Las contradicciones entre el Gobernador de Baja California, Jaime Bonilla, y el gobierno federal se han estado tratando de ocultar por mucho tiempo, incluso por ellos mismos, pero la “liberación” de la caseta de cobro de Playas Tijuana por Bonilla el pasado 7 de julio ha hecho imposible que se escondan más las tensiones.
Bonilla presumía su “amistad” y “fluida comunicación” con López Obrador. Fanfarroneaba en sus conferencias (sin reporteros) que “acababa de hablar con Andrés Manuel” para esto o aquello; por su lado, el mismo López Obrador había ignorado las evidencias sobre el comportamiento arbitrario de Bonilla, desdeñando incluso las pruebas que le entregaron en una conferencia mañanera. Obrador le reafirmaba siempre su amistad y el que lo haya apoyado, menospreciando el intenso trabajo que muchos morenistas de base hicieron desde años antes del proceso electoral. Pero así es el comportamiento de AMLO, quedar bien con los de arriba y demagogia con el pueblo.
El gabinete de Bonilla está plagado de priístas de viejo cuño y de panistas “conversos”, incluso en el Congreso del estado, entre la mayoría de los legisladores de Morena son extraños los miembros de ese Partido con historia de militancia. Desde su llegada al gobierno, los casos de corrupción en el gabinete de la 4ªT estatal salieron rápidamente: tráfico de influencias, moches, corrupción y muchos etcéteras. La explicación que daban los morenistas con algo de vergüenza era que López Obrador “no sabía”, que “no estaba informado”. Ya con los intentos de Bonilla para extender su periodo de gobierno, sus maniobras para seguir con la entrega del agua a la cervecera Constellation y a EE.UU., y otras en todo el país se conoce el corte entreguista del gringo Bonilla.
En un espectáculo preelectoral, se presenta Bonilla en una caseta de cobro para “liberarla”, que publicaría un decreto para hacerse cargo porque ya lo había gestionado en la federación y les estaban tardando mucho por resolver. Ni los mismos cajeros de la caseta le obedecieron, tuvo que jalonear él mismo las plumas y ser ayudado por su séquito para dejar el pase libre. La Guardia Nacional recuperó la caseta y continuó con el cobro, a pesar del Decreto publicado de Bonilla. El “tiro” entre Bonilla y la federación ya estaba cantado. En esta vorágine no faltaron los “activistas” que se la creyeron y fueron a dejar de nueva cuenta el paso libre, pero fueron desalojados y tres fueron detenidos. Ahora Bonilla pide la renuncia del Secretario de Comunicaciones y Transportes y la libertad de los detenidos.
Este pleito arriba, entre facciones oligárquicas responde a sus propios intereses y evidencia su descomposición, mientras abajo, los proletarios y el pueblo mantenemos la lucha no por una u otra de estas facciones, sino por el cambio de sistema.