El pasado 8 de junio, se realizó la controvertida visita del Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a Estados Unidos (EE.UU.), en donde se dio un encuentro con el Presidente Donald Trump en el marco de la puesta en vigor las nuevas reglas comerciales establecidas en el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México (T-MEC). Antes y después de esta visita, las críticas y las alabanzas se centraron fundamentalmente en las personalidades de ambos gobernantes, lo cual no deja de ser importante, pero por encima de las palabras y las intenciones de ambos gobiernos, es más importante observar y analizar el papel de quienes realmente tienen el poder en ambos países: la oligarquía financiera.

Por parte de Estados Unidos: Larry Fink (Blackrock), Bob Swan (Intel), Tim Cook (Apple), Brad Smith (Microsoft), Mary Barra (General Motors), Jim Hacket (Ford) y otros diez magnates de Visa, Master Card, América Farm Bureau, Kansas City Sourthern, AES, FCA, UPS, International Brotherhood Teamsters, Sembra Energy, y Archer Daniel Midland; y de México: Carlos Slim  Helú (Grupo Carso), Ricardo Salinas Pliego (Grupo Salinas), Carlos Hank González (Banorte), Olegario Vásquez Aldir (Grupo Empresarial Angeles), Marcos Shabot (Arquitectura y Construcción), Miguel Rincon (Biopapel), Francisco González Sánchez (Grupo Multimedios), Bernardo Gómez (Televisa), Daniel Chávez (Grupo Vidanta), Carlos Bremer (Grupo Value) y Patricia Armendariz (Financiera Sustentable); son los que consolidaron sus acuerdos entorno al intento de una integración económica de la región norteamericana, porque a pesar de que los magnates mexicanos disfrutan codeándose con los dueños de los monopolios imperialistas, aquellos no buscan una integración de tres países iguales, sino la mayor subordinación de la economía mexicana, frente al imperialismo yanqui, para profundizar el saqueo de nuestros recursos naturales y mayor explotación de la fuerza de trabajo de la clase obrera mexicana.

El show mediático que el mundo presenció con la visita de AMLO a Trump, no es más que la superficie de las relaciones de subordinación que tiene México con Estados Unidos, la verdadera celebración fue de los magnates norteamericanos, que convidaron a los oligarcas mexicanos.

Es claro que el proceso de negociación del nuevo T-MEC, ha sido obra del poder tras el trono de Trump y AMLO, pero más que negociación, en realidad fue una imposición de los verdaderos dueños de los monopolios imperialistas norteamericanos.

Los magnates mexicanos, no tienen ni el capital ni la convicción de poner a México -en el marco de las relaciones capitalistas-imperialistas- a la par frente al imperialismo norteamericano, por el contrario, ellos han amasado capital, vendiendo a los imperialistas, los recursos naturales del país, manufacturando las mercancías de marcas gringas, y usufructuando las divisas que se obtienen por la venta del petróleo y las remesas de los trabajadores migrantes.

El T-MEC ahora les permitirá, en el marco de la profundización de la dependencia económica y política de México hacia EE.UU., seguir aprovechando las migajas de plusvalía que les dejarán los grandes monopolios imperialistas, integrando a unos cuantos al club de los más ricos del mundo, a condición de permitir la sumisión de México.

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Por PCMML

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