ERRADICAR LA VIOLENCIA, ORGANIZAR LA LUCHA, ¡ABOLIR EL CAPITAL!
A sesenta y dos años del brutal asesinato de las hermanas Mirabal por enfrentar el régimen fascista de Rafael Trujillo, hecho utilizado a ultranza por la ONU, estableciéndola en 1999 como “Día internacional por la eliminación de la violencia contra la mujer”, acotándola a una cuestión solo de género y desvirtuando así, el gran referente de lucha política de las mujeres en contra el régimen de opresión y explotación.
En ese marco, estimamos como factor fundamental la organización y la lucha revolucionaria para enfrentar la histórica violencia de opresión y explotación, que padecen las mujeres desde la división sexual del trabajo y el surgimiento de la propiedad privada. Comprendemos que hoy, es el sistema capitalista la forma básica de su reproducción y manifestación en una amplia diversidad de expresiones, en el ámbito público y/o privado.
En este año 2022, la humanidad se encuentra asumiendo los estragos de una pandemia, en medio de una guerra interimperialista por el control geopolítico, enfrentando una depresión económica que conduce a una crisis económica mundial, de gran magnitud.En ese contexto de violencia estructural del decadente sistema capitalista que padece una crisis general afectando gravemente la vida del pueblo y particularmente de las mujeres, resultado del desarrollo de la propiedad privada, la acumulación del capital y la explotación del trabajo humano, que ha desarrollado relaciones de poder como el machismo y el patriarcado, donde la mujer es considerada socialmente inferior, haciendo más fácil su sometimiento y subyugación sistémica, para la apropiación de la clase explotadora, que las compra y vende para fines de explotación comercial, laboral o sexual.
La manifestación abierta de estas violencias, las percibimos de primer impacto en el círculo social – familiar, (privadas) con la dominación, control, opresión y maltrato que viven las mujeres dentro o fuera de su hogar y que se perciben en daños emocionales, psicológicos, sexuales, económicos, patrimoniales y físicos, en una serie de acciones que avanza en una escalada que muchas veces llega a los feminicidios.
Al mismo tiempo, ocurren otras expresiones veladas, de manifestaciones, sistemáticas, silenciosas, lentas y dolorosas, que de igual forma terminan asesinando a las mujeres todos los días, esta diversidad de expresiones acontecen en la vida pública y social (laboral, escolar y/o recreativo) y consiste en el menoscabo, humillación, desprecio, discriminación, omisión, explotación, opresión y desigualdad social que enfrentan las mujeres en todos los espacios en que se desarrollan, acciones que se intensifican cuando de raza, etnia y clase trabajadora se trata.
En ese sentido, la violencia en el trabajo se percibe en la brecha salarial que en promedio se sitúa en un 5.9% menos para las mujeres en el sector informal y en el sector formal en un 17.8% menos con relación a los hombres por el mismo trabajo, sumando las extenuantes jornadas y las precarias condiciones de trabajo; la anulación de sus derechos laborales e inestabilidad en el empleo, acoso laboral y sexual, discriminación por el ejercicio de maternidad, pues a pesar que diversos organismos internacionales de derechos humanos, lo establecen como derecho, se continúan exigiendo las constancias de no gravidez como requisito para ser contratadas, no se otorgan las licencias por maternidad, ni se respetan las horas de lactancia. Instituciones como (CONAPRED) Consejo nacional para Prevenir la Discriminación, ha registrado violencia y discriminación al trabajo en un 43%, el trato digno 25%, al ejercicio de la maternidad 17.9% y la más frecuente, el despido por embarazo, con 94.6%, sin contar los casos que no se denuncian.
A estas realidades se agrega el obligado trabajo doméstico, no remunerado, de gestión, administración, cuidado del hogar y la familia que ejercen las mujeres, en cifras según datos del INEGI de las 20 horas que dedican los hombres, las mujeres dedican 50 horas, es decir un total de siete horas diarias, situación más crítica, para las mujeres en la que toda la cuestión familiar depende única y exclusivamente de una sola mujer, que representan el 39.3% del total de hogares en México, según INEGI 2020; quienes muchas veces por el trabajo formal, abandonan a sus hijos o se obligan al trabajo informal para llevarlos consigo, en ambos casos, violentando no solo la vida e integridad de las infancias, pues es precisamente con ese trabajo no reconocido como trabajo productivo, que se atenta contra la vida de las mujeres, afectando su salud y motivación, consumiendo su fortaleza y vitalidad e inhibiendo cualquier aspiración de realización personal, a costa de sostener la economía de cualquier país.
