Inicia 2018, las estadísticas de la muerte continúan su acenso en México. Sólo el 5 de enero fueron ejecutadas 32 personas en el estado de Chihuahua. En la fase actual del desarrollo capitalista, el proceso de acumulación de capital se funda en la creciente explotación sobre la fuerza de trabajo y en el despojo a los pueblos de sus recursos naturales. Para dominar, el capital requiere profundizar el proceso de alienación de las masas y recurrir en forma cada vez más amplia a la violencia para inhibir y disolver la lucha de la clase obrera, de los pueblos y comunidades que se organizan y resisten.
Las contradicciones entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción, son el fundamento de la crisis general del sistema capitalista, crisis que conduce a la burguesía a acrecentar la opresión sobre el proletariado y los pueblos para continuar acumulando sus ganancias. Ello sólo es posible en un contexto caracterizado por la extensión y fortalecimiento de los instrumentos de control ideológico y de los aparatos represivos, todo ello en el marco de un proceso de fascistización.
En México, la imposición de las reformas estructurales tiene lugar a partir de ahondar el control ideológico concretando el embrutecimiento de amplios sectores de la población e implantando un Estado de excepción que permite dominar amplios territorios para la explotación de recursos naturales y fuerza de trabajo. La muerte masiva, las ejecuciones sumarias y las selectivas, la tortura, la mutilación y el terror infundido sobre la población son elementos centrales de la estrategia del capital para continuar su dominio; se trata de destruir a través de la violencia un tejido social que sería la base de un proceso de resistencia.
A los intereses del capital corresponden los cientos de miles de asesinatos y las decenas de miles de desaparecidos en la última década en el país. Como en otras regiones de América Latina, en México, el saqueo y despojo a los pueblos frecuentemente es precedido por secuestro, asesinato y desaparición de sus habitantes para desplazar a la población e inhibir la resistencia; no es casual que muchos de los territorios considerados para implementar proyectos mineros, de extracción de gas y petróleo, etc. sean precisamente donde mayor número de secuestros, desapariciones y ejecuciones han habido. La desaparición de estudiantes, la ejecución de luchadores sociales y periodistas, y en general la sangre que se vierte sobre nuestro suelo, son elementos todos funcionales a los intereses del capital
La delincuencia organizada y los grupos de la economía criminal son constituidos y articulados desde las más altas esferas del poder; responden a los intereses de la oligarquía transnacional que requiere de un profundo proceso de putrefacción social para continuar con la imposición de su proyecto económico en aras de ganancia. El capital requiere del narcotráfico no únicamente para obnubilar la conciencia de sectores cada vez más amplios de la población, sino para justificar la militarización y la intervención imperialista que garantice la implementación de las reformas estructurales; requiere también de los grupos paramilitares que como parte integrante del Estado, realicen las tareas que formalmente no podrían llevar a cabo los aparatos represivos oficiales.
La misma imposición de la reforma energética y de las demás reformas estructurales en México, no puede entenderse al margen de la violencia dirigida por el Estado contra la población en un contexto de descomposición de las relaciones sociales. La implementación de las reformas ya establecidas y la imposición de las que están en puerta en los ámbitos laboral, educativo, de la salud, etc. requieren la continuidad de la muerte.
La única posibilidad de superar la situación actual, situación que es inherente a la crisis general del capitalismo, está en la organización y en la lucha del proletariado, del campesinado pobre y de las amplias masas populares en la perspectiva de la revolución socialista y el comunismo. Mientras exista, el capital continuará chorreando sangre y lodo, por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies.
Este artículo es parte del Vanguardia proletaria No. 520 del 15 al 31 de enero de 2018.