En el año 2018 el 21% de la población ocupada percibía un ingreso menor o igual al salario mínimo y sólo un 17.3% un ingreso superior a tres salarios mínimos. De acuerdo con información del Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM, entre 1982 y 2018 el salario mínimo perdió el 88.7% de su poder adquisitivo. Esto se explica por el hecho de que en el periodo referido el incremento del índice de precios al consumidor ha sido muy superior al incremento nominal al salario. Así, mientras que en 1982 con un salario mínimo se podían adquirir 18.6 litros de leche o 51 kilogramos de tortilla, en 2018 únicamente 4 litros de leche o 6 kilogramos de tortilla. Sólo para solventar los gastos de alimentación de una familia de 4 personas se requiere laborar 24 horas y media, mientras que en 1987 se requerían 4 horas con 53 minutos. Esto ha hecho que otros miembros de la familia tengan que poner en venta su fuerza de trabajo para subsistir; de esta forma se ha acrecentado el trabajo infantil en el que actualmente se ubican 3.2 millones de niños y adolescentes, lo cual representa al 11.9 % de los menores de edad.
Con relación a la jornada de trabajo, aunque formalmente su duración no debe exceder de 8 horas, en los hechos 28% de la población ocupada labora más de 48 horas a la semana, siendo México uno de los países donde más horas se laboran al año, 2225 horas cada año en promedio, mientras que en Chile se laboran 1974 horas al año y en Alemania 1363.
Por lo que se refiere al empleo, estimaciones distintas a las oficiales muestran que la tasa de desempleo en México es superior al 12% y que cerca del 70% de la población se encuentra al margen de toda formalidad y sin derecho laboral alguno.
De manera general se deterioran las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera. Se profundiza la explotación con la Reforma Laboral de 2012 que legalizó la subcontratación, la perdida de la estabilidad laboral, la polivalencia, los contratos a prueba y el pago por horas.
En el otro polo, donde se ubica la clase capitalista, aumenta la concentración de la riqueza. Una cada vez más reducida fracción de la oligarquía posee una parte cada vez mayor de lo producido. De la plusvalía que obtiene la burguesía por la explotación de la fuerza de trabajo cada vez invierte un porcentaje menor. En 1981 reinvertía el 24% del plusvalor y actualmente menos del 14%.
Las condiciones que prevalecen son resultado del propio desarrollo del capitalismo y de la crisis general de este sistema; no pueden ser transformadas en su esencia a través de una política que plantea la humanización de este orden social y la conciliación entre las clases. Tal política no busca sino la recomposición del capitalismo y por ello es consistente con los intereses de la burguesía. Únicamente tendrá lugar una transformación real de la sociedad a partir del desarrollo de la conciencia y la organización de la clase obrera en la perspectiva de la conquista del poder político y la construcción del socialismo.