La historia de la humanidad, desde el aparecimiento de las clases sociales, es la historia de la lucha de clases, se afirmó certeramente en el Manifiesto del Partido Comunista, en 1848.

La Historia de la humanidad se puede comprender de manera científica si se mira desde el materialismo histórico, a partir de la teoría de los modos de producción. En cada modo de producción existen dos clases principales que libran una batalla encarnizada por sus intereses. Las clases dominantes por preservarlos, ampliarlos y perpetuarlos, las clases oprimidas por su liberación social, por la vigencia de sus intereses, por desarrollarlos. En estos combates se opusieron los esclavistas y los esclavos, los señores y los siervos, se enfrentan los burgueses y los trabajadores.

La confrontación de las clases antagónicas de la sociedad se libra en condiciones concretas, en las circunstancias que se desarrolla la producción. En el sistema capitalista imperialista, el proletariado y la burguesía se enfrentan en las condiciones de la dominación del capital sobre el trabajo, de la apropiación por parte de las clases poseedoras de la riqueza creada por los trabajadores, de la dependencia impuesta por los monopolios internacionales y el imperialismo sobre los trabajadores, los pueblos, las naciones y países dependientes.

La lucha de clases es en esencia la lucha por el poder político, la disputa por qué clase ejerce el poder político y desde esas posiciones detenta el poder económico (la apropiación de los medios de producción y de la riqueza creada por los trabajadores), la dominación social y cultural sobre el conjunto de la sociedad.

En la sociedad capitalista la lucha entre la clase obrera y la clase de los patronos se libra de manera encarnizada en todos los terrenos, en el ámbito económico, social, cultural, político y militar, en la esfera de las ideas. Estos enfrentamientos responden a los intereses materiales de las clases, son independientes de la voluntad de las personas, de las organizaciones sociales y los partidos políticos; sin embargo, éstos sujetos se involucran activamente en esa contienda.

La base económica, la forma como está estructurada la producción y la distribución es lo fundamental en el posicionamiento de las clases sociales, de sus representantes y voceros. De un lado, las clases propietarias de los grandes medios de producción y, de otro los trabajadores que crean la riqueza y no disfrutan de ella.

La lucha de clases se expresa, como es sabido, de manera fundamental en los ámbitos económicos, políticos e ideológicos; pero es el terreno de la política en donde se concentran las expresiones más agudas y determinantes. La lucha política es la contienda diaria entre la clase de los capitalistas por perpetuarse en el poder y la clase obrera por derrocarla y asumir la condición de clase dominante.

En el seno de la clase obrera se libra otra expresión de la lucha de clases: la que enfrenta a los sectores de la clase obrera que ha adquirido conciencia de su papel en la producción y en el cambio social, que tiene al frente a su partido político, el Partido Comunista; y, otros sectores de la misma clase obrera incididos por la patronal, por el reformismo, el revisionismo y el oportunismo, que dirigen sus acciones únicamente para alcanzar mejoras salariales y derechos sociales y políticos.

La lucha política se desarrolla independientemente de la voluntad de las personas, inclusive de las organizaciones sociales y políticas. Todas las ideas y posiciones que se expresan en la sociedad tienen una connotación política. No existe el apoliticismo. En realidad cada clase social, cada sector de clase desarrolla actividades políticas, los seres humanos no pueden escapar de esta situación, desarrollan labores políticas, independientemente de que sean conscientes de ellas o sean manipuladas por los dirigentes sociales y políticos de las clases dominantes.

 

La lucha ideológica se desarrolla de manera permanente

 

De la misma manera que la confrontación política, la lucha ideológica se expresa enfrentando conceptos y posiciones de la clase obrera y la burguesía frente a la naturaleza, a la manera como los seres humanos la transforman para satisfacer sus necesidades, en relación con todos los fenómenos sociales, la explotación y opresión de los trabajadores, la realización de la producción y la distribución de la riqueza. En fin, no existe esfera de la actividad de los seres humanos que no esté permeada por las ideas, por las concepciones.

