La reciente “visita” de Nancy Pelosi, Presidente de la Cámara de la Cámara de Representantes de Estados Unidos a Taiwán es una abierta provocación que encona más las tensiones políticas y militares que mantienen Estados Unidos y China; demás, la “visita” tiene el ingrediente de que la señora hace 30 años apoyó las protestas en Plaza de Tiananmen, contra el régimen chino.
Esta provocación se da en el contexto de la guerra en Ucrania, lo que agudiza más las contradicciones entre ambas potencias imperialistas, porque por ejemplo Rusia hace abierto respaldo a China rechazando la provocación y afianza su posición frente a la guerra en Ucrania y otros escenarios bélicos, con su socio chino.
China al conocer de la “visita”, advirtió que ésta no se realizara porque violaba la soberanía de su país, -pues consideran a Taiwán como parte de su territorio- y amenazó que “quienes ofenden a China serán castigados”.
El imperialismo chino, como respuesta previa a la “visita”, realizó una incursión de aviones militares al cielo de Taiwán y coincidentemente se “rumoró” una amenaza de bombas en el aeropuerto para cuando llegara la señora, esto sin embargo no impidió la llegada de Pelosi, quien llegó y se fue sin problema.
Estados Unidos no tiene vínculos diplomáticos oficiales con Taiwán, pero sus “leyes” les permiten “proporcionar medios para defenderse” y por supuesto no prohibir las “visitas”. Se sabe que Biden recomendó que no fuera la Sra. Pelosi a Taiwán, pero esta no hizo caso.
La presencia de Estados Unidos con esta “visita” -en el contexto mundial de la depresión económica, la guerra y la inflación, por un lado ratifica la posición guerrerista de este país y por otra parte hace que la alianza China-Rusia se estreche más, al mismo tiempo que atiza este otro foco rojo con Taiwán, como los ya existentes en otros países que los potencias imperialistas han generado.
China con ese pretexto de la “visita” realizó maniobras militares, disparando municiones de largo alcance en el Estrecho de Taiwán que separa a la isla de la China Continental, además de acercamientos militares en las costas de ese país, acciones a las que Japón ya expresó sus preocupaciones públicamente a China.
El imperialismo chino quiere la “reunificación” con Taiwán y los imperialistas estadounidenses la rechazan, sin embargo queda al pueblo de Taiwán rechazar ser botín de alguno de ellos o los dos y luchar por su libre autodeterminación, por su soberanía e independencia, y a los pueblos del mundo condenar esa rapiña y solidarizarse con el pueblo de Taiwán por su liberación, protestando en las calles.