Entregamos el final de una serie de artículos sobre las maquiladoras.
Recurriendo a la fabricación de delitos por razones políticas, el día 8 de junio de 2020 fue detenida en Matamoros la Lic. Susana Prieto, acusada de motín, amenazas, delitos contra servidores públicos y coacción a particulares. Ella responsabilizó al gobernador de Tamaulipas, a los dueños de las maquiladoras y al sindicalismo charro por su detención, la cual fue festejada públicamente por la dirigencia de las organizaciones empresariales. Había permanecido en Matamoros para la construcción de un sindicato independiente, que logró su registro el 5 de junio de 2019.
El 12 de junio se realizaron manifestaciones en nueve ciudades exigiendo la liberación de la abogada. El 1º de julio fue liberada bajo las condiciones de no viajar a Tamaulipas ni salir del país y pagar 66 mil pesos por lo que la fiscalía llamó “reparación del daño”. En un mitin realizado a su llegada a Ciudad Juárez expresó refiriéndose a su paso por la cárcel: “sabía que este acto cobarde se iba a consumar … son los dueños del dinero y los políticos son sus sirvientes. No van a quebrantarme… no me van a callar…el movimiento obrero de la industria maquiladora en el norte de México será más grande cada día”
La lucha de la clase obrera en Matamoros, inscrita ya en la historia del movimiento obrero contemporáneo, evidenció la prevalencia del sindicalismo corporativo orientado a inhibir la organización de los trabajadores. El conflicto puso una vez más de manifiesto el papel que han jugado diversas instancias del Estado como garantes de los intereses del capital.
Por otra parte, el proceso que se desarrolló ejemplifica la forma en que, en una coyuntura específica, se articula en poco tiempo un movimiento espontáneo cuyos propósitos se circunscriben esencialmente al marco de reivindicaciones estrictamente económicas. La espontaneidad del movimiento tiene lugar en el contexto de un creciente deterioro de las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera en el país y de la conformación de un nuevo gobierno que generó expectativas entre los trabajadores en el sentido tanto de una mejora en su situación laboral, como de condiciones menos adversas para iniciar una lucha por sus reivindicaciones.
La manera en que se extendió la suspensión de actividades a un mayor número de empresas ilustra la forma en que la lucha de un sector de la clase obrera se erige en estímulo para la organización de los trabajadores, haciendo a un lado al sindicalismo tanto blanco como corporativo.
Las huelgas de Matamoros colocaron en un primer plano la existencia de la lucha de clases. Se quebrantó el discurso empresarial con el que se pretenden mostrar como coincidentes los intereses de la burguesía y de la clase obrera; afloró el clasismo y el desprecio por los trabajadores, así como la condena a su organización y formas de lucha. Al mismo tiempo el movimiento planteó para la clase trabajadora la necesidad de avanzar unitariamente en la democratización de sus organizaciones gremiales desterrando al charrísimo sindical, y de romper asimismo el férreo control ideológico que sobre los trabajadores se ha ejercido, desarrollando su conciencia de clase para trascender a la lucha económica y definir los ejes de una lucha política consistente con su interés de clase.