La lucha de las ideas, la confrontación ideológica entre la clase obrera y la burguesía es la expresión estratégica de la lucha de clases, es el enfrentamiento de lo nuevo revolucionario y lo viejo reaccionario, de la independencia contra la dominación imperialista, de la revolución frente a la contrarrevolución, del socialismo contra el capitalismo.

La lucha ideológica es una constante en las diversas circunstancias, en los diferentes momentos y lugares en los que se produce la confrontación entre el proletariado y la burguesía. Todo posicionamiento, toda manifestación de la lucha de clases, expresan, en sí mismos, los intereses de las clases en conflicto, en la sociedad capitalista las concepciones de la clase obrera y de la clase de los capitalistas.

En estos tiempos, luego del derrocamiento del proletariado en el poder, de la derrota de la Gran Revolución de Octubre, del sistema socialista, la lucha ideológica de la clase obrera y de su partido comunista se desenvuelven en condiciones adversas. El capitalismo y la reacción ganaron una batalla de grandes proporciones; echaron abajo, transitoriamente, la epopeya de la revolución social, el ideal del socialismo y el comunismo, restablecieron el capitalismo en un tercio del territorio del planeta, y derrocaron del poder a la cuarta parte de los trabajadores del mundo.

Los imperialistas y capitalistas, como consecuencia de esos acontecimientos, se erigen ahora, para buena parte de la sociedad, de la opinión pública e inclusive para sectores amplios de la clase obrera como vencedores del socialismo, proclaman al capitalismo como la más alta expresión del desarrollo material y cultural de la humanidad, decretaron el fin de la revolución y el socialismo, la inviabilidad de la emancipación social.

Según los ideólogos de la reacción y el imperialismo el socialismo fracasó, fue incapaz de resolver los problemas de los trabajadores y el pueblo, erigió gobiernos dictatoriales, enterró a la democracia y la libertad, no pudo enfrentar el desarrollo tecnológico, técnico y científico del capitalismo, utilizó la violencia y la guerra llevando al sacrificio a millones de seres para nada, para que las cosas continuaran como antes.

Efectivamente, el socialismo fue derrotado pero no aniquilado; perviven las razones y los sujetos de la revolución social, la explotación capitalista y los trabajadores y los pueblos que luchan por su liberación; los comunistas continúan combatiendo por la revolución y el socialismo.

Sin embargo los hechos son tozudos.

Las conquistas sociales y los derechos que alcanzaron los trabajadores y el pueblo con el triunfo de la revolución y el socialismo no pueden ser ocultados: la igualdad social de todos los que trabajan, las mismas oportunidades para todos, la eliminación del hambre y la miseria, la educación integral de toda la población, la salud y la seguridad social universales, la liberación de la mujer de las ataduras patriarcales y burguesas, la independencia y la soberanía de los pueblos y naciones que emprendieron la construcción del socialismo siguen presentes en la memoria histórica de millones de seres, testimonian las diferencias substanciales entre el capitalismo y el socialismo. El capitalismo es la explotación del hombre por el hombre, el socialismo es la eliminación de la explotación.

En el mismo contexto el sistema capitalista imperialista no tiene nada nuevo que ofrecer. Es el responsable de la sobreexplotación de millones de trabajadores en todos los países, de la apropiación y acumulación de la ingente riqueza creada por ellos; del saqueo de los recursos naturales, del extractivismo y del deterioro del ambiente de todo el planeta; del sojuzgamiento y subdesarrollo de la gran mayoría de países dependientes. El capitalismo es el generador del desempleo de más de mil millones de personas, de la indigencia y la pobreza que asolan a cientos de millones de seres, de la insalubridad y la mortalidad infantil, de la falta de agua potable y alcantarillado, del gran déficit de la educación pública en todos los países.

