Hoy, las medidas neoliberales abarcan toda la vida obrera: los salarios directos e indirectos disminuyeron, creció más la informalidad laboral y el desempleo, intensificaron y extendieron la jornada de trabajo; la superpoblación relativa y los pueblos en el campo y la ciudad sufren las carencias de servicios y el recorte del gasto social llevó a las masas a la miseria; superexplotación y desempleo; bajos salarios; vivienda y alimentación precaria, carencias en salud y seguridad social; contaminación, cambio climático, etc., y esto es lo que instauró en el mundo las condiciones básicas para el desarrollo y epidemiología de COVID-19: virus que, en su dinámica de cambio y adaptación se desarrollaría, ahora tendiendo a ocupar ese espacio material creado por el sistema capitalista-imperialista.

Pero no sólo eso, sino que el Coronavirus pone de manifiesto los efectos de la crisis del 2008-2009, a la que le siguió más de una década de estancamiento, haciendo caminar a una recesión mundial en 2020. No hay duda, la economía, la crisis mundial imperialista, es causa de la crisis epidemiológica y sanitaria y no al revés. Pero, a su vez, la dialéctica de los hechos hace que la crisis epidemiológica y sanitaria contribuyan, en segunda instancia, a la crisis imperialista y  después a la depresión económica, por ejemplo, frente a la pandemia las economías, sus poblaciones se han cerrado y paralizan en cuarentenas, interrumpiendo las actividades productivas, contrayendo la demanda, donde los mecanismos de mercado son insuficientes para enfrentarla. Un ejemplo es el petróleo.

Impulsada por Obama, con el propósito de golpear a Rusia, Irán y Venezuela, hoy los Estados Unidos (EU) producen petróleo y gas para su mercado y se han colocado en el primer lugar de exportación. En la caída de la economía mundial los más afectados por la caída de la demanda son los EU; el exceso de oferta de más de 20 millones ha derrumbado los precios, en un mundo que consumía antes de la pandemia 100 millones de barriles al día, hoy la demanda sólo llega a 70 mil. Para afrontar la crisis, EU, Arabia Saudita y Rusia y sus socios, reunidos en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el 12 de abril, acordaron reducir 1 de cada 10 barriles diarios y seguir el recorte hasta abril de 2022. En Europa han caído los precios de referencia a menos de 30 dólares; en América Latina la situación es sombría con la disminución del precio, afectando ingresos gubernamentales; la crisis petrolera hunde una vez más las bolsas mundiales; Wall Street cae ante el desplome del petróleo; igual, en México, la Bolsa y el peso caen tras desplome del precio de petróleo. No es posible un acuerdo de equilibrio mundial en materia energética, ni Rusia, ni Arabia Saudita, ni Venezuela podrán estar exentos de una política de agresión y amenazas de los EUA, frente a la quiebra de la industria de los esquistos con lo que ha dominado el mercado petrolero los Estados Unidos, de ahí su precipitosa caída en estos días de su petróleo.

Hay que tomar en cuenta que estamos frente a una crisis mundial, que con los efectos de COVID-19 pretenden encubrir la bancarrota del capitalismo en su conjunto y a la vez que imponer un orden mundial más explotador, violento y opresivo; en contrapartida, la depresión de los mercados, la quiebra de las grandes fábricas y empresas transnacionales, de las pequeñas empresas, que resulta en desempleo creciente, las nuevas bajas de los salarios, abrirán camino para que la clase obrera, las amplias masas populares y los pueblos, empujemos con mayor claridad, fuerza y organización la victoria de la revolución proletaria.

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Por PCMML

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