En sus orígenes las asociaciones obreras tuvieron una creación espontánea; su objetivo se reducía a la defensa de sus miembros con relación a los problemas de salarios y horas de trabajo. Esta primera forma inferior del movimiento sindical es la de la lucha económica.

     Posteriormente, la clase obrera adquiría conciencia de que no podía mejorar su situación si no se atacaba al sistema de explotación que engendraba mayor hambre y miseria. Los sindicatos se erigieron como escuelas donde el proletariado aprendió de su propia lucha, conoció su fuerza y lo que es capaz de arrancar con organización y con la unidad de todos los asalariados, para abolir el sistema de explotación.

     No obstante, bajo el dominio de la ideología burguesa, los sindicatos, empezaron a virar hacia posiciones burocráticas y de traición. La degeneración oportunista que consideraba los sindicatos como órganos de equilibrio entre el capital y el trabajo, fue combatida por la concepción marxista de los sindicatos, como organismos de clase, revolucionarios y por el socialismo.

     En 1864 se funda la Asociación Internacional de los Trabajadores, siendo Carlos Marx su principal impulsor y quien delineó las características de los sindicatos de clase, contrarios a los sindicatos colaboracionistas.

     Marx resalta, que la única clase revolucionaria de la sociedad es el proletariado; que la lucha del proletariado está ligada a la revolución social; que la revolución social necesita la dirección del partido proletario que lleve al socialismo.

     En los estatutos redactados por Marx se establecía

“…Que la emancipación de la clase obrera debe ser obra de los mismos trabajadores: que la lucha por la emancipación de la clase obrera, no es una lucha por los privilegios y monopolios de la clase sino por el establecimiento de derechos y deberes iguales y para la abolición de todo dominio de clase…”

“…que, en contra del poder colectivo de las clases poseedoras, el proletariado puede actuar, como clase, solamente si se constituye en partido político distinto, opuesto a todos los viejos partidos creados por las mismas clases dominantes: que esta constitución del proletariado en un partido político es indispensable para asegurar la victoria de la revolución social y de su objetivo final, la supresión de las clases…”.

     Las revoluciones de 1848, que iniciaron en Francia con la insurrección armada de la clase obrera y se extendieron a otros países europeos, eran expresiones del movimiento obrero organizado. En 1871, la Comuna de París instaura la primera dictadura del proletariado; Marx escribió que La Comuna aspiraba al comunismo, “a la expropiación de los expropiadores, transformando los medios de producción que hoy son fundamentalmente medios de esclavización y de explotación del trabajo en simples instrumentos de trabajo libre y asociado.” (Continuará en el siguiente número).

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Por PCMML

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