La violencia que viven las mujeres en el ámbito de la salud, sobre todo del sector rural y popular, ya sea institucional u obstétrica, representa un grave problema de salud pública, la muerte por el abandono en la atención de enfermedades curables o tratables, sin seguro médico. La muerte materna es cinco veces más alta que en la ciudad, de los embarazos adolescentes 10% son producto de una violación sexual y el aborto no es accesible en las condiciones sanitarias que presenta el país, además que en estos persiste la criminalización por el derecho a decidir.
El feminicidio, acoso y violencia sexual como fenómenos de la descomposición social, se envuelven en una apología de la violencia, creada a través de una cultura de mercantilización del cuerpo de la mujer, expresadas en los medios masivos de comunicación redes sociales, expresiones de la llamada posmodernidad que refleja la descomposición social a la que ha llegado el sistema capitalista con su política de mercado. La colusión del Estado con el narcotráfico y el crimen organizado mantiene la inseguridad y la reproducción de la violencia, que se proyecta en la desaparición de 8 mujeres al día; en lo que va del 2022 han desaparecido 2070 mujeres, la mayoría entre 15 y 19 años, con fines de explotación, laboral y sexual, que hacen de México un destino de turismo sexual (prostitución, pederastia, pornografía), generando ingresos vastos, para comprar la impunidad de autoridades en todos los niveles.
Cada día se registran 12 feminicidios, 50% de las víctimas cuentan entre 15 y 35 años, el principal motivo la violencia familiar, en la que se advierte una fuerte conexión con la coyuntura de violencia generalizada, consumo de alcohol y enervantes, depresión, estrés, frustración económica, laboral e incertidumbre por la inestabilidad y degradación social.
Este fenómeno alarmante no es prioridad de las políticas públicas en general, y en particular en la agenda pública del gobierno mexicano, por el contrario, se han recortado los presupuestos para atender todo lo relacionado con la igualdad de género, atención a las víctimas de violencia y los subsidios a las víctimas de feminicidios, en consecuencia han cesado la creación de albergues, casas de atención, guarderías y estancias infantiles, ya de por sí, el 75% de las mujeres con un empleo formal no tenían acceso, ahora el escenario se presenta más atroz, sumándose la travesía en el acceso a la justicia, burocrática, discriminatoria y revictimizante, sobre todo para las mujeres pobres, que no acceden a la justicia.
Por ello consideramos urgente, defender la vida de las mujeres, en el derecho a una vida sin violencia y mantener la exigencia por justicia y dignidad. Nos sumamos a las demandas de las víctimas de feminicidios, presentación con vida de las desaparecidas, protección a las buscadoras y luchadoras sociales en su búsqueda de justicia, y por la atención a las víctimas colaterales de estas violencias.
En ese marco, impulsamos la lucha por:
- Garantizar espacios seguros para el desarrollo de las mujeres.
- Garantizar salud y educación pública y gratuita.
- Empleo dignos y salario justo, por encima de la inflación.
- Reconocimiento al ejercicio de la maternidad y paternidad como un derecho.
- Financiamiento del Estado para la construcción de albergues, refugios, estancias familiares, guarderías, lavanderías y comedores públicos.
- Programas de adquisición de viviendas.
- Atención integral, jurídica y psicológica para las víctimas de violencia.
- Acceso a la justicia efectiva, pronta y expedita, garantizando la reparación del daño y castigo a los culpables materiales e intelectuales.
- Subsidio a las víctimas colaterales de feminicidios, violencia sexual y desaparición forzada.
- Por una red nacional de justicia para víctimas de feminicidios
- Homologación de las leyes para la tipificación del delito.
- Una red nacional y coordinación continental para la búsqueda de personas desaparecidas.
- Exigimos garantías del Estado para la solución y protección de las familias, mujeres buscadoras y alto a la criminalización de éstas.
Este 25 de noviembre, reivindicamos la lucha de las hermanas Mirabal y el valor por enfrentar al régimen fascista por justicia y dignidad, mostrándonos que la lucha no es de género, si no de clases. Extendemos nuestra solidaridad con todos los movimientos de mujeres que luchan en contra de la violencia en el mundo, saludamos a las distintas movilizaciones que se manifiestan en contra de la violencia en nuestro país y hacemos un llamado a las distintas colectivas, organizaciones de mujeres y al conjunto de la población a reconocer nuestras coincidencias, organizarnos y movilizarnos en unidad, para enfrentar las políticas que lesionan la vida de las mujeres; a medida que avancemos para derribar el régimen capitalista, sostenemos imponderable la organización y colaboración de toda la sociedad. Tenemos claro que la erradicación de la violencia y la opresión de las mujeres no será posible dentro el capitalismo, pasa necesariamente por su abolición, para dar paso a la transformación de la sociedad, que considere la igualdad social, al socialismo.
Noviembre 2022.
Partido Comunista de México (marxista-leninista)
Frente Popular Revolucionario
Unión de la Juventud Revolucionaria de México