La guerra imperialista luego de 6 años ha convertido a Yemen, el país más rico en recursos de Oriente Próximo, en el más pobre.
Impulsada por Arabia Saudita, con el apoyo de Estados Unidos, la guerra ha costado más de un cuarto de millón de vidas, con el 80% de su población con necesidad urgente de asistencia humanitaria y 3,6 millones de personas desplazadas internamente. La pandemia de la Covid-19 ha exacerbado aún más la destrucción. El cólera sigue siendo una amenaza, con 180 mil nuevos casos.
Las actividades económicas en el Yemen se han reducido en un 50%, mientras que la tasa de pobreza ha aumentado hasta un 80%. La ONU ha informado que para mediados de este año cinco millones de yemeníes habrán caído en niveles críticos de hambre; alrededor de 150.000 niños han muerto ya de inanición; la tasa de mortalidad en el Yemen es cinco veces mayor que el promedio mundial, una cifra que se espera empeore a medida que los fondos de ayuda se agoten debido a la crisis económica.
Los ataques aéreos de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos han matado o herido a unos 20.000 civiles yemeníes. Además, la coalición ataca deliberadamente las plantas de tratamiento de agua y las instalaciones que intervienen en la producción de alimentos. La mitad de los hospitales y clínicas médicas de Yemen han sido destruidos o se han visto obligados a cerrar desde que comenzaron los bombardeos. La coalición bombardea también las grúas utilizadas en los puertos yemeníes, lo que imposibilita la descarga de alimentos y medicinas.
Esta realidad es la que el imperialismo siembra por todo el mundo a costa del proletariado y los pueblos, por ello es necesario impulsar la solidaridad entre pueblos y la construcción de Partidos Comunistas en el mundo, como alternativa para que la clase obrera pueda oponerse de manera organizada a la guerra y hacer frente a las ofensivas que en distintas partes del mundo vienen impulsando los países imperialistas.