El desarrollo de la revolución científico técnica, el progreso de las técnicas y las tecnologías, el perfeccionamiento de los instrumentos de producción, la informática, la fábrica 4.0, los ciberfísicos, los robots, el internet de las cosas, las nanotecnologías han eliminado cientos de miles de puestos de trabajo, están incidiendo significativamente en las condiciones materiales de la clase obrera, en la subjetividad y la conciencia de los proletarios.

Un número importante de las grandes fábricas y concentraciones de trabajadores han dejado de existir, en su lugar se implementan plantas industriales altamente tecnificadas que requieren de un limitado número de obreros y se las dispersan por regiones y países. Los Estados imperialistas trasladan las industrias sucias y contaminantes fuera de sus países, buscan mano de obra barata y tecnificada. En algunos países como China e India subsisten grandes fábricas de decenas de miles de trabajadores. El crecimiento de los medios de comunicación marítimos, terrestres y aéreos acercan los mercados y las materias primas; y, las ganancias se multiplican para los monopolios.

El capitalismo crece, acumula y concentra riquezas incesantemente. Para cumplir esos objetivos no puede prescindir de la fuerza de trabajo que, ahora como ayer, se convierten en la principal fuente de creación de la riqueza.

El crecimiento numérico de la clase obrera tiene grandes magnitudes, jamás conocidas hasta ahora; está dispersa a lo largo y ancho del planeta; las potencias económicas emergentes China, India, Brasil, Turquía, así como otros Estados que acogen las plantas industriales de los países imperialistas, como Bangladesh, Vietnam, Indonesia se convierten en asiento de grandes concentraciones obreras. Como siempre, la sobreexplotación de los trabajadores es el principal componente de la plusvalía.

La gran mayoría de la clase obrera está incidida por las ideas y propuestas de la patronal, del reformismo, el oportunismo y el revisionismo. La militancia sindical de la clase obrera es muy pequeña, en muy pocos países, rebasa apenas el 10%. El sindicalismo clasista ha perdido terreno. Las importantes expresiones de lucha de la clase obrera en varios países de Europa, en la India y China, en Brasil, Argentina y Estados Unidos son manifestaciones de la inconformidad, buscan respuestas inmediatas a la situación material, en algunos casos tienen connotaciones políticas como en Argentina y Brasil que se oponen al neoliberalismo y al fascismo. Siempre, en todas las circunstancias y lugares enfrentan al capitalismo.

Los viejos partidos comunistas que libraron heroicas batallas contra el fascismo y las dictaduras, contra el capital y por el socialismo cayeron víctimas del oportunismo, se hundieron en el fango del revisionismo contemporáneo; perdieron su naturaleza de clase, se convirtieron en formaciones reformistas, perdieron fuerza y presencia en la clase obrera, decrecieron numéricamente hasta llegar a ser expresiones pequeñas que tienen poca incidencia en la política.

El oportunismo pequeño burgués y el trotskismo pretendieron ocupar el puesto de los partidos revisionistas y lo lograron en pequeñas proporciones.

En la realidad el grueso del movimiento sindical está bajo la férula de la socialdemocracia y como tal no representa los genuinos intereses de la clase obrera, es una palanca para apuntalar el sistema capitalista que les hace pequeñas concesiones.

Estas condiciones y no otras son las que enfrentamos los comunistas en la actualidad, en ellas tenemos que continuar la batalla por la revolución y el socialismo.

La lucha por la emancipación social, por la liberación de los trabajadores y la independencia y la soberanía de los países dependientes del imperialismo debe desarrollarse en el ámbito de las ideas, en el terreno de la lucha ideológica; pero, para que se produzca el derrocamiento del capitalismo y la implantación del poder popular y el socialismo debe producirse la revolución.

Es necesario partir de algunas cuestiones conceptuales.

 

¿Qué son las ideas? ¿De dónde provienen? ¿Qué es la ideología?

Las ideas son siempre reflejo de la realidad circundante, pero no constituyen una simple reproducción gráfica, expresan una labor de abstracción producida en el cerebro humano.

