Con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, un indicador de la extensión de la miseria entre la clase obrera y los trabajadores, es la llamada pobreza laboral, donde se gana menos de lo que cuesta la canasta básica alimentaria, así se pasó de 37.3% en febrero de 2020 a 44.5% en septiembre de ese año. Una bonita forma de decir que el hambre y la miseria crecen a pesar de contar con algún trabajo.
Extensión de la jornada laboral. Los trabajadores por necesidad (para no perder el empleo) y exigencia patronal, han aumentado la jornada laboral, rebasando las 8 horas de duración de una jornada de trabajo que por ley se establece, por lo que se normalizaron las jornadas de trabajo de 12 o hasta 16 horas por día. Con datos del Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM señalan que, para 1988, existían 2 millones 336 mil 316 trabajadores que laboraban más de 48 horas a la semana, para el 2019 la cifra alcanzó los 15 millones 451 mil 507 trabajadores, lo cual representa una tasa de crecimiento acumulada del 561%.
La extensión de la explotación del trabajo infantil es un hecho, una necesidad de los capitalistas para elevar sus ganancias. México es el segundo país de América Latina y el Caribe con mayor presencia de trabajo infantil. Un total de 3.6 millones de niñas, niños y adolescentes entre los 5 y 17 años de edad laboran en la actualidad. La cifra representa el 7.5% de la población infantil del país. Esta cifra no necesariamente refleja toda la realidad, porque en las minas, trabajo agrícola y el trabajo “informal”, hay muchos que no son contabilizados y son una fuerza de trabajo barata porque se carece de contrato y todas las prestaciones laborales, pero a la vez es una necesidad de la burguesía en la búsqueda de amasar ganancias sobre todo en periodo de crisis y estancamiento.