El 11 de septiembre de 2001 el mundo amaneció escandalizado por la noticia del “atentado” a las Torres Gemelas de Nueva York. Este hecho costó la vida de miles de personas de diferentes nacionalidades. La acción fue coordinada en el corazón político, económico y militar del imperialismo yanqui.
Inmediatamente, el Gobierno de Estados Unidos, el republicano George W. Bush culpó a una fracción extremista musulmana conocida como Al Qaeda y a su “principal” líder Osama Bin Laden como los responsables de este múltiple ataque al país que más agresiones a pueblos ha realizado desde el término de la II Guerra Mundial. Osama Bin Laden, según las presunciones de EE.UU., contaba con el apoyo del gobierno extremista de Afganistán, encabezado por el grupo político religioso conocido como “Los Talibanes”.
Los talibanes formaban parte de los grupos antisoviéticos financiados por Estados Unidos para desplazar al régimen patrocinado por los revisionistas de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) durante la década de los 80 en Afganistán. EEUU so pretexto del 09/11 iniciaron una invasión sobre este país, derrocando al régimen talibán e imponiendo un gobierno afín durante 20 años, hasta el mes de agosto donde retiraron sus tropas y las de sus aliados, mediante una negociación encabezada por Trump cuando aun gobernaba.
El pretexto de las agresiones contra EE.UU., en las Torres Gemelas y los edificios de gobierno, sirvieron para salir de una crisis económica y buscar acrecentar su hegemonía en los países del Oriente Próximo. Este crecimiento hegemónico desarrolló inestabilidad política y social en diversos países de la región, profundizando la guerra y la confrontación, creando una devastación en Afganistán y la región.
Resulta completamente inexplicable, como la principal potencia militar y de seguridad mundial pudo recibir un golpe de tales magnitudes, como dicho atentado. EE.UU., generó estas condiciones para hacer más reaccionaria y represiva su maquinaria de seguridad interior y exterior que le funcionará no sólo para Oriente Próximo, sino en diferentes regiones del mundo bajo el pretexto de su combate contra el terrorismo. Cualquier indicio de interés económico o por recursos naturales de los países, por parte del imperialismo yanqui es justificado con la intervención acusando de terrorismo a dichas naciones.
Luego entonces, el 11 de septiembre en EE.UU., se convirtió en el pretexto favorito del imperialismo para intervenir y ocupar países.