De acuerdo con la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, el 28% de la población ocupada tienen entre 14 y 29 años. La tasa de desempleo reportada por Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en mayo fue de 4.2%. En concreto, de abril a mayo hay 600 mil desempleados a los que se tiene que sumar los 1,9 millones nuevos informales, cerca de 12 millones de personas que siguen fuera de la fuerza laboral activa y 2 millones que vieron reducidas sus horas de trabajo. INEGI evade el dato duro del desempleo, para ellos la población dejó de trabajar voluntariamente por la pandemia, en unos casos suspendida sin sueldo y sin certidumbre (se sustenta en el aumentado la Población No Económicamente Activa en detrimento de la activa). Pues anunciar una tasa de desempleo de 25% sería escandaloso. Ellos anuncian que la juventud trabajadora fue el tercer sector más afectado por el desempleo. Pero como mencionamos, la juventud ya era el sector más afectado por el desempleo. Indiscutiblemente la juventud es la fuerza laboral que relevará a los sectores más vulnerables y que por sus necesidades no se quedarán en el encierro aun cuando la cuarentena continúe, serán los actores principales para garantizar la salud de la economía capitalista.
En plena emergencia, los trabajadores de las aplicaciones móviles, la mayoría jóvenes han realizado tres paros internacionales; quienes se han manifestado en México exigen el acceso a la salud pública, confirman lo que el IMSS ha reportado, 1 millón de personas han perdido los servicios de salud de marzo a mayo.
La cuarentena dejó relucir la sumisión del Estado (particularmente la de la STPS) a la ganancia. En tanto fue débil la defensa del derecho al trabajo y el mantenimiento de remuneraciones en la contingencia.
Ha quedado demostrado que solo los trabadores en las calles y al frente de sus organizaciones de clase defenderán sus intereses. Ahora esta crisis económica impactará a la juventud de tres maneras: destruyendo empleos, trabajando más horas y recibiendo menos salario -de aprobarse las iniciativas de 10 horas de trabajo por 4 días a la semana-, pago por día laborable, recortando el acceso a la educación dejando más aspirantes rechazados oponiendo barreras como la experiencia laboral para incorporarse al trabajo asalariado. En este contexto la Organización Internacional del Trabajo previene un aumento en el número de jóvenes que no estudia ni trabaja a nivel global.
El nuevo panorama no es alentador, supone en todo sentido continuar con la flexibilización del trabajo y la educación. El Banco Mundial ha señalado que aún queda un trimestre complicado para el país. Y los capitalistas ante la reducción de sus tasas de ganancia han decido retirarse, así lo afirma la desaparición de 7, 580 patrones, mientras tanto la crisis necesariamente empujará al engrosamiento del ejército industrial de reserva y a la juventud entre sus filas.
La “nueva normalidad” es un mortal llamado al restablecimiento de la tasa de ganancia. A reavivar la explotación trabajando más, ganando menos. Entre tanto, la juventud trabajadora requiere más que un programa subsidiado a beneficio de los empresarios, requiere trabajos con prestaciones, salario necesario y suficiente, y contrato colectivo. Llamamos a manifestar los atropellos que se hacen en los centros de trabajo, vamos a las calles a exigir derechos laborales y prestaciones sociales, acceso a la salud pública. ¡Derecho de todos! Las crisis son reacomodos violentos de la ganancia, como violentos deben ser las respuestas de clase trabajadora por la defensa de sus intereses.