Posiblemente había dos acciones positivas en la vida, pero que son una nimiedad comparadas con el régimen de terror, del narcogobernador de Morelos, Graco Luis Ramírez Garrido Abreu, su lánguida participación en el movimiento estudiantil de 1968 y su lucha legal -junto a miles de ciudadanos morelenses- por la destitución de otro narcogonernador de Morelos en 1998, el general Jorge Carrillo Olea, padre del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN).

De allí en fuera, el tabasqueño “Graco” -como gusta que le llamen-, no es más que una criatura facciosa, como otras que escalaron de puercas maneras la cómoda y tersa escalera de la política oficiosa y partidaria de la falsa izquierda.

“Graco” es el más fiel ejemplo de cómo gobernarían “Los Chuchos” del PRD el país si lograran arribar a la presidencia de la república. Una mezcla de mierda tricolor tirando a azul, con moscas amarillas revoloteando.

En el estado de Morelos “Graco” es un apestado, ya que las últimas encuestas lo colocan como uno de los peores gobernadores en la historia de esa entidad, al grado de pesar sobre él una muy baja aceptación ciudadana, donde casi todas las organizaciones sociales del estado se han unificado en una idea común: ¡Que “Graco” renuncie!

“Graco” es tachado de sordo por no escuchar los reclamos de la población y como intolerante, autoritario y antidemocrático por la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos.

“Graco” es acusado de corrupto por el diario New York Times al descubrir que el narcogonernador había recibido dinero de la empresa Walmart, para darle todas las facilidades para que se estableciera en terrenos considerados como privilegiados en México.

A “Graco” le han exigido numerosas organizaciones, entre ellas el Movimiento por Justica y Dignidad que coordina Javier Sicilia, que ponga un alto a los secuestros, asesinatos, feminicidios y ejecuciones que van en aumento en la entidad.

“Graco” es un prototipo de “perro faldero” como lo llamó su socio Carlos Ahumada: “Cuando lo conocí andaba de perro faldero de Rosario Robles”; pero hay que agregar que no sólo de Rosario Robles, también de Cuauhtémoc Cárdenas, de Carlos Salinas de Gortari, de Ernesto Zedillo (con quien pactó la caída de Jorge Carrillo Olea), de Vicente Fox, de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto (a quien le levantó la mano en señal de triunfo, pese a las fundadas acusaciones de fraude electoral, en franco reto a López Obrador y en agradecimiento a la silla negociada del gobierno de Morelos).

“Graco” es un narcobernador criminal, con licencia para gobernar las tierras de Emiliano Zapata y Rubén Jaramillo, una vergüenza para la memoria del pueblo de Morelos.

“Graco” es el brazo protector de Guerreros Unidos en tierras morelenses, al igual que Ángel Aguirre Rivero en Guerrero, que deberían ser investigados por sus nulos resultados en el combate al narcotráfico y al negocio de los secuestros y las ejecuciones.

En síntesis, “Graco” es la antítesis de Los Graco quienes gobernaron la antigua Roma como Tribunos de la Plebe y que distribuyeron la tierra entre los mas pobres y necesitados; “Graco”, en cambio, es el émulo de Draco, el gobernante ateniense que instituyó las famosas Leyes Draconianas que castigaban con la muerte a todo aquel que desobedeciera sus órdenes.

Por ello, aunque en Morelos “Graco” quiera torcer la verdad sobre los sucesos ocurridos alrededor del secuestro y posterior y sanguinario asesinato del activista social, estudiantil y comunista Gustavo Salgado Delgado, el hecho se inscribe dentro de los cánones de la política de terrorismo de Estado que se aplica en el país y que tiene como propósito fundamental aterrorizar a la población, a las organizaciones sociales y a sus líderes para que no opongan resistencia a las leyes draconianas que nos imponen.

El gobierno de “Graco”, actuó al igual que el narcogobernador priista de Guerrero, Ángel Heladio Aguirre Rivero, quien en el año de 1996 le puso vigilancia militar a los pasos del dirigente popular y comunista Gregorio Alfonso Alvarado López, bajo desaparición forzada desde entonces, y le siguió los pasos al dirigente del Frente Popular Revolucionario (FPR) Gustavo Salgado Delgado hasta su secuestro y asesinato sanguinario. Lo amenazó, lo acosó, lo encarceló, pero el temple comunista de Gustavo se mantuvo hasta el último segundo de su existencia.

Gustavo se mantuvo siempre en primera línea de combate; se le veía en las movilizaciones por la derogación de la Ley del ISSSTE del magisterio, en solidaridad con el SME, en la lucha contra la abusiva Ley de Ingresos, en las tomas de tierras para vivienda de indígenas migrantes, en la toma de casetas y movilizaciones por la exigencia de la presentación con vida de los normalistas de Ayotzinapa, en las marchas contra la política terrorista del narcogobernador “Graco”, en las movilizaciones estudiantiles universitarias por la defensa de la educación pública, en las protestas por la violación de los derechos humanos y fue promotor permanente de El Pacto de Morelos y la Asamblea Estatal de las Resistencias.

El 20 de marzo de 2014, en medio de una movilización en Cuernavaca convocada por el Frente Ciudadano, fue detenido injustificadamente por la policía estatal, pero fue posteriormente liberado debido a la presión popular. Desde esa fecha hasta el día de su cruel asesinato, Gustavo fue permanentemente vigilado por policías y paramilitares del municipio de Ayala, de la comunidad Emiliano Zapata y del municipio vecino de Moyotepec, donde las autoridades mantienen fuertes nexos con el narcogobernador “Graco” y grupos delincuenciales de la región.

Por la forma en que operaron su secuestro, tortura y asesinato no hay lugar a dudas, fue el narcoEstado que hoy sojuzga el país y que tiene ligas directas con los grupos criminales. Seguramente primero le cortaron las manos como un mensaje para todos aquellos que toman el micrófono o los megáfonos para denunciar a los cuatro vientos las atrocidades que comete el régimen y sus cómplices, luego lo decapitaron en un vano intento de borrar de tajo sus ideas y sus análisis apasionados de la geopolítica, que combinaba creativamente con su formación marxista leninista.

Decenas de organizaciones y personas en el país y en el mundo se han solidarizado con su familia y su organización el FPR en la exigencia de detener a los asesinos materiales e intelectuales del horrendo crimen, pero también para decir que ¡Gustavo Salgado vive!. Sus camaradas fueron claros al expresar ante el mundo y el país su posición política: “sabemos que estamos en un punto de quiebre en la historia del país, en el cual o nos organizamos y aglutinamos todos en un proceso unitario de Frente Único para echar abajo a la burguesía y su Estado o el fascismo se instaurará abiertamente en nuestro país. Que quede claro: la salida que nosotros proponemos es de revolución, arrancar de tajo a este sistema político, económico y social putrefacto en el cual no tendrán lugar estos explotadores ni sus personeros. Por cada muerto, desaparecido, torturado, encarcelado, perseguido, el pueblo ajustará cuentas…”

ricardorojo7819@yahoo.com.mx

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Por PCMML

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