El fascismo acecha

La Vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, que es parte del Gobierno de Gustavo Petro, denunció encontrar artefactos explosivos en la vía que conduce a su casa, de lo que se presupone un posible atentado en su contra.

En Brasil, los fascistas que encabeza Jair Bolsonaro quien perdió las elecciones recientemente frente a Inacio Lula, asaltaron espacios del Estado en un intento de sublevarse y tomar la conducción del Estado para hacer renunciar a Lula, sin embargo, no lo lograron porque no tuvieron la fuerza suficiente en su intento. Donde además Lula da Silva enfrentó un proceso judicial que lo metió preso un tiempo y Dilma Rouseff fue impedida continuar en el gobierno como presidenta de Brasil, por proceso en su contra; muestra que Brasil no se ha sacudido de esas fuerzas reaccionarias

La derecha golpista fascista peruana, proimperialista a Estados Unidos, destituyó a Pedro Castillo, quien habría ganado las elecciones presidenciales resultado de una amplia y dura lucha del pueblo contra los neoliberales, lo que representó para la oligarquía financiera peruana un golpe, sin embargo, persistieron en impedirle gobernar -a pesar de que Castillo fue cediendo a sus presiones – y lo quitaron del gobierno apresándolo también.

El frustrado atentado y el proceso judicial por corrupción contra Cristina Fernández, vicepresidenta de Argentina, buscan golpear además al Gobierno de Alberto Fernández, para ascender nuevamente al gobierno las fuerzas de la ultraderecha argentina, para seguirse devorando los recursos de la devastada Argentina.

La derecha golpista-fascista en México, tampoco se ha alejado de esos intentos fascistas reaccionarios contra Andrés Manuel López Obrador, para recuperar el gobierno que perdieron con la llegada a la presidencia de este.

Estos son algunos de los ejemplos más recientes de la política fascista del imperialismo -de cualquier potencia- y las burguesías en América Latina, que, ligados a los fascistas de Europa y Asia, forman una fuerza violenta que actúa contra el movimiento democrático y revolucionario del continente y el mundo, que viene dando respuesta a la depresión económica inflación, la guerra en Ucrania.

Sus ataques a los gobiernos que se dicen progresistas, no son en el fondo contra los personajes de dichos gobiernos -personajes que están a favor del capitalismo- sino contra las masas de trabajadores que han luchado y logrado triunfos electorales en los que se busca imprimir cambios en su beneficio. Aun a pesar de que dichos gobiernos crean las condiciones a favor del mismo fascismo, al mantener el peso y papel del ejército al servicio de la propiedad privada, -incluso lavándole la imagen como en México-, buscan anular la capacidad organizativa y de movilización del pueblo mediante programas sociales, mediante la conciliación de las clases para convencerlo que el capitalismo puede humanizarse.

Sin embargo, los hechos muestran lo contrario, los gobiernos que han llegado al gobierno con estas políticas son combatidos por los mismos capitalistas, que solo los utilizan temporalmente para contener la lucha callejera y así continuar su proceso de reproducción capitalista.

Por eso hoy la lucha por la revolución proletaria, debe entenderse como resultado de estas contradicciones irreconciliables de las clases, de los explotadores y los explotados, de la lucha contra el fascismo y el imperialismo; no es posible seguir sosteniendo al sistema capitalista, sino destruirlo, para evitar la desaparición de la humanidad y la naturaleza.

 

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