. Actualmente, la juez María Servini está tratando de arrojar luz sobre todo lo relacionado con los últimos días de la vida de nuestro camarada.

Pese a lo que pretendían sus asesinos, sus ideas no fueron silenciadas con la bebida letal. Hoy, sus camaradas continuamos su lucha y defensa del marxismo-leninismo. Por todos aquellos que dieron su vida luchando contra el fascismo y el capitalismo: ¡VIVA EL PCE(m-l) Y EL FRAP!

 

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Por PCMML

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