La precarización del empleo y de la contratación laboral en la “Cuarta Transformación” son ataques a la clase trabajadora. A pesar de que la reforma laboral del 2019 pretende cubrir aspectos de libertad y democracia sindical, acabar con la terciarización del empleo u outsourcing, estás no representan una obligada respuesta del gobierno ante la fuerza organizativa y de protesta nacional de los sindicatos, son exclusivamente requisitos que el Tratado de Libre Comercio entre Canadá, Estados Unidos y México.
Son las federaciones del trabajo extranjeras quienes han solicitado haya tales condiciones para garantizar la equivalencia de situaciones con las empresas de la zona de norteamericana y que no dañen las condiciones actuales en esas dos naciones. Solo esto explica la política laboral que se ha establecido en el Gobierno de la 4T. Es decir, subordinarse a la política laboral de EE.UU. La imagen hacia el exterior de un sindicalismo fuerte, consistente y a favor del Gobierno en turno era un espejismo creado por el tradicional sindicalismo oficial del priísmo. La artificial maniobra del gobierno actual no pudo seguir con la simulación en torno al sindicalismo y hace añicos la posibilidad de atender los reclamos de los trabajadores. En extremo su política antisindical ha generado una nueva servidumbre laboral de 24 horas por siete días de trabajo, esclavos 24/7, en esa condición están miles de trabajadores que operan programas sociales, bajo falsos contratos para beneficiarios o becarios.
El Gobierno de López Obrador ha gestado la huelga más larga de la historia de los sindicatos, la huelga del SUTNOTIMEX. Pero igualmente a varios sindicatos los mantiene en huelga o los obliga a tomar condiciones de negociación limitadas, declarándolas inexistentes, aún que han cubierto todos los requisitos de ley. Contrastando con la entrega de tomas de nota o extensiones de mandato a los sindicatos charros de la burocracia.
No podemos esperar que en su conjunto la 4T voltee a ver al tigre sindicalista, cómo le gusta decir al pueblo. La reforma laboral del 2019 se ha diseñado a favor de los dueños del capital, frente a un escenario de lucha de los trabajadores y una mayor pérdida de las ganancias patronales. Solo esto explica la política laboral que se ha establecido en el Gobierno de la Cuarta Transformación, por ejemplo, en el SUTGCDMX, lejos de exigirles votaciones universales, secretas y auténticas; la junta de federal de arbitraje, sin fundamento alguno le otorgó la toma de nota al comité general y a los secretarios generales de las 40 secciones sindicales la continuidad de su mandato. Debe de ser la lucha por la creación de sindicatos de masas, democráticos y socialistas, los nuevos rumbos y tareas urgentes de la clase trabajadora.
Con el plan antiinflacionario, se expresa también la operación de esa reforma laboral, pues las medidas están ajustadas a sujetar a los trabajadores a los topes salariales, la reducción salarial, la movilidad, la anulación al derecho de huelga, etc., que buscan que los trabajadores carguen sobre sus espaldas las pérdidas de sus ganancias, anulando sus posibilidades de lucha, así se expresó también en el Sutiems y otros sindicatos que estallaron huelga.