Las ideas no surgen de la nada, espontáneamente, no son inspiración divina, no nacieron con nosotros, se forman, se expresan en una realidad concreta, son consecuencia de la percepción sensorial de las cosas y los fenómenos que están presentes en la naturaleza, de los hechos que ocurren en el desenvolvimiento de la sociedad, son resultado de la elaboración de los seres humanos, se comprueban en la práctica. Las ideas nacen de la práctica social, se interpretan, se convierten en conceptos que se convalidan en la práctica.

Las ideas se posesionan en la subjetividad de los seres humanos precisamente a través de la percepción, de la visión de las cosas y los fenómenos, de la conversación y la lectura; a este primer acto le sucede la interpretación y la aceptación como propias que se desarrolla en el cerebro y las convierten en conceptos. La verificación de esas ideas sólo puede generarlas la práctica, el uso de ellas y su aplicación en la naturaleza y la vida social. Es decir, el conocimiento nace de la realidad objetiva, de la práctica, se procesa y vuelve a la práctica para su comprobación.

Cuando se constituye un conjunto de ideas que representa los intereses materiales de un grupo social y, a su vez, ese colectivo se identifica con esas tesis, se conforma un sistema de ideas, una ideología.

La ideología es el sistema de ideas, conceptos, opiniones sobre los diversos fenómenos de la naturaleza y la sociedad, acerca del pasado y el presente y, las propuestas para el mañana; la interpretación de la historia, de las cuestiones que interesan a los seres humanos; la posición frente a las diversas situaciones; la manera de ver las cuestiones y problemas; el modo de pensar, de vivir, trabajar y luchar por los intereses de un grupo social, de un partido político, de una clase social, es un sistema ideológico, una concepción del mundo. La ideología es el modo de pensar y actuar de un colectivo o un sector de la sociedad, compartido en diversos ámbitos. Por tanto la ideología no es una posición, un fenómeno de carácter individual, es una forma de conciencia social.

Los sistemas ideológicos corresponden a las clases y sectores sociales; expresan su situación material y sus intereses económicos, políticos, sociales y culturales. Cada clase social interpreta la vida y se fija rumbos de acuerdo con sus intereses. El modo de vida corresponde siempre a una base material determinada, a diferencia del estilo de vida que abarca particularidades a nivel familiar y personal.

“La ideología es el reflejo, en la conciencia de los hombres, de las condiciones sociales objetivamente existentes y, principalmente, un reflejo de las relaciones de producción y está determinada también, en gran medida, por los hábitos, tradiciones y concepciones que se trasladan de generación en generación, y por la labor de divulgación.” Marx y Engels. Carta a la Liga de los Comunistas.

En fin de cuentas, todos los fenómenos de la naturaleza y de la sociedad son interpretados y defendidos de acuerdo a los intereses materiales de las clases sociales en confrontación.

En la sociedad capitalista la ideología de clase de la burguesía se enfrenta a muerte con la concepción del mundo de la clase obrera. También se expresan desde luego las ideologías de las otras clases de la sociedad, de la pequeño burguesía, del semiproletariado, e incluso las ideologías de las clases del pasado, de los terratenientes y del feudalismo.

Cuando los puntos de vista, las apreciaciones conceptuales pertenecen a diversos sectores de una misma clase social, expresan los intereses materiales de esos grupos y por lo general hacen parte del sustento teórico de los partidos políticos, se expresan en propuestas programáticas, sociales y culturales y compiten entre sí, a veces enconada-mente, pero también arriban a compromisos, a acuerdos para defender los intereses generales de la clase social.

Cuando las ideologías corresponden a clases sociales antagónicas se contraponen entre sí, libran una lucha sin cuartel que determina el curso de la sociedad, de la vida social, económica, cultural y política; esa confrontación forma parte de la lucha de clases.

