Cual jinete del Apocalipsis, la pandemia por coronavirus (COVID 19) no sólo está cegando decenas de miles de vidas humanas a lo largo y ancho del planeta, está generando también un reacomodo hegemónico mundial en lo político, económico y militar. Mientras los gobiernos y sistemas de salud redoblan esfuerzos para enfrentar la contingencia sanitaria, el Imperialismo norteamericano realiza maniobras militares para mantener el control sobre puntos geopolíticos y áreas con recursos naturales estratégicos.
Más allá de los rumores en el sentido de que el COVID19 fue creado como un instrumento para el control demográfico mundial, esta pandemia le permite a la oligarquía y al imperialismo justificar la crisis económica que se profundizaba con la falta de crecimiento y la recesión. La parálisis en la producción de mercancías ha colapsado ya algunas economías dependientes, lo que obligará a recurrir a la deuda externa con los organismos financieros internacionales para paliar la crisis económica.
Como en la mayoría de los países capitalistas, la contingencia sanitaria ha puesto en evidencia la grave crisis del sector salud de México que, al igual que el sistema educativo, hay la urgente necesidad de resolverlo en favor del pueblo trabajador. El gobierno, por su parte, ha dejado las tareas de contención del virus bajo la responsabilidad exclusiva del pueblo a través de la cuarentena y medidas más restrictivas de movilidad que se seguirán endureciendo más adelante.
Esta crisis sanitaria, magnificada por los medios de comunicación, ha excluido del orden del día diversos temas políticos y sociales torales para la vida nacional, así como los relativos a las reivindicaciones de la clase trabajadora. La aplicación literal de la nueva mal llamada reforma educativa, el estado de excepción laboral a que hemos sido confinados los trabajadores de la educación, la imposición del voto secreto para la elección de dirigentes en el SNTE, el incumplimiento de los acuerdos suscritos entre la CNTE y el presidente de la República, entre otros, son asignaturas confinadas también por la cuarentena.
Por encima de esta circunstancia, del compromiso y responsabilidad social, el magisterio democrático nacional no debe renunciar a la lucha por el rescate de sus derechos, no puede sacrificar sus prestaciones económicas y sociales en aras de un proyecto político y económico que, con una pomposa denominación (“Cuarta Transformación”), continúa estando al servicio de la oligarquía financiera nacional y extranjera, sigue siendo una junta que administra los intereses de la burguesía.
Desde la reclusión forzada, los dirigentes, representantes sindicales, activistas democráticos y las bases en su conjunto, deben usar los recursos tecnológicos, las redes sociales y todos los medios a su alcance para mantener la llama de la resistencia magisterial y popular. La desmitificación de la pandemia, el uso político de la contingencia sanitaria, la reactivación de la vida orgánica y las estructuras de la CNTE, el seguimiento a nuestra labor docente, la información a los padres de familia y el pueblo, son temas obligados a abordar individual y colectivamente.
En esta perspectiva, aparte de apuntalar la lucha por la democratización del sindicato, la educación y la vida nacional, el XIV Congreso Nacional Ordinario de la CNTE debe discutir y definir una ruta más concreta para fortalecer el proceso de Frente Único, la Huelga Política General y la construcción de un gobierno de obreros y campesinos pobres. Sólo así, estaremos en condiciones de hacer frente a los planes depredadores del imperialismo norteamericano, chino y ruso ejecutados por sus peones de la 4ªT, dando pasos en la construcción de un mundo nuevo y una patria justa.