El pasado domingo 24 de abril colectivos feministas, familiares de víctimas de feminicidio y pueblo en general, hombres y mujeres, tomaron las principales calles de la Ciudad de México para exigir justicia por el feminicidio de Debanhi Escobar, así como para alertar al pueblo qué vivimos en un país donde también se asesinan mujeres, frente a una violencia general creciente, y exigir al gobierno que esta masacre se detenga.
Aproximadamente 1, 500 personas gritaron al unísono que México se ha convertido en una fosa común dónde son asesinados en total impunidad mujeres, activistas, luchadores sociales. Todo esto con la complicidad e ineptitud del Estado. México ocupa el segundo lugar en América Latina en casos de violencia hacia las mujeres y el tercer en asesinatos a periodistas. El actual gobierno de la 4T alega qué según “sus datos” los feminicidios en México han disminuido, la verdad es que las autoridades “maquillan” los datos negándose a tipificar como feminicidio miles de asesinatos. Para hacer cuadrar sus cifras, las autoridades tipifican más de la mitad de los feminicidios como homicidios dolosos o culposos.
En México se le arrebata la vida cada día a 11 mujeres, la violencia machista va en aumento gracias a la impunidad del Estado, a la complicidad de las autoridades con grupos delictivos, a la degradación de la sociedad. El 97% de los feminicidios en nuestro país quedan impunes, el otro 3% obtiene justicia sólo gracias a la presión social y a la lucha incansable de familiares que no se rinden, quienes con sus propios recursos hacen el trabajo de investigación y búsqueda que sería responsabilidad de las instituciones burguesas.
Y aunque el gobierno de AMLO sostenga que “está ocupándose de eso”, lo cierto es que en los últimos años sólo gracias a la presión y lucha de colectivos feministas organizados se han impulsado en México leyes cómo la Ley Olimpia para castigar a quienes ejerzan violencia digital; y la Ley Ingrid la cuál sanciona a servidores públicos que difundan audios, imágenes, videos o archivos de investigaciones.
Todo esto va más allá de crear leyes para castigar a feminicidas, en el actual sistema capitalista el rol de la mujer ha sido siempre relegado como mero objeto sexual, instrumento de producción con doble estándar de opresión, ya sea en el trabajo y en la familia. Se trata de derrocar al capitalismo que nos explota y oprime como fuerza de trabajo seamos mujeres u hombres, incluso niños; el mismo que traslada las condiciones degradantes de la sociedad capitalista de la esclavitud asalariada a las familias que la reproducen inconscientemente, que, cómo dijo Flora Tristán: “Hasta el hombre más oprimido encuentra otro ser para oprimir, su mujer: la proletaria de los proletarios.” ¡Ni una asesinada más! ¡Ni un asesinado más! ¡Unámonos como clase contra el capital!