El 23 de enero en Cuernavaca Morelos se dio el banderazo de salida a la “Caminata por la Verdad, Paz y Justicia” que tuvo su cierre en el Zócalo de la Ciudad de México el 26 de enero; encabezados por el Poeta Javier Sicilia e integrantes de la familia Le barón, víctimas de violencia.
La violencia en el país sigue siendo el pan de cada día, en el 2019 se reportaron 34, 582 asesinatos según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, así lo publicaron diversos medios.
La “Justicia transicional, la verdad con justicia y la justicia para autores materiales e intelectuales de hechos delictivos” son temas que no se han podido resolver. Un sector importante reclama justicia por la violencia en el país, pero en el caso de los Le Barón aliados del panismo, socorridos abiertamente por Donald Trump y confrontados por campesinos por el robo de tierras y apropiación del agua, en el norte del país, no se les puede confiar; mientras que el saltimbanqui Javier Sicilia que hizo las paces con Calderón, elaboró proyectos con Peña Nieto y estuvo en el equipo de AMLO durante un tiempo, deberíamos tener reservas.
En el discurso llaman a todas las víctimas de la delincuencia y el Estado para hacer unidad, este hecho es contradictorio cuando deciden cerrar la caminata el 26 de enero, sabiendo que los familiares de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa realizan acciones asistieron al monumento de los 43 pero no están contemplados en sus reivindicaciones, al igual ni una mención, ni un llamado a otras víctimas como el caso de los familiares de las víctimas recientes en Chilapa, Guerrero que anunciaron a niños como policías comunitarios para defenderse de la delincuencia.
Los aplausos de los panistas, perredistas y priistas evidencian que la caminata es un intento de la derecha en el país por ganarse a las víctimas de violencia y a los trabajadores a su causa en su lucha contra la socialdemocracia y el reformismo que hoy ostenta el gobierno. Y la socialdemocracia ha optado por la peor de sus decisiones, asesorarse de la burguesía, cumplir con los designios del imperialismo y abandonar lentamente las demandas más sentidas por las cuales los trabajadores del país los vieron como una alternativa.
Mientras que el Estado mexicano apueste por la militarización y se mantengan los grupos delincuenciales operando como fuerza paramilitar, la salida no puede ser la conciliación de clases como lo plantea el actual gobierno. Para este periodo es necesario hacer uso de todas las experiencias en la lucha de clases para organizarnos, resistir, contener y lanzar la ofensiva de los trabajadores por mejores condiciones de vida, estudio y trabajo.