Durante años, las grandes inmobiliarias han acaparado gran parte de los espacios urbanos para construir edificios, no para la juventud ni para la clase obrera sino para la clase dominante, quienes pueden costear departamentos de millón y medio hasta tres millones en lugares no muy populares. Con la participación del Estado rehabilitando e invirtiendo en estas zonas que casualmente han adquirido estás inmobiliarias, sube el plus valor del inmueble. La zona entonces se cotiza alto y entra en la especulación, por los otros espacios de su alrededor. Poco a poco, la visión de las inmobiliarias y el Estado se compaginan dando lugar a que se
reubiquen quienes allí vivían y son expulsados. Muchas veces incluso son expulsados por una violencia sicaria y del Estado. Conocida es la crisis de la vivienda en México. Especialmente en la CDMX, es fácil de entender, porque la vivimos.
En la Ciudad de México hay más de 26 mil viviendas sin uso, de la cuales el 65% son casas o departamentos completos. Mientras tanto, existen miles de personas viviendo en las calles, hacinados en habitaciones
reducidas o rentando espacios con pagos elevados. Otros tienen que viajar hasta tres horas para desplazarse de su empleo a su hogar porque viven en la periferia o en la Zona Metropolitana del Valle de México. Los gobiernos de la 4T federal y estatal han prometido poner especial atención a la crisis de la vivienda, sin embargo, todos tenemos conocidos que no tienen casa, y muy pocos conocen a alguien que haya sido beneficiado con los programas sociales que se han anunciado para resolver este tema. Esto no es casualidad, pues los programas no están en funcionamiento o su atención es muy limitada pese a que se anunciaron con bombo y platillo. Mientras tanto, estos mismos gobiernos firman acuerdos con Airbnb para favorecer la llegada extranjeros, que terminan desplazando a la población local. Se suponía que la 4T era distinta al neoliberalismo del PRIANRDMC. Entonces, ¿Cuál es la diferencia? Si la clase trabajadora somos quienes movemos a la Ciudad de México, ¿Por qué tenemos que vivir en ella de manera indigna?. No pedimos nada regalado, únicamente que se tomen las medidas para que todo mundo tengamos un lugar dónde vivir. Esto implica que la construcción de viviendas debe dejar de ser un negocio, que se regule la renta en beneficio de los inquilinos, que se les otorgue la posibilidad de adquirir el inmueble, facilidades de pago y subsidio para comprar el lugar dónde viviremos, y por supuesto, el combate duro a la gentrificación. Si no tienes un lugar digno y propio donde vivir, no es tu culpa: es el sistema al que no le importas y ha hecho un negocio de nuestras necesidades y derechos.
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Vanguardia Proletaria
Por el derecho a la vivienda digna en la CDMX