La derecha española insistió durante la campaña electoral en la necesidad de que los catalanes votaran masivamente para frenar al independentismo. Y así lo han hecho, con una participación histórica del 81,94% del censo electoral. El resultado ha otorgado una mayoría absoluta en escaños (70) a las formaciones independentistas, aunque su porcentaje de votos (47,49%) ha quedado por debajo del obtenido por los partidos no independentistas. A destacar el descalabro de la CUP, que ha pasado de 10 a 4 diputados. Es la consecuencia de jugar a revolucionarios bolcheviques cuando no eres más que un pequeño burgués radicalizado. Al final, estallan las contradicciones, la farsa queda al descubierto y el coste político es notable.

Las elecciones demuestran que el nacionalismo catalán es sólido y está fuertemente arraigado en sectores muy amplios de la sociedad catalana. La demonización del independentismo que han difundido los medios de comunicación de la oligarquía es radicalmente falsa. El nacionalismo catalán tiene profundas raíces históricas y los escritores, periodistas y tertulianos españolistas deberían leer, para informarse, algunos buenos libros de historia de España y de Cataluña, pero es demasiado pedir que los profesionales de la mentira y el odio reflexionen sobre este tema.

No somos partidarios de la independencia de Cataluña, pero defendemos el derecho de autodeterminación. Denunciamos las manipulaciones groseras que sobre la cuestión catalana se vienen difundiendo desde la mayor parte de los periódicos, televisiones y radios. El tratamiento informativo sobre Cataluña ha tomado caracteres claramente fascistas.

El Partido Popular ha pasado a ser una fuerza casi marginal en Cataluña. El encarcelamiento de dirigentes independentistas y la aplicación del artículo 155 han sido absolutamente contraproducentes de cara a las elecciones y los populares han pagado en las urnas por su miserable actitud represiva y sus mentiras. Esta debacle afectará sin duda al futuro político de Rajoy. Por el contrario, Ciudadanos ha obtenido un resonante triunfo electoral. Un discurso que ensamblaba el catalanismo, el españolismo y el europeísmo, y una buena dosis de habilidad política por parte de Inés Arrimadas, han llevado a ese partido más de un millón de votos. Que nadie se llame a engaño. Bajo el rostro amable y aparentemente sensato de alguno de sus dirigentes, fluye el discurso reaccionario de la derecha española, de una oligarquía que ha apostado claramente por una solución de recambio ante el desgaste del PP. Muchos de esos votos provienen de sectores populares, que no están con el proceso soberanista, pero no encuentran una alternativa de izquierdas. Cuando se produce esta situación, al faltar un referente de clase, la demagogia de una derecha fascistizada se abre camino entre los trabajadores.

El PSOE se estanca electoralmente y sus expectativas de crecimiento se han visto frustradas, algo lógico cuando se apoya el 155 y al mismo tiempo se critica a Rajoy. La cuadratura del círculo tampoco existe en política. En cuanto a Podemos y sus socios, retroceden ligeramente respecto las elecciones de 2015. Pese a sus ambigüedades y piruetas políticas no han sufrido un castigo electoral importante. Pero lo cierto es que la ilusión que despertó el partido morado comienza a diluirse.

Ante estos resultados, un gobierno mínimamente democrático debería poner en libertad a los presos políticos catalanes, suspender el artículo 155 inmediatamente e iniciar negociaciones para celebrar un referéndum sobre la autodeterminación. No va a ocurrir, ni puede ocurrir. La monarquía y la Constitución de 1978 son un obstáculo insalvable para que el pueblo catalán pueda ejercer el derecho a decidir. Las leyes y la Constitución de la oligarquía oprimen a las clases populares de España, conculcan los derechos civiles más elementales y provocan precariedad y pobreza. Es urgente organizar una alternativa de clase, una alternativa de izquierdas, para superar este régimen corrupto y despótico. Debemos frenar la ofensiva ideológica lanzada por la oligarquía para enfrentar a los trabajadores españoles con los catalanes, fomentando los peores sentimientos chovinistas.

La derecha afirma que en democracia todas las opciones son posibles si se expresan pacíficamente. No es cierto. En el actual marco jurídico y constitucional no se puede celebrar un referéndum de autodeterminación, ni tampoco establecer un estado laico, ni tiene cabida la separación de poderes. La oligarquía dicta las reglas del juego y las modifica a su antojo.

Las fuerzas independentistas deben extraer lecciones políticas de lo que ha sucedido durante el proceso soberanista. Empeñarse en repetir la experiencia solo va a provocar una expansión del españolismo fascista. La única salida es forjar un bloque popular con el objetivo fundamental de proclamar la República Popular y Federal. Hacemos un llamamiento a todas las fuerzas políticas de izquierda para forjar la unidad en torno a un programa que tenga como eje central la ruptura política con la monarquía, y les proponemos trabajar unidos en la organización de una consulta popular para decidir entre monarquía o república.

Partido Comunista de España (marxista-leninista)

21 de diciembre de 2017

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Por PCMML

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