En la historia del régimen capitalista, el desigual desarrollo de los países ha generado que el lugar de potencia hegemónica haya sido ocupado por distintas naciones. Holanda, Francia e Inglaterra han sido potencias dominantes. En el caso de Estados Unidos, su supremacía económica y militar se consolidó al finalizar la Segunda Guerra Mundial; sin embargo la hegemonía estadounidense enfrenta en la actualidad el ascenso de China.

En 2015 la producción de China superaba a la de Estados Unidos, representando el 17.1% del producto mundial en tanto que la de EE.UU., representó el 15.8%. En 2014 el producto industrial de China era ya 25% superior al de EE.UU. Aun así es todavía muy superior el producto interno bruto por habitante en EE.UU.

Con relación a las exportaciones, en 1970 lo exportado por EE.UU., representaba el 15.7% del total de las exportaciones en el mundo y lo exportado por China sólo el 0.6%; en 2003 estas cifras eran respectivamente 11.1% y 4.9%, y en 2015, 10.8% y 11.6% llegando así a ser mayores las exportaciones del país asiático.

En lo que respecta al gasto militar, entre 2001 y 2014, éste se elevó 85% a nivel mundial, 45.9% en E.U y 283% en China, aun cuando en términos absolutos es todavía mayor el gasto militar de EE.UU.

La inversión de capital y la influencia de China en América Latina es creciente; controla el 40% de la minería en países como Perú y Bolivia y es el primer destino de las exportaciones de Brasil y Argentina; son también empresas Chinas las que invertirán en la construcción y explotación de un nuevo canal interoceánico en Nicaragua. En la misma forma se extiende el imperialismo chino en África y en Asia.

Los elementos anteriores indican que si las tendencias se mantienen la transición de China a primera potencia económica y militar podría tener lugar en la próxima década.

El crecimiento económico en China se funda en la creciente explotación de la fuerza de trabajo con lo que se agudizan las contradicciones inherentes al capitalismo y se tensa el proceso de la lucha de clases. Por otra parte, las contradicciones y tensiones entre las naciones imperialistas, específicamente entre EE.UU., y China, tienden como en el pasado a desembocar en la guerra con la que se redefine el reparto del mundo entre las grandes potencias. Sin embargo ahora se trataría de una confrontación entre dos potencias nucleares, con lo que se abre la posibilidad de la destrucción de al menos una gran parte de la especie humana.

Es en este contexto que se inscribe la guerra comercial ya iniciada entre E.U y China en los días recientes. Después de que el gobierno de EE.UU., decidiera incrementar los impuestos a las importaciones de China, este último país decretó impuestos arancelarios de hasta 25% en 128 productos de EE.UU., obteniendo como respuesta aún mayores tasas arancelarias por parte de EE.UU. La guerra comercial ha sido el preámbulo de la conflagración bélica en los periodos de crisis profunda del sistema capitalista como lo es la crisis general actual.

En tanto no sea derrocado por la clase obrera y los pueblos el sistema imperialista y sea abolida la explotación del hombre por el hombre, en tanto el proletariado no conquiste el poder político y se instaure la dictadura del proletariado, la disyuntiva para el género humano continuará siendo socialismo o barbarie.

 

 

Tomado del Vanguardia Proletaria  No. 526 del 15 al 30 de abril de 2018

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Por PCMML

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