El 2 de abril de 2020, AMLO se reunió con una representación de las organizaciones de la oligarquía financiera: el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), la Asociación de Bancos de México (ABM), el Consejo Mexicano de Negocios (CMN) y de la Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos (CONCAMIN), fue una primera reunión para pactar un “plan de emergencia” para “hacerle frente” a la crisis económica (que hasta ahora reconocen y que tiende hacia una depresión), no tanto a la pandemia del coronavirus. Ahí la representación de la burguesía planteó sin tapujos sus propuestas centrales: a) el gobierno debe conseguir cientos de miles de millones de dólares y la forma más “viable” -según ellos-, es mediante el endeudamiento con organismos financieros internacionales, con esos millonarios recursos operar; b) el “rescate” de las grandes industrias o empresas privadas arruinadas o al borde de la ruina por la crisis, c) multimillonaria inversión de recursos del presupuesto público a obras y proyectos en los que las empresas privadas tengan la mayoría en ejecución, además de cancelación de proyectos públicos como la Refinería de 2 Bocas, d) todos los apoyos extras como exenciones, condonaciones y devoluciones fiscales, prorroga de declaraciones y pagos de impuestos, y facilidades de todo tipo a las empresas. En dicha reunión AMLO escuchó a una burguesía altanera e inflexible, e inmediatamente entendió que no podía exponer francamente “su propia” propuesta, y menos aún podría haber acuerdo con una burguesía acostumbrada a imponerse, por lo que les planteó que tenía muchas coincidencias con ellos pero que su “programa emergente para el bienestar y el empleo” lo daría a conocer como parte de su informe trimestral el 5 de abril.
En el Informe trimestral del 5 de abril, AMLO se limitó a informar los “avances” del Plan Nacional de Desarrollo de su régimen en el trimestre, y a “provocar” a los representantes de las cámaras burguesas respondiéndoles que no buscará el endeudamiento de miles de millones de dólares; que esos recursos los obtendrá de “otra forma” y particularmente de dos fuentes principales: el Fondo de Estabilización (300 mil millones de pesos) y todos los recursos económicos obtenidos de la extinción de 281 fideicomisos públicos con un monto de 250 mil millones de pesos, además de “ahorros” con una mayor austeridad en la administración pública, y que esos recursos los utilizará para darle continuidad a su Plan Nacional de Desarrollo y sus programas, incluyendo un nuevo programa emergente de bienestar, financiando también sus proyectos de obra públicos como la Refinería Dos Bocas, el Tren Maya, entre otros, y “prometiendo” que en próximos días daría a conocer un “Programa de inversión Pública, Privada y Social en el Sector Energético” (petróleo y energía eléctrica principalmente), con un monto de 339 mil millones de pesos, como anzuelo multimillonario tirado a los tiburones burgueses, para que se sumen a su propuesta.
La táctica de AMLO de pactar con la oligarquía un plan de emergencia económica bajo su propuesta y conducción, continuó el 6 de abril, cuando se reunió con parte de los representantes de la oligarquía del “Grupo de la Ciudad de México” (Carlos Slim, de CARSO; Larrea, de Grupo México; y otros), Consejo Mexicano de Negocios (CMN), el Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior (CEMCE), Emilio Azcárraga Jean, entre otros. Las reuniones parciales con más grupos de oligarcas seguirán el 7 de abril, cuando pretende reunirse con el Grupo Monterrey y empresarios de Nuevo León.
Como los hechos lo muestran, AMLO pretendió un acuerdo rápido de plan de emergencia económica bajo sus términos, reuniéndose con gran parte de la agrupaciones y las representaciones de la oligarquía en México, al no tener condiciones favorables, optó por reuniones y acuerdos parciales con grupos de oligarcas y burgueses específicos, sin embrago su objetivo de clase burguesa se mantiene: al final habrá un acuerdo con la mayoría de oligarcas y burgueses para beneficiarse de la crisis y haciéndola descargar sobre la clase obrera y las mayorías populares, buscando, en todo momento, mantener la dominación económica y política por parte de la oligarquía, específicamente del sector II de la economía y con los que pacten del sector I, colocándose Obrador como el más eficiente administrador de la próxima crisis, cuidando mostrar una “buena“ imagen ante las masas populares manteniendo las migajas y dádivas y el discursos demagógico, reformista, afianzándose para estar en el aparato del poder burgués muchos años más. Por ahora la táctica de Obrador avanza, pero la crisis económica, el coronavirus, las necesidades y organización de las masas trabajadoras dirán la última palabra.