La sección VII del SNTE de Chiapas y la XXII de Oaxaca, son los contingentes más emblemáticos de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE). A lo largo de 42 años, estas 2 secciones se han intercambiado fraternalmente la estafeta para conducir la lucha por la democratización del sindicato, la educación y la vida nacional. Ambos contingentes han tenido que pagar la cuota de sangre en la lucha contra el charrismo sindical, en la defensa de la educación pública, en la lucha política por mejores condiciones de vida y de trabajo para el pueblo y la clase trabajadora.

A pesar de las grandes riquezas naturales, culturales y la materia prima con las que cuentan, Oaxaca y Chiapas históricamente han sido, junto a Guerrero y Michoacán, de las entidades más marginadas en cuanto a desarrollo social y económico. Estas condiciones materiales han definido la conciencia de clase y marcado el carácter aguerrido de su pueblo; particularmente, del magisterio democrático que ha convertido la labor docente en un espacio de lucha política, ideológica y económica contra la burguesía y su Estado neoliberal.

A diferencias de otras entidades, las condiciones materiales en que se ha desarrollado la lucha de clases en Chiapas y Oaxaca han obligado al movimiento magisterial a conjugar la combativa resistencia con el uso de las normas estatutarias, respaldadas siempre por la movilización – negociación – movilización como uno de los elementos de la columna vertebral de los principios rectores. Esta es la razón por las que ambas secciones mantienen una representación estatutaria y una lucha permanente en las calles y en las plazas por sus reivindicaciones laborales y sindicales.

Sin embargo, la ofensiva política, ideológica, administrativa y laboral, iniciada por el PRIANismo y profundizada por la autodenominada Cuarta Transformación (4T) hoy mantiene a estos dos referentes de la lucha magisterial y popular en condiciones diametralmente opuestas. Mientras la Dirección Política de Oaxaca le apuesta a la conciliación y la concertación con el régimen de la 4T para mantener la llama de la insurgencia magisterial, el Movimiento Magisterial y Popular de Chiapas enarbola la resistencia pedagógica, política y administrativa. Las consecuencias son evidentes: mientras a Oaxaca le garantizan, de palabra, el respeto a sus procesos tradicionales de elección de sus dirigentes seccionales, a Chiapas le imponen a toda costa las normas del Reglamento de Elecciones de los Dirigentes Seccionales (el voto universal, secreto y directo).

Lo cierto es que, por encima de estos “estándares” político sindicales para tratar a los contingentes de la CNTE, las Leyes y Normas del SICAMM se imponen de manera implacable a los trabajadores de la educación del país; más allá de las canonjías a los dirigentes, las bases sufren las flagrantes violaciones al derecho laboral, sindical y profesional en los procesos de contratación, cambio y ascenso.

Por esta razón, las fuerzas más consecuentes y comprometidas con la CNTE y sus Principios Rectores, no podemos permitir que las direcciones seccionales sean nombradas a partir de la simulación de procesos democráticos que en el fondo son producto de la concertación con este régimen de continuidad y profundización neoliberal. Las bases democráticas, están llamadas a prepararse para rechazar cualquier intento de imposición a través de la compra de votos, acarreo y manipulación de los conteos en las asambleas electivas.

El nombramiento de equipos comprometidos con la lucha en las casillas, la cobertura de cuerpos de vigilancia y seguridad, la presencia de observadores de organizaciones populares nacionales e internacionales, la intervención de notarios públicos que den fe de los resultados en cada casilla y la implementación de dispositivos de propaganda que transmitan en tiempo real las incidencias en el proceso de elección, son tareas que el movimiento magisterial está obligado a implementar de cara a este proceso de relevo seccional.

Las dirigencias sindicales magisteriales de Oaxaca y Chiapas, son blancos de guerra que el magisterio democrático nacional debe resguardar; del triunfo o la derrota en estos importantes bastiones de la lucha magisterial depende, en gran medida, el avance o estancamiento de la lucha popular. El presente es de lucha, el futuro es nuestro.

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Por PCMML

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