El conflicto bélico más profundo que se ha tenido en la última década, ha cumplido 1 año y dos meses; este conflicto que inició con la invasión del imperialismo ruso a Ucrania el 24 de febrero del 2022, se develó muy pronto como un conflicto interimperialista, cuyas víctimas principales son: la clase obrera y el pueblo ucraniano, y en menor medida, pero también la clase obrera y el pueblo ruso está pagando las consecuencias de esta guerra. De manera colateral, hay víctimas más allá de las fronteras de los países en guerra, por ejemplo, los trabajadores de la mayoría de los países de Europa, que sufren por la crisis energética provocada por las sanciones impuestas a Rusia, como medida de presión dictada por el imperialismo estadounidense.
Mientras que estos pueblos son víctimas, los verdaderos beneficiarios de esta guerra son las oligarquías imperialistas rusas y norteamericanas, con sus respectivos aliados, ya que el motivo real de esta guerra es que ambas potencias imperialistas buscan extender sus zonas de control en el norte de Europa y Europa del Este. Estados Unidos, recientemente ha tomado la decisión de extender la OTAN a Suecia, Finlandia y Ucrania; frente a ello, Rusia, decidió anexar a su territorio a Crimea, parte de Ucrania hasta hace algunos años, lo mismo que la región de Lugansk y Donetsk en el marco de la guerra actual. La posición geopolítica de los países en disputa y sus recursos humanos y naturales, son los motivos de esta guerra por parte de ambos bloques imperialistas.
Para consolidar sus posiciones, por su lado Rusia y China, están consolidando sus relaciones económicas, políticas y militares, con sus aliados, la visita reciente de Xi Jiping a Moscú y la visita de Emanuel Macrón, presidente de Francia, Pedro Vasquez, Presidente de España y Ursula von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea a China, en las últimas semanas, lo que está debilitando la política estadounidense en Europa.