Los resultados electorales en este país muestran el desarrolló de la lucha de clases que han alcanzado el proletariado y los pueblos de Guatemala.
En Guatemala después de varias décadas de gobiernos neoliberales, en las que el pueblo guatemalteco ha resistido con lucha de clases, rechazando medidas empobrecedoras, saqueo y destrucción de los recursos naturales a través del extractivismo, que ha beneficiado a los capitales extranjeros (principalmente estadounidense) y locales subordinados a este. Las amplias masas populares guatemaltecas, han expresado la continuidad de su rechazo al neoliberalismo, ahora en las urnas y la vigencia de un cambio radical. Por ello, han depositado su confianza en Semilla y Bernardo Arévalo, a quien hoy, impulsan al Gobierno de la República.
Ese paso es muy importante porque representa una experiencia más de las masas trabajadoras guatemaltecas en la búsqueda de transformaciones que le sean reales y no formales ante su lacerada existencia a que los ha llevado el sistema capitalista-imperialista.
El triunfo de Semilla es una victoria de esa dura lucha del pueblo, misma que debe afianzarse, para que incluso desde este nuevo gobierno y desde las calles seguir empujando los cambios con organización, conciencia, combate y lucha de clases, que impida la desmovlización y dispersión de la lucha, pues solo el pueblo salva al pueblo a través de la Revolución Proletaria.
Antes y durante el proceso electoral, la derecha, la ultraderecha guatemalteca y los imperialistas estadounidenses han estado impidiendo transformaciones que atenten en su contra, incluso desde los mismos espacios electorales burgueses, buscando ahora con argucias legales echar abajo el proceso.
El proletariado y los pueblos de Guatemala deben impedir cualquier acción de los ricos, contra los intereses de la mayoría empobrecida, defendiendo su triunfo tomando las calles y profundizar sus acciones para reafirmar su gobierno y preservarlo para materializar los cambios que los pueblos anhelan.