El fracking (fracturación hidráulica) consiste en una perforación en vertical a la tierra en la que se inyecta agua, arena y aditivos químicos para poder extraer mediante un tubo gas o petróleo que se encuentran atrapados o cercanos a poros de formaciones rocosas poco permeables denominadas lutitas bituminosas. Seguidamente, se realizan una serie de perforaciones horizontales en la lutita, que pueden extenderse por varios kilómetros en diversas direcciones. A través de estos pozos horizontales se fractura la roca.
La fracturación hidráulica se empezó a utilizar a partir del 26 de enero de 1996 en el pozo Jacinto 5 en Tabasco.
Para el fracking se utilizan enormes cantidades de agua mezclados con productos químicos como el metanol, benceno, tolueno, etilbenceno y xileno. Además, el agua de desecho conocida como agua de retorno no sólo contiene los químicos y la arena que originalmente se introdujeron, sino también metales pesados, hidrocarburos e incluso materiales radioactivos, como el radón, que se encuentran en el subsuelo. Esta agua contaminada se vuelve a filtrar a la tierra y los mantos acuíferos. Las implicaciones a la salud de las personas que viven en torno a estos pozos donde se utiliza el fracking van desde el cáncer, mutaciones, afectaciones al sistema endocrino, al sistema nervioso y probabilidad de adquirir alergias.
Con el régimen de Peña Nieto y abierta a la inversión privada la explotación de los recursos energéticos, ninguna empresa invirtió en infraestructura para el fracking a excepción de la empresa Operadora de Campos DWF, S.A. de C.V que comparte un contrato con Pemex desde 2018 (CNH-M5-MIQUETLA/2018) para Chicontepec.
Desde 2018 Pemex tiene 25 asignaciones de contratos y asignaciones vigentes para la exploración y extracción de hidrocarburos no convencionales (fracking) en un territorio de 9,161.96.30 km2 distribuidos en 6 entidades del país; existen 183 bloques con probabilidad de licitar según el plan quinquenal de hidrocarburos actualizado a noviembre de 2018.
Si Pemex es quien realiza fracking desde 1996 está en manos del gobierno encabezado por Amlo detener este proceso de extracción de gas y petróleo que daña la naturaleza y a los seres humanos; aunque de fondo la extracción, refinación y venta de los recursos energéticos debiera estar en manos de los trabajadores mexicanos.