La lucha entre las concepciones de las clases sociales antagónicas se expresa en todos los terrenos: en la lucha de las ideas, es decir, en la oposición de los contrarios a través de sus concepciones; en el ámbito económico, en la lucha por la satisfacción y ampliación de los derechos y aspiraciones materiales; en el ámbito cultural y militar; en la confrontación política por defender el poder por parte de sus detentadores y, por derrocar el poder instituido e implantar un nuevo poder, por parte de los oprimidos.

Las ideas al transformarse en un sistema de ideas, en una ideología devienen en concepciones, éstas se plasman en valoraciones de la realidad, de las contradicciones y de la forma de resolverlas en beneficio del colectivo que las asume; se expresan en propuestas y programas, en formas y métodos para alcanzar los propósitos. Desde estas circunstancias nace la teoría.

Las concepciones de la clase obrera, abstraídas y sistematizadas por los luchadores sociales y los intelectuales revolucionarios se convirtieron en la teoría revolucionaria del socialismo científico. Marx y Engels y más adelante Lenin y Stalin cumplieron un importante papel en la elaboración de la teoría de la emancipación social, sistematizaron los principios y los fines de la revolución social del proletariado, el papel de las masas en la historia, la utilización de la violencia revolucionaria  para derrocar a los capitalistas y erigir a la clase obrera como clase dominante de la sociedad y como clase dirigente de los trabajadores, el carácter internacional de la clase obrera y el internacionalismo proletario, la necesidad del partido político de la clase obrera, del partido comunista.

La teoría revolucionaria, el socialismo científico, el marxismo leninismo es la concepción del mundo de la clase obrera, es la ideología proletaria, es la guía para la construcción del partido comunista, para organizar y llevar a la victoria la revolución, para la edificación de la sociedad de los trabajadores, el socialismo, y para la continuación de la lucha por la implantación del comunismo en escala planetaria.

El marxismo leninismo se convierte en fuerza material cuando la clase obrera, las demás clases trabajadoras, la juventud y las mujeres se organizan y luchan según sus postulados; cuando el partido del proletariado, elabora las orientaciones políticas en el terreno y las condiciones concretas, con la guía de los principios, y cumple el papel de llevarlas a la subjetividad y acción de las masas trabajadoras y la juventud.

La teoría revolucionaria, el marxismo leninismo por sí mismos son valiosos, son resultado del análisis científico de la sociedad, de la experiencia de lucha del movimiento obrero y popular, son un patrimonio de la clase obrera de todos los países, constituyen una guía para la lucha de los pueblos por la emancipación. Sólo pueden cumplir su papel trasformador en tanto están imbricados en la lucha de clases.

Marx, en su Crítica de la Filosofía del Derecho en Hegel, señala lo siguiente:

“…Es cierto que el arma de la crítica no puede sustituir a la crítica de las armas, que el poder material tiene que derrocarse por medio del poder material, pero también la teoría se convierte en poder material tan pronto como se apodera de las masas.”

Lenin señaló certeramente: “la teoría sin la práctica es estéril, la práctica sin la teoría es ciega”. Si la teoría está circunscrita a los libros, si se utiliza solo para las discusiones de café, no sirve para la organización y la lucha revolucionaria. Si la labor de los trabajadores se limita al reclamo y la lucha por mejoras reivindicativas inmediatas, no termina con la explotación y opresión capitalista; inclusive si la lucha social alcanza grandes magnitudes, si se expresa como rebeliones e insurrecciones no conduce a la revolución sino cuenta con la guía del marxismo leninismo, con la dirección del partido comunista.

Estas afirmaciones ratifican la validez de la teoría revolucionaria como la herramienta indispensable para organizar y hacer la revolución, la necesidad de la unidad de la teoría con la práctica.

