Las mujeres de la CNTE deben jugar un mejor papel el 8 de Marzo

Como un río sin control, una enorme marea teñida de morado, verde y negro formada por cientos de miles de mujeres inundaron las calles y plazas de las principales ciudades del país el 8 de Marzo de 2020. En la Ciudad de México, al grito ¡”Yo si te creo”!, se reunieron mujeres de distintas edades, razas, culturas, niveles de escolaridad y condiciones económicas.

El hartazgo ante la inseguridad en que vivimos mujeres y hombres por igual, la reducción al presupuesto a programas sociales y de salud que se traducen en el menoscabo de medicamentos para enfermedades de especialidad, la falta de trabajo y el estudio, así como la ola creciente de feminicidios sin castigo a lo largo y ancho del país, forman el cumulo de descontento que hizo posible el desbordamiento de las masas femeninas. Incluso las burguesas y pequeñas burguesas que, tras la posición de no violencia, avalan a las mujeres que, embozadas, manifiestan su rabia contra edificios a su paso, gritando ¡“fuimos todas”!

Este descontento no es nuevo; diversas organizaciones de mujeres han impulsado el 8 de Marzo acciones reivindicativas de los derechos de la mujer trabajadora. Sin embargo, hoy la burguesía y los medios informativos, las intelectuales y los partidos políticos, pretendieron darle otro sentido a la lucha que las mujeres han desarrollado a lo largo de la historia; trataron, como era su cometido, mediatizar la lucha imponiendo un día después el “nueve nadie se mueve”.

En virtud de estas condiciones, la movilización nacional del 8 de Marzo se constituyó en una demostración de fuerza que rebaso a las organizadoras, a las organizaciones sociales y sindicales convocantes que, por momentos, se desdibujaron frente a la masa femenina que asistió al llamado.

Las profesoras que nos aglutinamos en la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), debemos reconocer que no hemos tenido ni promovido espacios de discusión sobre el tema del papel de la mujer en el sindicato, por lo tanto, no convocamos a nivel nacional a la conformación de un contingente unitario. Al mismo tiempo, nos quedamos al margen de la discusión entre los colectivos de mujeres para fijar un posicionamiento de clase sobre el “9 de marzo”, impulsado por grupos empresariales de derecha para confrontar políticamente a la 4ªT.

A pesar de no haber desarrollado una discusión organizada, el accionar de las maestras democráticas de la CNTE se desarrolló en el marco del 8 de marzo, hecho que nos permitió romper con la inmovilidad pretendida por los convocantes del “9 nadie se mueve”.

Paralelamente a la marea que cubrió calles, avenidas y plazas públicas, y aun sin convocatoria, hubo quienes realizaron acciones locales, gremiales y sectoriales para conmemorar el día de la mujer trabajadora.

Por encima de estas circunstancias, las inéditas movilizaciones realizadas en el marco del Día Internacional de la Mujer no deben quedar sólo como un hecho anecdótico. Es necesario que, a partir de la masa de mujeres movilizadas el 8 de marzo, se empiecen a configurar estructuras organizativas que, a partir de las demandas más sentidas, vayan adquiriendo formas de Comités de Lucha desde la colonia, la fábrica, la escuela, la comunidad.

En los núcleos de las mujeres sindicalistas y militantes de organizaciones, deben generarse círculos de estudio donde se analicen temas relativos a la lucha de las mujeres en México y el mundo, a las diversas corrientes políticas que han influido este movimiento; deben discutirse y construir acciones para exigir a los gobiernos de todos los niveles que cumplan con sus leyes y protocolos de actuación para el castigo al acoso y violencia sexual, la desaparición, la trata de blancas y los feminicidios.

Dentro de las demandas aglutinadoras están, sin duda, la exigencia de aumento del presupuesto para la educación, la salud, cuidados maternos, la vivienda, los servicios y prestaciones sociales; la creación de más guarderías y expedición de medicamentos de alta especialidad, mejores oportunidades de estudio y trabajo. Sobre todo, debe exigirse la igualdad en los procesos de ascensos laborales y dar cumplimiento cabal al precepto constitucional “a trabajo igual, salario igual”.

Es necesario que las mujeres sindicalistas, progresistas, revolucionarias, nos involucremos en la discusión de estos temas, establezcamos el estudio del materialismo histórico dialectico a fin de identificar que la lucha de las mujeres es la lucha de los explotados y oprimidos donde se encuentran también los hombres, quienes deben marchar juntos codo a codo para alcanzar la emancipación de la clase proletaria.

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Por PCMML

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