Por Efraín Viveros Filigrana
Bogotá, agosto 04 de 2020
En medio del justificado jolgorio por la detención preventiva de Uribe por un polémico fallo de la Corte Suprema de Justicia, parece difícil hablar de otros temas, porque justo hay un indicio de turbulencias entre las fracciones del capital, que se advierten cuando hay decisiones de la Corte Constitucional que al tumbar Decretos de Emergencia Económica de Duque que se apartan por completo del combate a los efectos de la pandemia para beneficiar a la banca y a Fondos Privados de Pensiones que ya saboreaban los efectos en sus chequeras.
Sacudones que se advierten por las críticas acervas del uribismo al mando militar, pero no hay crisis económica profunda que mantenga intacta la superestructura política como lo indican las votaciones de junio en el Senado pidiendo la derogatoria del Decreto-Ley 811 de Carrasquilla y Duque para enajenar 104 instituciones del Estado, entre ellas Ecopetrol que hoy es defendida con fiereza y justeza por los trabajadores del oleoducto agrupados en la USO-SUO.
Ese juicio a Uribe está para pagar balcón y sus resultados finales por verse en el terreno jurídico y político, aunque no olvidamos que esas acusaciones no son las que más pesan, pues se dice de Uribe que es jefe paramilitar y criminal de guerra con los “falsos positivos”, aunque la historia mostró que a única forma de llevar tras de rejas a un criminal como Al Capone fue acusarlo por evasión a la ley fiscal y no por el baño de sangre a que sometió a Chicago y otros lugares afectados por el prohibicionismo del licor, el juego y la prostitución.
Enseña la biología que la caída del líder no acaba la manada, la dispersa temporalmente, esa detención de Uribe puede ser utilizada para victimizar al victimario y lanzar una operación publicitaria par remozar la desgastada imagen del Centro Democrático y su presidente Iván Duque. Pero también indica que a una manada sin líder no se le puede prestar la misma atención que antes.
El desgaste del uribismo es un hecho constatado en la urnas y las encuestas, con la presidencia viralmente desastrosa de Duque, pues más de un burgués que lo apoyó se quiere librar de ese monótono presentador de televisión.
Es momento para un ataque desde la izquierda, con posiciones alternativas al modelo neoliberal y al capitalismo y no con la mira corta de oponerse a uno de los jefes burgueses en desgracia, como parece que es el actual estado de Álvaro Uribe.