A un mes de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, y a una semana de haber iniciado la campaña electoral entre los 2 contrincantes, de los dos partidos, que por más de un siglo mantienen la dictadura oligárquica en ese país: Donald Trump, actual ocupante de la Casa Blanca, candidato por el Partido Republicano y Joe Biden ex-Vicepresidente de los Estados Unidos y candidato por el Partido Demócrata.

Ambos candidatos y sus respectivos partidos representan cada uno los intereses de un sector de la oligarquía financiera norteamericana, de tal manera que cualquiera que sea la decisión el próximo 3 de noviembre, no cambiará la naturaleza imperialista de los Estados Unidos.

Es claro que Donald Trump tiende a un discurso más agresivo con posiciones abiertamente fascistas y xenófobas, sin embargo, el proyecto económico y político del Partido Demócrata y Joe Biden, es la profundización del carácter de país imperialista de EE.UU., avanzando en su dominación sobre los países dependientes como México.

La crisis económica que azota el mundo entero, aunado al desastre imparable que está dejando el Covid-19 en los EE. UU., acercará las posiciones de fondo de los republicanos con los demócratas para descargar los costos de la crisis sobre la clase obrera norteamericana, sobre los trabajadores y los pueblos de los países dependientes.

La salida guerrerista, es un punto común para los diversos sectores de la oligarquía norteamericana, y cualquiera de esas fracciones oligárquicas, buscará un nuevo reparto del mundo mediante una nueva guerra mundial imperialista.

Respecto a México y América Latina, la reafirmación de que somos su patio trasero y fuente de recursos naturales y mano de obra barata, es un denominador común para ambas fracciones de la oligarquía norteamericana.

El propio debate realizado el 29 de septiembre demostró tales afirmaciones, ya que no hay puntos contradictorios en estos aspectos fundamentales, varios de ellos ni siquiera forman parte de las preguntas o puntos de debate.

Con lo anterior queda claro que no hay alternativa para la clase obrera y el pueblo norteamericano y sus intereses están muy lejos de los dos candidatos presidenciales y su camino sigue siendo la lucha en las calles, las huelga, buscando consolidar sus organizaciones, sus movimientos y sindicatos, pugnando por su independencia de clase.

Los efectos nefastos de la crisis sobre el proletariado, sólo será posible aliviarlos con la lucha de la misma clase obrera, no de cualquiera de las dos opciones de sucesión presidencial. La guerra imperialista sólo será posible detenerla con la lucha y la gran movilización de la clase obrera y los pueblos del mundo, en unidad con el proletariado norteamericano.

Las elecciones pasarán en pocos días, pero las consecuencias de la crisis, van a tener largo aliento; el pueblo norteamericano, ha librado recientemente luchas importantes que le están dotando de importantes experiencias.

De igual manera, el resto de la clase obrera y los pueblos del mundo, debemos denunciar, la tendencia fascista y guerrerista que está adquiriendo EE.UU., independientemente de quien ocupe la Casa Blanca el 20 de enero de 2021.

 

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Por PCMML

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