Continuamos la parte VII sobre: “Algunos juicios en torno al <Decálogo> Ballista de Mao Tse Tung”. Elaborada por Enver Hoxha.

Mao Tse Tung colocó al ejército a la cabeza del Partido y del Estado, escribe Enver Hoxha, una práctica a la que recurrían las facciones al interior del Partido Comunista de China (PCCh) ante sus pugnas internas interburguesas y pequeñoburguesas que se fueron imponiendo al proletariado chino, como resultado de la línea política desarrollada en el Partido, que era marxista leninista en el discurso, pero en los hechos era totalmente contraria. Esta práctica revisionista encabezada por Mao continúa su desarrollo en la actualidad y se expresó en el XX Congreso del PCCh donde militares están en la dirección del Partido y el Estado chinos para seguirle sirviendo al sistema capitalista-imperialista.

Por eso, combatir al maoísmo como parte del revisionismo moderno y al oportunismo como práctica política de los partidos burgueses y pequeñoburgueses es fundamental porque siguen siendo un peligro para el proceso revolucionario por el socialismo y el comunismo científicos.

El punto siete de su <decálogo> sigue confirmando lo que Enver Hoxha denunciara sobre el maoísmo. En este punto coloca a la burguesía en la dirección del Partido, el poder político y económico, “porque el Partido Comunista de China puede aprender mucho de ellos para descubrir todo lo que se organiza y se hace bajo cuerda, etc.”; y así lo plantea para la construcción de su socialismo (que más bien es socialimperialismo) que predicó Mao y siguen practicando los maoístas en el actual poder en China, encabezados por Xi Jin Ping.

Este pluripartidismo del maoísmo es antimarxista-leninista, porque coloca al proletariado, al Partido y al Estado subordinados a la burguesía, desapareciendo de facto la lucha de clases y la lucha por la hegemonía del proletariado sobre los explotadores, afirmo Enver.

En el punto octavo, Enver Hoxha escribe que Mao sobre la relación entre la revolución y la contrarrevolución, no pretende liquidar las clases explotadoras, sino a “educarlos con el trabajo”. En este punto Mao sigue con la conciliación de clases, disminuyendo e idealizando el papel que juega la burguesía en la contrarrevolución, que usa la violencia el terror, los actos más abominables contra las masas proletarias, para impedir su emancipación y regresar a la esclavitud asalariada. La experiencia que vivieron las masas trabajadoras con la contrarrevolución en La Comuna de París, como en la Revolución Octubre, por señalar dos ejemplos en la perspectiva del socialismo científico, no deja duda de la práctica más cruel e inhumana de la burguesía contra el pueblo que se atrevió a insurreccionarse para emanciparse. ¿Por qué el maoísmo entonces olvidó la historia, cuando el mismo pueblo chino sufrió brutalmente la contrarrevolución?

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Por PCMML

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