(Extracto de la ponencia de UGTM en el Foro Organizado por la Coordinación de Mujeres 8 de Marzo. La Mujer frente a la precarización laboral)
En el mundo del trabajo la igualdad entre hombres y mujeres es un hecho formal, privan las leyes del capital, que exigen un mayor grado de explotación a mujeres. En nuestro país el sector laboral de mujeres gana hasta 36 % menos que los hombres, aún y cuando se realice el mismo trabajo y funciones, por ello, no es casualidad que la población caracterizada como pobre, o extrema miseria, tenga una cara femenina. Es común que a la par de la explotación, se desarrolle la opresión de la mujer trabajadora en México. Esta tiene varias manifestaciones, aún y cuando está prohibido el despido laboral por embarazo o la prueba de embarazo, en la vía de los hechos se desarrolla, a la par del hostigamiento sexual, que es una práctica común, por ejemplo, en las maquiladoras como lo denunciaron las obreras de Lexmark. En esta misma lógica de explotación y opresión sobre la mujer trabajadora 8 de cada 10 madres trabajadoras con hijos pequeños son subempleadas, lo cual impide que no tengan la prestación de las guarderías, salud, vivienda, etc.
En México solamente el 42.8% de las mujeres participa en el mercado laboral, y ello principalmente en las áreas urbanas, pues solamente una de cada tres mujeres indígenas tiene un trabajo remunerado. La mujer que se desarrolla como jornalera agrícola en los grandes campos de las trasnacionales, a la par de los bajísimos salarios, vivir en barracas en las plantaciones, tiene que andar migrando en todo el país con sus hijos, en busca de trabajo, a la par de las nulas prestaciones sociales.
De manera general un informe del 2018 del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), subrayó algunos indicadores que muestran la gravedad de la brecha de género en el país: en realidad, las mujeres trabajan en promedio 74.6 horas a la semana, contra 64.4 horas para los hombres. Sin embargo, las mujeres ganan un ingreso por solamente 20.5 horas de trabajo, ya que destinan 54.1 horas para labores domésticas no remuneradas.
Los hombres trabajan en promedio 44.9 horas remuneradas, y solo destinan 19.5 horas al trabajo en el hogar.
En México la mayor parte de la población sufre una “extendida precariedad laboral”: gana salarios de miseria, carece de un contrato escrito –lo que abre la puerta a abusos-, ni prestaciones de seguridad social–, y además los trabajadores suelen ser despedidos de la noche a la mañana.
Las principales víctimas de esta precariedad son las mujeres, las poblaciones indígenas, los migrantes, los jóvenes y las personas con discapacidad.
De acuerdo con el estudio del Coneval, el 26% de los trabajadores lleva menos de un año en su trabajo, y solamente el 8.6% de ellos lleva más de dos décadas, y la tasa de “rotación anual” de los puestos de trabajo es de poco más de un año; es decir, que cada año se sustituyen los trabajadores de tres de cada diez puestos, sobre todo en los sectores de la construcción y la agricultura, afectando fundamentalmente a la mujer trabajadora.
En el capitalismo-imperialismo la desigualdad entre mujeres se mantendrá, laboral, económica y socialmente, sus reformadores lo que hacen es matizarla y afinarla para beneficio del mismo sistema, por eso la clase obrera, tiene que imponer la socialización de los medios producción para desarrollar el trabajo no esclavo, organizado y planificado para beneficio de la colectividad, no de intereses privados.