Con el capitalismo se acentuó y profundizó el despojo de los trabajadores y desigualdad social entre burgueses (la clase social parasitaria) y el proletariado (la clase social productora). La acumulación originaria de capital encabezada por los capitalistas despojó a los campesinos de sus tierras y a los obreros de sus talleres gremiales convirtiéndose estos en proletarios, es decir, una nueva clase totalmente despojada de los medios de producción, con su fuerza de trabajo como única propiedad, que vende al capitalista, el cual se apropia gratuitamente de la plusvalía (trabajo no remunerado) generada por el obrero, acrecentando la fortuna del patrón.
Dicha situación provoca que campesinos, obreros y los sectores populares se vean forzados a incurrir en prácticas delictivas que los degrada y los alejan de la lucha contra la explotación, contribuyendo a reproducir el sistema de explotación asalariada. Por ejemplo, según algunas fuentes, el crimen organizado representa un valor en el mercado de más 470 mil millones de dólares, que abarcan contrabando, prostitución, narcotráfico (tan solo 121 mil 600 millones de dólares entre Estados Unidos, México y Colombia), la extorsión y cobro de piso, por mencionar unos casos.
Esta situación mientras exista el capitalismo no será erradicada, al contrario, se fortalecerá porque aturde a las masas laboriosas al grado de que no adquieren conciencia de clase, además genera jugosas ganancias a los capitalistas quienes usan la violencia, la desaparición forzada y el asesinato, pretextando el combate a estos males para golpear y desarticular a los movimientos democráticos y revolucionarios, asesinando a sus dirigentes y demás luchadores sociales, periodistas críticos, ambientalistas anti sistémicos y sindicalistas independientes, fortaleciendo el papel de los cuerpos policiaco-militares y paramilitares acrecentando su financiamiento para sostener el poder dominante de esta clase parasitaria.
De acuerdo al Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social), en 2020 se superaron los 55 millones de pobres en México, de las cuales casi 45 millones padecen la pobreza moderada y cerca de 11 millones están hundidos en la pobreza extrema, 25 millones tienen rezago educativo, 36 millones no cuentan con servicios de salud, 12 millones no tienen vivienda, 23 millones no poseen servicios óptimos de vivienda (luz, agua, calefacción, internet, drenaje, etc.) y 29 millones sufren pobreza alimentaria.
Mientras en el polo opuesto, el patrimonio de los más ricos en México supera los 171 mil millones de dólares.
Ante esta desigualdad, los únicos que padecen las lacras del capitalismo son los proletarios, campesinos y las masas populares, mediante las reducciones salariales, el aumento de impuestos, disminución de prestaciones, recorte del gasto social, saqueo privado de los ahorros para las pensiones, entre otras maniobras fraudulentas que utilizan los gobiernos en turno para salvar los negocios de la burguesía.
Peor aún, en estos tiempos de pandemia donde los oligarcas presionan a sus regímenes para que los trabajadores operen sus empresas en condiciones laborales y sanitarias deplorables, donde ni siquiera se cuenta con la infraestructura adecuada para que no corran peligro las vidas de las masas laboriosas, cuando lo único que interesa salvar son las ganancias privadas de los consorcios capitalistas.
La fascistización y derechización se está acentuando de forma considerable, como el arma de los potentados, para que las parias no se movilicen y unifiquen por mejores condiciones de vida, estudio y trabajo, pero cuando no logran imponer exitosamente esa tendencia se valen del reformismo y el izquierdismo pequeñoburgués para corporativizar el movimiento de masas de tal modo que no se convierta en una amenaza sistémica e insurgente.
Solo el socialismo y el comunismo pueden erradicar la delincuencia, empezando por la madre de todas sus manifestaciones, la de “cuello blanco”, aquella donde se vende como “modelo a seguir” quienes expolian a la humanidad y la naturaleza mientras aquellos que se oponen a dicha depredación son estigmatizados de “terroristas”.
En el modo de producción socialista derivado de la revolución proletaria y la dictadura del proletariado se ha demostrado que, cuando se produce para satisfacer necesidades, la delincuencia se erradica entre la clase obrera y las masas populares, mientras que los casos donde se practicó se mantuvieron los vicios burgueses y pequeño burgueses que reciclaron el sistema de explotación asalariada, presentándose como socialista, cuándo no lo fue, ni es. He aquí la repugnancia que sienten los capitalistas de que vuelva una nueva oleada de violencia revolucionaria, porque saben que si su violencia reaccionaria es derrotada en el terreno de la lucha de clases se esfumará su estilo de vida parasitario. El terror fascista burgués figurará en el basurero de la historia para que la organización superior cada vez más del proletariado tome su lugar hasta la efectiva desaparición de las clases sociales, la propiedad privada y el Estado.
https://www.forbes.com.mx/millonarios-2021-los-10-personajes-mas-ricos-mexico/
https://www.coneval.org.mx/Medicion/Paginas/PobrezaInicio.aspx