A pesar de que la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) sigue siendo uno de los principales referentes de la resistencia y la lucha contra las políticas neoliberales en nuestro país, es evidente que en este momento atraviesa por un período de reflujo y dispersión. Infiltración, cooptación de dirigentes, persecución y hostigamiento, dispersión de las bases por la pandemia, son fenómenos que han limitado su capacidad de movilización y su papel como eje aglutinador del movimiento popular.
Sólo la tenaz labor de información y brigadeo por parte de cientos de activistas a lo largo y ancho del país ha ido rompiendo la tendencia desmovilizadora promovida por charros, gobiernistas, provocadores y oportunistas. Las jornadas del 18 de marzo; 1º y 15 de mayo; 13, 26 y 27 de septiembre, confirman que los esfuerzos por reconstruir la unidad del movimiento magisterial, sindical y popular, empiezan a rendir frutos.
Sin embargo, es evidente que hace falta devolverle a la CNTE el perfil revolucionario que sustenta en sus Principios Rectores, la entrega y el espíritu de sacrificio que distinguía a sus dirigentes, el carácter de clase proletaria y la vocación unitaria que le ha permitido jugar un papel de polo aglutinador del descontento popular. Por encima de las diferencias entre las corrientes marxistas y no marxistas de pensamiento que incidían en las instancias organizativas de la CNTE, los análisis y discusiones, los debates y la lucha ideológica que se desarrollaba, permitían ubicar a los enemigos comunes, elevando el nivel político ideológico y cualificando las formas de lucha y organización.
Las grandes marchas y jornadas de lucha junto a los sindicalistas (COSINA, SME, STRM, SITUAM, STUNAM, SUTIN, Pascual Boing, etc.), referentes indígenas campesinos (CNPA, FDOMEX, OCEZ, CIOAC, EZLN, etc.), sectores urbanos populares (CONAMUP, Asamblea de Barrios) y estudiantiles (FECSM, CGH UNAM, Chapingo), por mencionar algunos, eran abrazadas y empujadas desde la CNTE a partir de los principios políticos y la solidaridad de clase. Aunque la necesidad de la unidad persiste, el pragmatismo ha desdibujado la fraternidad y la solidaridad entre trabajadores y explotados.
La lucha en el campo y la ciudad por libertad, justicia, trabajo digno y bien pagado, salud, educación gratuita, vivienda, seguridad social y demás demandas, siguen vigentes. Ayotzinapa, Teteles, El Mexe, Mactumactzá, SUTNOTIMEX, SME, Petroleros, Telefonistas, Universitarios, Jubilados y Pensionados, los presos políticos y desaparecidos nos recuerdan que la CNTE debe volver a su esencia y a sus principios políticos.
La gran tarea de rescatar y practicar los Principios Rectores necesita no de discursos, sino de hombres de carne y hueso que conjuguen teoría y práctica para volver a poner de pie a la CNTE. Ganar la representación legal de la Sección 7 de Chiapas con un Comité Democrático y sacudirse de la casta de entreguistas que ha copado a Sección 22 de Oaxaca es el primer paso que la CNTE en su conjunto debe dar en esta dirección.
Sólo el debate y la lucha ideológica fraterna, pero firme y desde una posición de clase, podrá ir disolviendo la cortina de humo que el neoliberalismo y sus instituciones han tendido para hacerle creer a los trabajadores que deben legitimar y defender al gobierno de la autodenominada Cuarta Transformación (4ªT) que se reclama democrático y nacionalista, pero que en los hechos no es más que un régimen de continuidad neoliberal, autoritario y dictatorial, que ha acentuado la pobreza, miseria, desempleo, hambre, violencia e inseguridad pública sobre la vida del pueblo y la clase trabajadora.
Gobierno democrático, bienestar para los más pobres, esperanza de un futuro mejor para los jóvenes, mejores condiciones de vida para los trabajadores del campo y la ciudad, seguridad pública y servicios de salud para el pueblo, educación científica y laica, libertad, justicia y paz, sólo serán posibles con el arribo de un gobierno de obreros y campesinos pobres. Esa es la dirección hacia dónde apuntan los Principios Rectores de la CNTE y a donde deben dirigirse las tareas de sus militantes.