El 10 de junio de 1971 se recordará como uno de los más grandes crímenes del Estado burgués mexicano. Durante ese día, se gestaba una movilización estudiantil en solidaridad con la lucha de los estudiantes por la democratización de la Universidad Autónoma de Nuevo León, quienes días atrás habían salido a las calles en contra de la reducción del presupuesto a la universidad. A esto se sumaron otras demandas como el aumento al presupuesto a la educación, la paridad de participación de los estudiantes y docentes en los consejos técnicos en la UNAM, la desaparición de los grupos porriles y la libertad de presos políticos.

El Estado burgués mexicano respondió con una brutal represión, empleando grupos paramilitares y porriles entrenados por la CIA, conocidos como los Halcones, quienes accionaron con armas de fuego contra los estudiantes, además de disponer de francotiradores, realizando una masacre que hasta el día de hoy sigue impune.

De aquellos días en los que Luis Echeverría respondía a las demandas de los estudiantes con fuego y sangre,  a estos solo ha habido cambios de forma con la Cuarta Transformación; prueba de ello es la constante persecución, represión e intentos de cierre de las normales rurales, tal fue el caso de Mactumactzá que en este 2022 cumplió un año de la agresión y detención de 95 estudiantes, ahora libres por la fuerza del movimiento magisterial y popular, que a la larga continúan siendo reprimidos por el Gobierno de Rutilio Escandón.

A esto hay que sumar las luchas por mayor presupuesto por parte de la ENAH y las Normales, las protestas de los estudiantes de la UNAM por tener un espacio de venta para solventar sus gastos al interior de la institución ante la falta de becas, el incumplimiento en la reapertura de la Normal Rural de El Mexe con internado, la reforma a la ley orgánica de la UAEMéx, así como las crecientes protestas de las estudiantes por espacios libres de acoso y violencia; luchas que hasta la fecha, la 4T ha aplicado la política de cerrazón.

El legado de los estudiantes que lucharon y fueron asesinados en 1971 sigue vigente en las calles a pesar del demagógico discurso de AMLO de “velar” por los intereses de la educación pública, cuando en la vía de los hechos no ha existido un aumento sustancial al presupuesto y se sigue reprimiendo y controlando a los estudiantes en distintas universidades y escuelas.

En tiempos de la 4T debemos priorizar la unidad de los movimientos estudiantiles con las organizaciones obreras y campesinas para hacer frente a la política represiva del Estado a la que se enfrentan los estudiantes por protestar por mejores condiciones de estudio, mayor presupuesto para la educación y no para la represión, contra la violencia y acoso sexual en los centros de estudio y por la democratización de estos; así como construir y fortalecer la Asamblea Nacional del Proletariado y los Pueblos de México.

¡10 de Junio no se olvida!

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Por PCMML

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