En mayo se cumple la primer etapa pago a los beneficiarios del programa “Sembrando vida” implementado por la Secretaría del Bienestar a nivel nacional. Ante los publicitarios avances como una solución a la pandemia presentados por las últimas conferencias, es prudente cuestionar a fondo dicho programa. Primero, sin un análisis de resultados público, este programa ve la luz por segundo año como un pilar del desarrollo de la 4ªT. El programa consiste en 2 subsidios, por un lado, de manera técnica con insumos, árboles y capacitación. Del otro lado, un pago mensual de 5, mil pesos por beneficiario (4, 500 pesos menos el “Fondo del Bienestar”). Dicho recurso, sin embargo, se transforma en pago de las deudas personales, o bien la adquisición de más deuda ya que es dispersado únicamente en las sucursales de Banco Azteca, como la mayoría de los programas de la 4ªT. Sin embargo, no existe una base metodológica de porque justificar el pago de 5, mil pesos, siendo usado como una renta básica más que en la producción, por los campesinos individualmente (un salario de 150 pesos diarios para una familia en el campo). Ha sido frecuente la denuncia de corrupción en la compra y venta de árboles en el 2019. Mientras que Alfonso Romo monopolizó este programa como su negocio personal; la misma Secretaria del Bienestar reportó que solo llegaron a cubrir 13.9% de los árboles planeados por sembrar para el 2019, debido entre otros problemas a la compra de plantas inviables a un sobre costo ($375 por plántula). También continúan las denuncias en contra de los campesinos que destruyen hectáreas de bosque inservible para así poder plantar nuevos en el programa, o bien el frecuente cambio de sistema a forestal, todo ello sin un análisis fino del impacto ecológico que traerá tanto para las especies como para la misma población. Con estas críticas la 4ª T continúa engañando la utilidad de dicho programa, presentándolo como la cura para la crisis económica en el campo.