El texto de Alexandra Kollontai de 1916 “Madre y trabajadora” retrata un contexto de hace más de 100 años sin embargo es una visión de nuestra realidad que no puede continuar más.  Es un llamado a la organización de todas y todos para frenar tan desgarradora cotidianidad dónde los niños y niñas de barrios de pueblos trabajadores tienen pocas probabilidades de vivir dignamente al igual que sus madres. ¿Por qué nuestros hijos e hijas han de sufrir tanto cuando los del patrón nunca saben de carencias? Kollontai contrapone a Mashenka, la esposa del patrón quien no tiene que preocuparse por trabajar mientras es madre, frente a quien teme por su vida y la de sus hijos debido a la pobreza y la explotación que sufren.

Tu sabes de dolor, y no del dolor de parto, de otros dolores que se quedan para siempre. El de separarte de tu recién nacido para irte a trabajar. Sólo tiene 45 días de haber llegado a este mundo y se tiene que alejar de ti inmediatamente por largas horas. Tu bebé no entiende porque no le das más pecho, si tú calor, tu olor es lo único que quiere.  Se queda llorando tanto, aunque no sé quién llora más, si el bebé o tú. Se queda en manos extrañas, sin la calidez y el amor, en guarderías abarrotadas y sin la supervisión adecuada del Estado, o en las manos de una vecina que conoces poco porque además o no tienes familia o no te apoyan.

La maternidad para las Mashenkas trabajadoras; es decir, para nosotras las madres obreras y de sectores populares es deplorable. Algunas no tenemos prestaciones laborales como en el caso de muchas comerciantes y docentes. ¿Con qué comprarás esa ropita linda que viste si no hay para comer porque ya no puedes trabajar más? ¿Con qué se van a sostener cuando nazca? Si en tu empleo se burlaron diciendo que no tenías prestaciones laborales porque tienes las “más altas comisiones” o la “hora mejor pagada” o porque eres una “socia”. ¿Y si te enfermas tú o el bebé o tus otros hijos o hijas? Hoy con el peligro de un contagio de Covid-19, solo esperamos eso, el contagio porque nuestras posibilidades de quedarnos en casa son pocas. ¿Y si morimos? ¿Y si mueren nuestros hijos? Todas estas preocupaciones son las que consumen a la madre trabajadora, optando por aceptar los trabajos más precarios y peor pagados.

Los salarios para la clase trabajadora son precarios, razón por la que el sueldo del padre no alcanza y las mujeres deben salir a emplearse. En muchos casos las mujeres deben hacer frente a la maternidad solas, porque en este sistema el amor libre no es una opción para las madres de los sectores populares, ya que sólo les trae el abandono del compañero y el desprecio de la sociedad. Además, las mujeres deben cumplir con el trabajo doméstico y el de cuidados; un trabajo no remunerado del cual los capitalistas se enriquecen. Las madres de la clase trabajadora somos la producción y reproducción de la mano de obra barata del futuro.

Varias veces he escuchado o leído que si eres pobre no traigas hijos al mundo, que eso es una irresponsabilidad. Y en esa idea se observa cómo se castiga a las y los trabajadores por ser explotados y despojados. En ese análisis pobre del que yo misma fui víctima, no sé exige jamás que se nos devuelva todo lo que nos han arrebatado, para poder tener una vida digna. Sólo se nos condena a conformarnos a permanecer en la miseria y renunciar a nuestro derecho de especie.

Kollontai pregunta si acaso ¿Sólo sería posible en un cuento de hadas que los cuidados de los niños y niñas y de las futuras madres los absorba la sociedad? ¿será posible que llegue el día en que no nos preocupemos más por el futuro de nuestros hijos e hijas porque la sociedad está ahí para ayudarnos? ¿será posible que nuestras exigencias no les resulten costosas al Estado y a la sociedad, mientras hoy nuestra vida y la de nuestros hijos e hijas no lo son?

Este también es un llamado a la organización, de manera individual poco o nada podemos hacer, pero luchando codo a codo por nuestros derechos y los de nuestras hijas e hijos todo será diferente. El camino es largo, pero podemos obtener, aunque con limitaciones del propio sistema, algunos logros que aminoren nuestra miseria y a largo plazo reconstruir este régimen económico y político que nos ha robado nuestro derecho a ser madres y tener una vida digna.

Debemos organizarnos y exigir: un seguro de maternidad con el 150% del salario, un periodo de 8 semanas antes y después del parto de incapacidad (se luchaba por esto en ese momento), asistencia de una persona para las labores del hogar y cuidado del bebé pagado por el Estado, guarderías en los centros de trabajo dirigidas por las propias trabajadoras, horarios laborales reducidos para poder llegar temprano a casa a cuidar del bebé, horas de lactancia establecidas y más.

Es posible que todo lo que nos arrebataron vuelva a nuestras manos y que logremos aún más. Que estás palabras sirvan para dar esperanza a las madres trabajadoras. Para comenzar a luchar por una crianza de los hijos que sea socializada, donde no tengamos que sufrir la maternidad sino gozarla.

Este 10 de mayo no felicitamos a las madres por su día, las invitamos a organizarse en sus centros de trabajo y barrios, las invitamos a organizarse por mejores condiciones laborales, por derechos para nosotras y nuestros hijos. ¡Que ser madre no sea un privilegio para la burguesía! ¡Que nuestros hijos no sean los futuros obreros explotados! Por un día de la madre combativo.

 

Kollontai Alexandra, (1916), Madre y trabajadora, Publicado por primera vez como folleto en 1916, Marxist Internet Archive, abril 2019, https://www.marxists.org/espanol/kollontai/1916/0001.htm

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Por PCMML

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