El tema del libre comercio se presenta como un consenso y política necesaria para el intercambio entre los países, pero es bien sabido que ese libre comercio es a modo del dominante, de la potencia dominante hablando de países. De esta forma, las restricciones del Gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott a los camiones provenientes de México no fue sino una imposición de condiciones y ganancia política para proyectar su reelección y golpetear al bando demócrata de Joe Biden, introduciendo como pretexto los asuntos polémicos como la migración.

     Pero por parte de las autoridades mexicanas, en lugar de apersonarse los representantes de la federación y en los hechos retomar las declaraciones de López Obrador, fueron los gobernadores fronterizos de oposición los que anunciaron las negociaciones: María Eugenia Campos Galván (PAN) de Chihuahua, Miguel Ángel Riquelme Solís (PRI) de Coahuila, Samuel García (MC) de Nuevo León, García Cabeza de Vaca (PAN) de Tamaulipas. Es decir, son esa oposición, la que representa a la otra fracción de la oligarquía, la que tomó protagonismo en este trance.

     Y no es el único caso. Por ejemplo, el gobernador de Guanajuato presumió por esos mismos días su visita a la ATF en Washington (Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos) para reforzar la seguridad.

     Pero el intervencionismo, velado y abierto es una constante, tan solo cuando es evidente o afecta intereses de las fracciones en el poder es cuando sale a la luz, como el caso del cabildero italiano a quien se le fotografió junto a la diputada perredista. Igual que las estruendosas declaraciones de traición a la patria, pero afectuosos mensajes y agradecimientos para Peña Nieto.

     La realidad es que los intereses del imperialismo, de la oligarquía extranjera en conjunción con las fracciones de esos sectores burgueses en México, son quienes dictan las políticas económicas. Poco importa el cuidado de los recursos naturales, de los derechos de los pueblos y los trabajadores, son los intereses del capital (nacional y extranjero) los que se imponen. Ante esta realidad, la fraseología nacionalera y pseudo patriótica no es más que demagogia para intentar ocultar a quiénes sirven los gobiernos.

     Efectivamente los obreros no tenemos patria, pero la defensa de los recursos y los derechos, la resistencia a la dominación imperialista en nuestros pueblos es parte integrante de la lucha contra la explotación y la opresión capitalista.

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Por PCMML

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