Desde los primeros días de este mes de octubre, con la imposición del Decreto 883, por parte de Lenín Moreno, Presidente de la República de Ecuador -con el cual impone el denominado “paquetazo económico”, eliminando el subsidio a los combustibles, además de otras medidas dictadas por el Fondo Monetario Internacional- inició la respuesta de las masas populares, encabezado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador, el Frente Unitario de los Trabajadores, el Frente Popular y otras organizaciones sindicales, campesinas, de mujeres, estudiantiles y populares de Ecuador.
Desde entonces, Ecuador es un hervidero de la lucha de clases; el gobierno pretende ahogar la lucha con la imposición del Estado de Excepción y el Toque de Queda, la militarización de las calles, y la represión más sangrienta que hasta ahora se haya visto; hasta mediados de este mes se habla de más de 8 personas asesinadas, más de 1100 presos políticos y miles de heridos.
A pesar de ello, el pueblo ecuatoriano no retrocedió, se mantuvo en las calles de manera masiva, y declaró que no lo haría hasta que se derogara el decreto 883, se levantara el Estado de Excepción, liberaran a los presos políticos y se castigara a los responsables de los crímenes cometidos contra el pueblo.
Este levantamiento popular que ha tenido también expresiones de Huelga Política General y Paro del Pueblo, se desarrolló en medio de un contexto de ascenso de la lucha de masas de toda América Latina, marcada por las recientes huelgas generales en Argentina, las intensas movilizaciones del sector educativo en Brasil y Colombia, además de la profunda crisis política que atraviesa Perú; por lo que la lucha de la clase obrera y el pueblo ecuatoriano, están colocándose en la delantera de todo este despertar del proletariado de América Latina.
Ante este escenario, tanto el pueblo ecuatoriano, como el proletariado de toda América Latina y del mundo, debemos de comprender que ahí se está librando una batalla que es de todos y su victoria será la victoria de todos, por ello es indispensable que en todo el mundo juguemos nuestro rol en el marco del internacionalismo proletario.
Mientras tanto, en Ecuador es tarea de primer orden:
1.- Consolidar los gérmenes del poder proletario-indígena-popular, que ya se han vislumbrado como las asambleas populares; como única posibilidad de que el pueblo ecuatoriano conduzca su propio destino, y demuestre al mundo entero de que somos capaces de tomar el poder y darle una perspectiva revolucionaria y soviética; porque ni Correa, ni Laso, ni Nebot, mucho menos Moreno, pueden seguir siendo alternativa de mejoramiento de las condiciones de vida.
2.- Que al lado del movimiento indígena-campesino que está en la primera línea de combate, la clase obrera, especialmente el sector estratégico, jueguen un rol más protagónico en el proceso.
Ello, aunado con el papel de vanguardia que el Partido Comunista Marxista Leninista de Ecuador, está jugando, la lucha de clases en Ecuador, puede abrir una nueva época para las revoluciones proletarias.