Así como la conferencia mañanera de López Obrador marca la agenda de la discusión, por no decir impone el foco de atención; en los estados las visitas del presidente marcan también la referencia para la protesta y reclamos de pendientes, promesas incumplidas y quejas contra funcionarios de toda laya. Pero a este reflejo de algunos problemas, donde desde la máxima tribuna se impone el debate, se impone más terca la realidad de la lucha de clases.

De tal manera que, aunque se busque mantener el eje en lo que al poder le interesa, van irrumpiendo con mayor contundencia los reclamos de cada vez más amplios sectores populares, que perdiendo la “esperanza de cambio”, van afilando su crítica.

Esto se palpó en la reciente gira de López Obrador a Baja California. A muy poco tiempo de su última visita, en esta ocasión las protestas emergieron desde la noche de llegada, donde lo esperaban contingentes de manifestantes para protestar contra funcionarios de la administración de la Gobernadora Marina del Pilar, cuyo gobierno se caracteriza por copar de panistas las dependencias a todos los niveles. Si bien es cierto que en estas protestas estuvo la mano del exgobernador Jaime Bonilla, los señalamientos no eran falsos. Y a estos reclamos se sumaron el siguiente día: la falta de pagos a maestros y la demanda por la construcción de unidades médicas (hospital en Playas de Rosarito, entre otros); las exigencias de trabajadores de los medios de comunicación; los rezagos en la regularización de la tierra; la resistencia de los defensores del Parque Benito Juárez por defender el espacio público y otras más.

La realidad es clara. El aumento en la inseguridad que golpea a sectores cada vez más amplios con asesinatos y desapariciones, frente a la creciente militarización del país que prácticamente patrulla en todas las calles y ocupa de cuarteles escuelas, centros públicos deportivos, bibliotecas y otros espacios públicos; pero sin reducir la violencia. Por ejemplo, al tiempo que la seguridad se reforzaba en las inmediaciones del cuartel donde se llevaba cabo la conferencia mañanera, a unas cuadras de ahí grupos armados balaceaban una funeraria, con el claro mensaje de reto a las autoridades que se mantienen en un papel de observadoras (más bien cómplices).

Avanzan la movilización por demandas proletario-populares, con “reservas” respecto a la figura presidencial, pero se evidencia cada vez más el carácter de continuidad en el manejo pro oligárquico de la política de gobierno.

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Por PCMML

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