La crisis económica asociada a la contingencia sanitaria no es en realidad provocada por la presencia de un virus. Esta crisis se inscribe en la crisis general del modo de producción capitalista, en su decadencia y descomposición que se ha agudizado desde hace varias décadas.
Las causas fundamentales de la crisis se ubican en el desarrollo de las contradicciones y tendencias del sistema, en la dinámica interna que define su devenir.
Una de las principales tendencias se refiere a la disminución progresiva de la tasa de ganancia estudiada por Marx en El Capital. Con el desarrollo de las fuerzas productivas se incrementa la productividad del trabajo, de ya forma que un obrero en un mismo tiempo puede producir una mayor cantidad de mercancías. En cada jornada de trabajo el obrero consume productivamente una mayor cantidad de medios de producción. Por lo tanto, para explotar una misma cantidad de fuerza de trabajo, capitalista debe adelantar cada vez más en medios de producción, de ahí que la plusvalía entre el capital invertido para obtenerla, es decir la tasa de ganancia, sea cada vez menor.
Evaluaciones de la tasa de ganancia para Alemania, Estados Unidos, Holanda, Japón, Reino Unido y Suecia, considerados en conjunto, muestran que esta variable disminuyó de 38% en 1969 a 11% en 2010. En China cayó del 34% al 18% entre 1987 y 2010 y a nivel mundial paso de 32% en 1960 a 18% en 2010.
El descenso de la tasa de ganancia marca límites a la permanencia del capitalismo. Se contrae la inversión productiva, haciéndose presente el estancamiento, ampliándose la masa de desempleados, el ejército industrial de reserva. La crisis de la estructura económica se extiende a todas las esferas de la vida social.
Sólo a través de la organización revolucionaria de la clase obrera, el campesinado pobre y las masas populares en la perspectiva de la lucha por el socialismo y el comunismo será posible resolver la crisis y transitar a una etapa superior en el desarrollo del género humano.