Estos dos países se encuentran entre el Mar Caspio y el Mar Negro, Armenia es montañoso y sin salida al mar, y Azerbaiyán sí tiene salida al mar. Están ubicados en lo que se llama Transcaucásica o el sur del Cáucaso. Armenia forma fronteras con el mismo Azerbaiyán, con Georgia y con Turquía. Las fronteras de Azerbaiyán son con Armenia, Irán y el Mar Caspio.
Las diferencias culturales y religiosas, como siempre lo afirma la versión burguesa, las han querido mostrar como las causas de los conflictos, como es el caso del actual. Armenia es de religión indogermánico cristiana ortodoxa y los azeries, turcomanos y musulmanes. Estas diferencias no significaron razón de enfrentamientos en los tiempos del socialismo, durante la Unión Soviética, en donde formaban una unión como republicas. En la actualidad, se ha revivido el viejo nacionalismo que alimenta la disputa por un territorio llamado Nagorno- Karabaj o Artsaj, que tiene una población mayoritariamente armenia.
La crisis económica y la pandemia mundial aceleraron estos enfrentamientos militares y los ha llevado a usar lo más moderno del armamento convencional, que incluye misiles de mediano alcance, que han destruido bases militares enemigas; Azerbaiyán ha decidido ir por la “recuperación” del Nagorno- Karabaj o Artsaj y es el país con más poder económico, pues tiene la mayoría del petróleo y el gas de la zona.
El conflicto estalla el 27 de septiembre y ante su continuidad, se ha iniciado una mediación por parte de Rusia y recién se formalizó en el papel un alto al fuego, pero en los hechos continúan los enfrentamientos, acusándose mutuamente de violar los acuerdos. Los llamados internacionales de la ONU por la paz son llamados a misa, pues la política guerrerista del imperialismo por la disputa de los mercados y los recursos, es el verdadero Dios para mantener la guerra.
Nagorno-Karabaj o Artsaj, territorio en disputa de población mayoritariamente armenia, combaten con Armenia contra los azarbaiyanos o azeries, quienes a su vez son respaldados por Turquía (quien se abroga su intervención por la antigua ocupación otomana de Azerbaiyán y que en la Primera Guerra Mundial cometieron el “genocidio armenio”) e Israel, al servicio de EE.UU. A Armenia por su parte lo apoya Rusia, -que tiene bases militares- e irán. Hay que destacar que Turquía y Rusia, se enfrentan en Libia, Siria e Irak, ambos por extender su territorio y sus mercados.
El papel geoestratégico de Azerbaiyán, cuyo territorio además de contar con grandes reservas de petróleo y gas, es un territorio por el que pasan los oleoductos y gasoductos de Turquía y ahora Rusia, que llevan petróleo y gas a Alemania y a la Unión Europea, por lo que no es de descartarse que a la competencia entre Turquía y Rusia por este mercado, se haya sumado EE.UU., que para no perder su papel de proveedor de estos energéticos a Europa, papel que ha venido perdiendo en los últimos años frente a Rusia y Turquía, esté generando estos conflictos, para desestabilizar esa región y cortar el suministro energético de la región a Europa, buscando recuperar su papel de proveedor hegemónico.
Armenia y Azerbaiyán no se habían enfrentado durante 26 años, pero esta frágil paz se rompió porque la crisis económica y la pandemia urgen a los bloques imperialistas a reactivar los mercados, paralizados por la crisis, desatando la rapiña burguesa por los recursos, buscando posicionase en la región para controlar esa parte. Esta rapiña no se detendrá mientras los imperialistas, y las burguesías locales, sigan alimentando los rancios nacionalismos y la división artificial de los pueblos de ambos países, para mantenerlos esclavizados por uno u otro grupo de capitalistas, ni mientras el capitalismo, en su fase imperialista, acorte el periodo entre crisis económicas cíclicas y la profundidad de estas.