La lucha de las ideas, es decir la lucha ideológica entre el socialismo y el capitalismo puede tener resultados a favor de la causa de la revolución si se desarrolla en el fragor de la lucha de clases, en medio de los combates de los trabajadores por sus intereses, en la confrontación a la coerción y la represión, a las tesis y propuestas reaccionarias que exhiben los capitalistas y sus sirvientes, a los planteos de los reformistas y oportunistas que pretenden incidir para desviar la organización y decisión de lucha de las masas.

 

El escenario actual de la lucha ideológica

 

En la puja por preservar sus privilegios la burguesía acudió, desde siempre, a todos los medios: a la imposición de la legalidad, a la represión abierta, a la fabricación de la democracia representativa, de la división de poderes, al sufragio universal, a las dictaduras militares, al fascismo y al nazismo, al terrorismo de Estado.

En el capitalismo las ideas dominantes son las ideas de la burguesía y el imperialismo, están expandidas por el mundo y afectan al conjunto de la sociedad; sirven de sustento para la legitimidad del sistema, para la justificación de toda suerte de tropelías, de las guerras de conquista, de la dominación de un puñado de países imperialistas sobre la gran mayoría de los Estados.

La constitución de la clase obrera en sí, su tránsito a la condición de clase para sí, su persistente lucha por la emancipación social, la fuerza y potencialidad de sus ideas concretadas en el marxismo leninismo irrumpieron en el mundo del capital y amenazan su existencia, anuncian su exterminio.

La represión directa, brutal y reaccionaria nunca fue ni será suficiente para contener y menos para liquidar la organización y la marcha del proletariado hacia el socialismo.

El capital buscó alternativas para enfrentar los ideales liberadores del proletariado y los encontró en el terreno de las ideas.

Vanamente, por siglos ha intentado demostrar la inviabilidad del socialismo, el fracaso del marxismo leninismo, la inutilidad de la revolución, y se ha propuesto glorificar y ensalzar el mundo de la propiedad privada, el reino del individuo, las cualidades de la competencia, etc.

El revisionismo de principios del siglo XX, el revisionismo contemporáneo, el eurocomunismo y el socialismo del siglo XXI se erigieron como propuestas filosóficas, como modelos sociales y económicos que buscaron edulcorar al capitalismo, a través de políticas reformistas, de algunas concesiones materiales a la clase obrera, alzas de salarios, bienestar material manteniendo intocadas la propiedad privada de los grandes capitalistas.

La experiencia histórica demostró que todo lo que se presentaba como socialismo por parte de los socialdemócratas, revisionistas y oportunistas no eran otra cosa que una caricatura del socialismo, un disfraz para afirmar el capitalismo.

En la actualidad, luego del derrocamiento del socialismo, después del colapso del “socialismo real”, del derrumbe del muro de Berlín, de la desaparición de la Unión Soviética, de las democracias populares de Europa del Este, de la derrota del socialismo en Albania ha recrudecido la ofensiva ideológica contra el socialismo, ha ganado espacios en la opinión pública, incluso en la clase obrera.

Las ideas de la burguesía, la exaltación del individualismo, la libre competencia, la libertad de comercio, el pluralismo ideológico, la democracia representativa, las elecciones libres, la alternabilidad en el gobierno, la superioridad del capitalismo; la denuncia de la dictadura del proletariado como la opresión de los trabajadores, como la dictadura de un partido, de una persona, la prédica del fracaso de la revolución,  de la obsolescencia del socialismo tienen eco, credibilidad en amplios sectores de la población y de la clase obrera.

Las falacias que difunden el reformismo, la socialdemocracia, las diversas manifestaciones del oportunismo, el revisionismo: la realización plena de los intereses y los anhelos de los trabajadores en el marco de la democracia burguesa, con la fuerza de los reclamos y las luchas pacíficas, la revolución en libertad, la revolución de los votos, las atrocidades del estalinismo, el terrorismo individual, el fracaso de la dictadura del proletariado y muchas otras sandeces tienen niveles de aceptación entre las masas trabajadoras y la juventud.

