Si bien el petróleo y el gas ya han sido compartidos casi por completo por los países imperiales y regionales, en sus intentos de convertir la posición geográfica del Turquía en una ventaja, el gobierno de Erdogan firmó un acuerdo de fronteras submarinas con Libia. Las discusiones para enviar soldados a Libia ya han comenzado.

Como la región está acomodando varias fiestas voraces, es casi imposible seguir un curso sin problemas; condenar a Turquía a convertirse en la segunda nación en el atolladero de la región es una invitación a problemas previsibles.

La región, a la que llegaron demasiado tarde los buques de investigación y perforación turcos, ya está invadida por grandes países imperialistas y reaccionarios regionales. Israel y Egipto ya están extrayendo petróleo; Chipre ya ha firmado acuerdos con monopolios internacionales. Mientras que casi todos los países interesados intentaron establecer bases militares en Chipre o ya tienen presencia militar en el Mediterráneo Oriental, Turquía está tratando de romper su aislamiento mediante el uso de su acuerdo con Libia.

En el Mediterráneo Oriental, el gobierno de Erdogan no tiene la oportunidad de utilizar las contradicciones entre la Rusia imperialista y los Estados Unidos, como lo intentaron en Siria. Rusia, con quien Turquía tiene buenas relaciones en Siria, no apoya al gobierno de Trípoli reconocido internacionalmente, en contraste con Turquía, sino a las fuerzas del general Khalifa Haftar en Benghazi. Turquía se ve obligada a elegir un bando en el conflicto entre estas dos fuerzas. Los trabajadores turcos se enfrentan a la caída en medio de un nuevo incendio y se encuentran cara a cara con sus aliados en Siria.

Estos desarrollos apuntan a la desesperación de los gobernantes por aprovechar el poder y la influencia en la región, pero también muestran cuán crucial es para la política interna. Para cumplir con sus expectativas financieras y políticas, el régimen de un solo hombre que perdió su legitimidad y apoyo internos está tratando de alimentar las contradicciones y conflictos en el extranjero.

Los intereses de Turquía y otros pueblos de la región no serán atendidos por la lucha por compartir el Mediterráneo, lo que aumenta el riesgo de nuevas guerras y conflictos. Enviar la flota al Mediterráneo y los soldados a Libia llevan el futuro de los pueblos regionales al filo de la navaja.

El gobierno turco debería, primero, renunciar a las intervenciones que perturbarán conducirán a conflictos en la región.

Los trabajadores turcos no serán parte de la guerra en Libia; continuarán su lucha por la paz, la libertad y la democracia.

Nuestro Partido está en contra de enviar tropas a Libia y defiende el derecho de los pueblos a vivir juntos en paz. Todas las fuerzas en el Mediterráneo Oriental en un intento de compartirlo deberían retirarse; el futuro del Mediterráneo Oriental debe ser determinado por los pueblos de la región.

Partido del Trabajo (Turquía)
EMEP

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Por PCMML

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