Imposible terminar con la violencia dentro del capitalismo

Generalmente se entiende a la violencia como parte de la descomposición del sistema capitalista y es utilizada como táctica y estrategia para mantener a toda costa dicho sistema.

El desarrollo natural del capitalismo da origen y desarrollo a la violencia. O sea, la violencia nace para someter a la clase obrera, el campesinado pobre y los trabajadores; para esto, el Estado burgués tiene sus diputados, su Constitución Política, sus códigos penales, sus fiscalías, sus PGR, su ejército, su marina, sus policías federales y estatales, para legalizar y legitimar el uso de la fuerza, de la violencia.

Entonces el Estado y cualquiera de sus gobiernos no busca y no puede terminar con la violencia, por el contrario, afina las formas de violencia a través de los cuerpos represivos (legales o ilegales) que fueron creados para que con el uso de la violencia mostrar la superioridad del Estado y de la clase burguesa que este representa para defender sus intereses, por eso fue la creación de la Guardia Nacional.

En nuestra lucha por la tierra, por empleos, por buenos servicios de salud, por educación, contra el alza del precio de los alimentos, del pasaje, de la gasolina; por precio justo a nuestros productos del campo, por un precio justo al pago de energía eléctrica, por defender nuestro territorio, por defendernos de la violencia, ante esas luchas de inmediato nos reprimen con la policía estatal o federal, el ejército o la marina, en lugar de atender las necesidades que la misma Constitución Política refrenda, mostrando claramente con ello que no están del lado del pueblo.

La pobreza, el desempleo, los bajos salarios hacen reclutar a elementos del pueblo para formar parte de estos grupos de profesionales de la violencia, a quienes adoctrinan y adiestran para defender los intereses que no son de ellos, ni de sus familias. Su función es prepararlos para reprimir, asesinar y desaparecer principalmente a dirigentes, militantes y activistas del movimiento democrático y revolucionario y con ello enseñar que solo debe imperar el orden y la paz burguesa, diciendo que lo hacen en nombre del país y de todos.

Por otro lado, esas mismas condiciones miserables de vida, llevan a otros sectores del pueblo a delinquir o buscar sobrevivir con actividades que atentan contra sus propias vidas como proletarios. Aquí la burguesía, desde su Estado interviene para profundizar la descomposición de este sector de la población y los usan para preservar sus mezquinos intereses de la propiedad privada.

Ambos sectores de los proletarios, los que son parte de las instituciones represivas del Estado, como la policía, el ejército, la marina, etc., y los que son parte del otro ejército llamada delincuencia, finalmente ambos sirven a la oligarquía financiera, porque ambos trabajan para preservar el sistema capitalista, la esclavitud asalariada, pues se oponen y combaten la lucha por una transformación democrática y revolucionaria del país. En este sentido nuestro enemigo pone las balas y nuestro pueblo las vidas.

Para nuestro pueblo sería fácil terminar con la violencia, si los diputados y el gobierno fueran nuestros, nos representaran realmente; de inmediato elevarían a rango constitucional la creación de los Comités de Seguridad Popular de calles, de manzanas, de barrios, de colonias, de municipios, de regiones, de estados y a nivel nacional. Estos ejercerían el control porque descansaría en la organización de las mismas masas la capacidad de acción para terminar con la delincuencia, que al mismo tiempo sería un poder que mostraría la inutilidad del parlamento así como del ejército y la policía. Seriamos el ejército de todo el pueblo y no sangraríamos los recursos del pueblo.

Pero como los diputados y senadores y el presidente del país, no representan los interese populares, entonces tenemos que optar por la organización de las milicias populares, organizadas desde las asambleas de masas, que discutan, resuelvan y ejecuten las necesidades del pueblo. La oligarquía financiera y el gobierno de la 4ª T, tienen miedo de darle ese poder al pueblo, porque estrangularíamos a la delincuencia legal o ilegal, estrangularíamos a los diputados y senadores, estrangulariamos al Estado y la oligarquía financiera, que significaría atentar contra sus intereses. Por eso insisten en su política de militarización (fascistización) para que el pueblo siga bajo su yugo.

 

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