Los revolucionarios proletarios debemos enfrentar las posturas reaccionarias de la burguesía, denunciar sus mentiras, desenmascarar las lacras sociales del capitalismo, la responsabilidad que tienen en el desempleo, el hambre y la miseria de miles de millones de seres humanos, las guerras de rapiña con las que provocan millones de muertes y destrozan la economía de los países, la depredación de la naturaleza y el ambiente que amenaza con destruir la vida del planeta.

Debemos, también dar respuestas puntuales a las ideas que propalan la socialdemocracia y el oportunismo, debemos desnudar la naturaleza idealista, reaccionaria y contrarrevolucionaria de las ideas de la conciliación de clases y el aventurerismo pequeño burgués.

En el Ecuador, los revolucionarios proletarios enfrentamos el pensamiento burgués tradicional, las ideas reaccionarias de los sectores conservadores de las clases dominantes, las propuestas omnipresentes del imperialismo norteamericano y de la Unión Europea; a la irrupción agresiva de los imperialistas chinos y rusos. Soportamos también la ofensiva de la socialdemocracia y el reformismo, de la revolución ciudadana y el socialismo del siglo XXI que estuvieron encaramadas en el poder hasta hace poco; la incidencia de las ideas conciliadoras de los revisionistas y oportunistas en el seno del movimiento obrero y popular.

La “revolución ciudadana”, el “socialismo del siglo XXI” expresan en el país el pensamiento reformista de la pequeño burguesía, son instrumentos ideológicos y políticos del capital financiero para desviar a los trabajadores y los pueblos de sus objetivos de la revolución y el socialismo, de la necesidad y la factibilidad de conquistar el poder y edificar con las masas y para las masas el mundo nuevo, el socialismo.

La democracia, la descentralización, el papel del individuo fueron y son las falacias ideológicas y políticas pregonadas por el correísmo y los gobiernos progresistas de América Latina para tratar de desvirtuar la economía centralizada, el papel de la clase obrera como vanguardia y dirigente del proceso revolucionario. En realidad esos planteos afirman el capitalismo, se oponen al rol de las clases trabajadoras en el proceso revolucionario.

La “no violencia”, “la revolución de los votos”, la revolución pacífica pretenden desarmar a la clase obrera y a los pueblos respecto del papel de la violencia revolucionaria y de las masas en la transformación social.

Ciertamente los llamados “gobiernos progresistas” de América Latina fracasaron en la propuesta de responder a los intereses y aspiraciones de los trabajadores y los pueblos; las medidas económicas, las políticas asistencialistas y las obras de relumbrón solo mitigaron parcialmente las lacras de la explotación capitalista; la democracia, el respeto de los derechos humanos de los trabajadores se convirtieron en palabras que ocultaban las políticas antiobreras, de satanización a los trabajadores y la juventud en lucha, de estigmatización a los pueblos y nacionalidades indígenas que defendían sus derechos y sus culturas; la defensa de la naturaleza y el ambiente, el respeto a la opinión de las comunidades ancestrales fueron palabras que contrastaron con los hechos, con el culto al extractivismo como motor del progreso de los países, con la entrega del suelo y el subsuelo a las grandes empresas petroleras y mineras; la honradez y las manos limpias fueron sólo una fachada que ocultaba los más grandes peculados y robo de los dineros públicos; cada uno de los gobiernos progresistas se están desenmascarado como antros de la corrupción, como bandas organizadas para el enriquecimiento personal y de grupo; la soberanía nacional la independencia del país  se transformaron en negociación de la dependencia y la apertura al ingreso de los capitales chinos y rusos, de las garras imperialistas de China y Rusia sin romper definitivamente con los imperialistas occidentales.

El pueblo castigó en las urnas a la mayoría de los gobiernos progresistas pero no tuvo la capacidad, la voluntad y la decisión de reemplazarlos con un gobierno popular; les sucedieron en el poder otros sectores de la burguesía proimperialista, el acentuamiento de las políticas neoliberales, que nunca se fueron del todo con la presencia del “socialismo del siglo XXI”.

