En el país que vive AMLO, junto con Fox, FeCal y Peña Nieto cuando dan sus informes de gobierno, no importa que haya aumentado el número de pobres en México, no importa que la pobreza extrema sea mayor, no importa que sigan invirtiendo en salud y educación menos de lo que recomiendan incluso los organismos internacionales del capital. Ellos tienen siempre otros datos, describen sus hazañas de gobierno ajenas al nivel de vida de los trabajadores y sus familias.
A pesar de que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social reporta que la pobreza laboral asciende al 38% de la población trabajadora, de que las mujeres sean discriminadas salarialmente; a pesar de que la misma Comisión Nacional de Vivienda reconoce que el 25 % de los hogares mexicanos son insuficientes por espacio, por infraestructura de servicios o material de construcción y de que hagan falta 9 millones de viviendas que ni siquiera piensan en construir; los informes de gobierno son ajenos y hacen apologías de acciones de gobierno básicas y obligatorias.
AMLO presume la entrada de remesas que envían los trabajadores migrantes, como si fuera mérito de su gobierno; cuando en realidad debería avergonzarse de que la mayor parte de las familias en nuestro país dependan de ellas en lugar de trabajar por salarios que sean suficientes para mantener y mejorar sus condiciones de vida. Incluso es capaz de criticar a quienes tienen aspiraciones y quieren superar su condición de explotación.
Como en otras ocasiones, para López Obrador todos quienes disientan de su “análisis” forman parte de las fuerzas conservadoras. Continuará con su discurso populista y pregonando las limosnas de su gobierno, manteniendo las precarias condiciones laborales que agudizarán las condiciones de pobreza.