Está claro que la mayoría de los gobiernos progresistas ya no existen en América Latina, sólo quedan en Venezuela, Nicaragua y Bolivia; pero sus políticas, sus propuestas persisten, tienen incidencia en apreciables sectores de las masas trabajadoras y la juventud. Por tanto, la tarea de desenmascarar sus falacias entre la clase obrera y los pueblos continúa vigente.

 

La lucha de las ideas por la revolución y el socialismo

 

La lucha ideológica debe apuntar en primer lugar a la promoción del marxismo leninismo, de la revolución y el socialismo.

Los comunistas tenemos la obligación de armar a la clase obrera con su ideología, con el socialismo científico, con la vigencia del principio de la lucha de clases, con el papel que desempeña en la organización y conducción de las demás clases trabajadoras, la juventud y las mujeres, con su rol de vanguardia de la revolución, con el papel de la lucha sindical en la conquista de sus intereses y derechos inmediatos y, de tener siempre presente la necesidad de la conquista del poder, con la necesidad de la existencia, actividad y desarrollo el partido revolucionario del proletariado, el PCMLE.

Los revolucionarios proletarios tenemos la responsabilidad de llevar el socialismo a las demás clases trabajadoras, a los campesinos, a los trabajadores por cuenta propia, a los trabajadores intelectuales, insistir ente ellas con la vigencia de la revolución y el socialismo, con el esclarecimiento de que la sociedad de los trabajadores, la realización plena de sus intereses sólo podrá ser realidad con la conquista del poder, con la decisión de participar en la lucha revolucionaria para alcanzar la plena independencia y la soberanía nacional, con el papel de la unidad y la lucha de los trabajadores de la ciudad y el campo en el proceso de la lucha social y política para la implantación del poder popular.

Los comunistas debemos dirigir también la ofensiva revolucionaria hacia los amplios sectores de las mujeres trabajadoras y la juventud. Se trata de sujetos histórico-sociales que vienen empuñando, en sus sectores avanzados, la rebelión contra la inequidad y los atropellos de los imperialistas y capitalistas; son espacios sociales en los que el partido viene jugando un importante papel, registra experiencias que se deben procesar y generalizar. La lucha por la revolución y el socialismo, la victoria que debemos y podemos alcanzar no será posible sin la participación decidida de las mujeres trabajadoras y la juventud.

La ofensiva ideológica que enfrentamos los comunistas no se circunscribe a la elaboración y difusión del periódico del Partido, En Marcha, de las Revista Política y Unidad y Lucha, a los documentos centrales del Partido, la Línea Política, el Programa y el Estatuto; no se limita al manifiesto y la hoja volante, al discurso de los militantes en las asambleas de los sindicatos. Debe impulsar estos medios y mecanismos pero, sobre todo, debe ser la confrontación ideológica y política contra los patronos y el gobierno de turno, contra la dominación y opresión del imperialismo; en definitiva, el combate frontal de la clase obrera y de las masas trabajadoras por sus derechos, de la nación ecuatoriana y los pueblos del Ecuador por la independencia.

Cada uno de estos combates constituye un eslabón importante en la construcción de la conciencia revolucionaria de los trabajadores y la juventud.

Proclamamos convencidos la superioridad del socialismo sobre el capitalismo, debemos demostrarlo en la teoría y en la práctica, con el análisis de la situación, de la crisis general del capitalismo, con la denuncia de las lacras sociales; con la corrección y justeza de los principios del marxismo leninismo, la vigencia de la lucha de clases, la vulnerabilidad del capitalismo y el imperialismo, la posibilidad de derrotarlos nuevamente.

El Partido debe cumplir en la teoría y en la práctica, su responsabilidad de vanguardia de la clase obrera y de la lucha por la revolución y el socialismo.

 

Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador

Ecuador, setiembre de 2019

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Por PCMML

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